El Hip hop llega al Caquetá en la voz de una mujer

El Hip hop llega al Caquetá en la voz de una mujer

La Chiky no dejó que sus trumáticos embarazos se le atravesaran en su plan de volar como artista

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noviembre 19, 2015
El Hip hop llega al Caquetá en la voz de una mujer

Claudia Rodríguez nació el 25 de septiembre de 1994 en Florencia, Caquetá. La conocen como la Chiky y sueña con ser una de las mejores cantantes de hip hop en Colombia. A lo largo de sus 21 años, Claudia ha demostrado  su talento  en el escenario, la escritura y las manualidades: ese mismo que le ayudó a superar los dos embarazos que tuvo que soportar cuando era adolescente.

Corría el año 2011 y Claudia quedó embarazada de su novio. Desde entonces comenzó el trajín que la acompañaría en su adolescencia: “Fue algo que no deseaba, y dicen que eso es ser una mala madre, pero sí, muchas veces pensé que lo mejor era no tener al bebé. Fue tanta la rabia por mi descuido que le cogí fastidio al papá del niño”.

Ante su embarazo, la Chiky se salió del colegió, se alejó de su familia y se fue a vivir a un barrio de invasión en Florencia. Estaba deprimida. Solo comía detoditos con gaseosa y no veía la lógica de comer algo más. Al cabo de cinco meses, su hijo no se movía en su vientre y un mes después, cuando estaba cargando un balde de agua, Claudia se cayó por unas escaleras: ese día, por primera vez, su hijo se movió.

En 2012 la Chiky dio a luz a su primogénito Estiven. Y después del parto sufrió de depresión: era una tortura amamantarlo porque, según ella, era más el llanto con el que lo bañaba que la leche con la que el bebé se alimentaba. Claudia Rodríguez entró en un estado de histeria, sólo veía colores, no escuchaba el ruido de la gente que estaba en casa y lo siguiente que recuerda fue ver a su madre quitándole al bebé una almohada que estaba sobre su rostro.

La situación del bebé se complicaba. A los seis meses, el niño se enfermó gravemente debido a la mala nutrición de la madre durante el embarazo. El bebé casi muere y esa fue una señal para que Claudia reaccionara: “desde ese entonces me dediqué a mi hijo, es el amor de mi vida y he trabajado en lo que salga para brindarle bienestar”.

Pasó más de un año y la Chiky ya había entendido en qué consistía el amor maternal. Velaba por su hijo a como diera lugar, cuando de repente sintió una debilidad en todo su cuerpo que la llevó hasta el hospital. Fue un nuevo embarazo, aunque de esta vez ectópico. Claudia había tenido un novio de una sola semana; estuvo con él una sola vez y regresó a su pasado. El bebé nació, aunque enfermo y los médicos decían que si no lo operaban no pasaría de un solo mes. No obstante, si lo intervenían quirúrgicamente, por su temprana edad, el niño se quedaría en la etapa de la anestesia.

Con los recuerdos de su pasado, el amor de madre pudo más que cualquier situación. La Chiky decidió no operar a su hijo y encomendarlo a Dios, eso sí, siempre velando por su bienestar. Ni siquiera aceptó la propuesta de una de sus tías con quien vivía cuando le dijo que le diera su segundo hijo a cambio de su bienestar económico. Y a pesar de las complicaciones – pues al bebé lo han tenido que hospitalizar 19 veces, en una de las cuales los médicos lo dieron por muerto—Claudia Rodríguez ya sabía que el amor por un hijo no se vende ni se compra.

Durante una de las hospitalizaciones del niño, llamaron a la Chiky de Profamilia para avisarle, que tal como ella lo había pedido, ya le podían hacer la operación para no tener más hijos.

“Llamé a mi mamá a contarle, cuando fui a llevarle los bebés para que me los cuidara, me cerró la puerta de la casa para que no pudiera ir a la operación, me dijo qué ¡Cómo se me ocurría! que de pronto llegaba un hombre que realmente valiera la pena, iba a querer tener un hijo y como yo no podía dárselo me iba a dejar. Que a los 36, cuando mis hijos fueran adultos me iba aquedar sola para pasar mi vejez: sin marido, sin hijos, sin nadie que me quisiera”. Esos argumentos, por un momento la hicieron dudar en operarse.

Entonces llegó Luz Mirella, su hermana menor y le dijo: “Hágase operar, ya tenemos mis dos sobrinos, ¡Ya pá qué más! Además que has sufrido mucho con esos niños y que Dios no lo quiera y un tercer hijo salga más enfermo”.

Luz Mirella ayudó a La Chiky a volarse de la casa para ir a la operación. En el camino se sintió insegura. Y al llegar al hospital la enfermera dijo que las chicas que no se sintieran seguras salieran de la sala. Una muchacha de 19 años salió deprisa, diciendo que estaba muy joven para hacerse operar, y ya tenía tres bebés. Sin embargo, Claudia fue valiente: pasó su cirugía sola porque no tenía el apoyo de su familia pero las vecinas estuvieron ahí para ayudarme en lo que pudieron.”

Hoy, la Chicky tiene 21 años, convive con un joven que comprende su decisión, y entre ambos se dan fortaleza para confrontar una sociedad que los juzga, porque determina la mujer a su función reproductora, y la sub valora cuando ésta decide expresar: ¡Ya basta de traer más bocas al mundo sin tener cómo darles el bienestar que realmente esos hijos se merecen!

Ella es una de esas heroínas invisibles, una mujer alegre que escribe y sueña con ser una de las mejores cantantes de hip hop del país. Se dedica al cuidado de sus dos pequeños a la vez que con un grupo de jóvenes diseña y realiza actividades culturales.

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