Una nueva enfermedad relacionada con el cambio climático

Una nueva enfermedad relacionada con el cambio climático

La ONG Avazz reveló en un informe que estamos sufriendo de ansiedad climática, derivado no solo de los desastres naturales, sino de la incapacidad los gobiernos

Por: Lizneira Roncancio Arias
octubre 04, 2021
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Una nueva enfermedad relacionada con el cambio climático
Foto: Flickr

La ONG Avazz.org (Avazz significa voz en varios idiomas europeos) es una comunidad global de movilización online cuyo objeto es denunciar y recibir denuncias de violaciones a derechos fundamentales de cualquier ciudadanía del mundo para lanzarlas por medio de peticiones; son causas nobles, altruistas y humanas que buscan tomas de decisiones globales. Hace pocos meses hizo una encuesta sobre los efectos del cambio climático entre jóvenes de diez países; 10 millones de niñas, niños y jóvenes de estos países la respondieron. Su resultado realmente sorprende.

Dice este que existe una patología (y me quedo pensando si cumple los parámetros para denominarla así) que se llama ansiedad climática, relacionada con la crisis planetaria; tal como lo dice su boletín periódico, “no es solo porque estemos presentando desastres climáticos devastadores, sino porque los gobiernos están fracasando sistemáticamente a la hora de tomar medidas significativas para detener la crisis”. Y pienso que no solo están fracasando en eso, están fracasando en las políticas públicas, están fracasando en la reconciliación de la raza humana, están desconociendo la dimensión de este fenómeno y están tomando a sus pueblos como si fueran un valor que se vende al mejor postor, porque este les permite obtener voluminosos réditos.

Más adelante, dice el informe, “sabemos lo que los gobiernos deben hacer, pero no lo hacen”. Claro, se dejan seducir por el dinero fácil, porque ese dinero del Estado se consigue fácil; solo basta formar parte de ese poder para influir sobre las máximas autoridades de cada materia, aplaudir ese poder para recibir las enormes ventajas, traducidas en contratos, auxilios, préstamos no retornables, puestos y altas calificaciones para aplicar a beneficios tributarios y otros privilegios. También, dice, que se requiere una gran voluntad política y una determinación audaz. Lo segundo creo que se tiene, pero lo primero está direccionado a la voluntad de reyes, jeques, gurús o gamonales.

A renglón seguido, el boletín trae una reflexión esperanzadora. “Sin embargo, las cosas se están moviendo; hay un nuevo impulso y existe todavía muchísimo espacio para cultivar una esperanza radical y fundamentada”. Y la verdad, se está sintiendo ese nuevo impulso, no solo en Colombia. Quizá la covid-19, haya venido de donde haya venido, nos dejó lecciones que hay que tener en cuenta, como la de valorar la vida, porque la verdad sea dicha, se le ha perdido el respeto.

Es bueno resaltar hallazgos importantes del estudio: el 45 % de los jóvenes encuestados asegura que la ansiedad producida por el cambio climático está afectando su vida cotidiana, como juegan, como comen, estudian y duermen; el 75 % cree que el futuro es aterrador; el 58 % expresó que los gobiernos “están traicionándoles a ellos y a las futuras generaciones”; el 64 % dijo que los gobiernos no están haciendo lo suficiente para evitar una catástrofe climática y el 39 % aseguró que tiene dudas acerca de tener hijos. Son aspectos muy deducibles de la realidad que vivimos; también hace énfasis en que no solo los jóvenes ven ese futuro incierto, pues los psicólogos señalan que no solo los niños, niñas y jóvenes están sufriendo “ansiedad climática”, ese futuro incierto en materia climática es un estado que se está generalizando, más preocupante aún porque existen los llamados “negacionistas”, para quienes lo del cambio climático no pasa de ser un cuento chino.

Quizá tenga un poco de eso, porque no existe una conciencia honesta sobre el fenómeno climático. Muchos organismos creados para defender ese ambiente que nos rodea (no medio como se le suele llamar) han caído en la tentación de que trabajar en la defensa y preservación del medioambiente representa recursos, pero, lamentablemente, se usan con otros objetos, porque lo del cambio climático se ha convertido en una buena manera de captar recursos, con los que los gobiernos están siendo deshonestos, porque esta –la deshonestidad– es otra patología que nos ha invadido.

Hay que tomar con más sensatez el tema. La encuesta es un buen termómetro, aunque seguramente la desconozcan los gobernantes, quizás ante la premisa de que su paso por esa posición es efímero, “que lo haga mi sucesor”, pues sentirá que hay otras prioridades, como buena y manida justificación. El problema está en que ni esas otras prioridades son atendidas, porque “la oportunidad de enriquecerme no la puedo dejar pasar”, como se dice, es ese famoso y ansiado cuarto de hora que solo se tiene una vez en la vida. Disculpa venial.

Entonces, seguiremos esperando que se crea en el cambio climático, una realidad que nos está tocando cada vez con más contundencia, mientras patologías como la ansiedad climática, la deshonestidad y la falta de sensatez ante los problemas del mundo siguen creciendo.

 

 

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