¿IVA para qué? La agroindustria y el turismo podrían solventar la crisis económica de Colombia

¿IVA para qué? La agroindustria y el turismo podrían solventar la crisis económica de Colombia

No cerremos la perspectiva, si somos creativos y recursivos podemos usar y potenciar lo que ya tenemos para solucionar los males que nos agobian

Por: Martin barros Choles
noviembre 25, 2018
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¿IVA para qué? La agroindustria y el turismo podrían solventar la crisis económica de Colombia
Foto: Pixabay

No podemos seguir atribuyéndonos la culpabilidad de la crisis que padecemos, que en realidad es responsabilidad de quienes han gobernado y gobiernan. Sin embargo, a todos nos compromete, directa e indirectamente, la situación que vivimos, originada en las autoridades, instituciones y servidores públicos, ya sea por causa de corrupción, en acción u omisión, que tiene contaminados el sistemas político, social, administrativo, judicial, electoral, financiero, legislativo, comercial, gremial, contractual, etc.

El predominio de la corrupción es inmenso, destruye como un cáncer agresivo todo lo que toca, afectando a la humanidad, el medio ambiente y la moralidad de las personas. No obstante, la misma circunstancia nociva genera utilidad y beneficios a los reductos que gobiernan, legislan,  judicializan y ejercen funciones, acciones y operaciones, ya sean públicas o privadas, y se aprovechan de ignorancias, inocencias y desprevenciones para apropiarse de los derechos y bienes ajenos.

De hecho, a los corruptos podemos asimilarlos a las sanguijuelas, pirañas, roedores, hormigas, aves de rapiña, felinos, comejenes, entre otros. Es que la corrupción es una bacteria que circula y contamina como cualquier gripa, de las que ya estamos acostumbrarnos a padecer, reproduciendo la cepa infecciosa, sin existencia de vacunas preventivas. La corrupción nace desde las cúspides de los poderes públicos, en forma de pirámides, favoreciéndose de arriba hacia abajo, lo que permite afianzarse y atornillarse en los mismo. No es fácil conjurar y erradicar de la noche mañana la corrupción, ni en un 2 x 3, porque está sostenida en raíces profundas ante el pueblo menso y conformista, que contribuye a reelegirlo, afianzándolo y perpetuándolo de manera vitalicia.

Se requiere transformar las conciencia —dormida, pasiva, negativa, indiferente y temerosa— de las personas, motivándola, informándola, estimulándola y orientándola por los caminos sanos y prósperos, aun cuando nos toque por ahora seguir conviviendo y compartiendo con los corruptos. No podemos dejar de luchar, así toquemos fondo y la copa se desborde con los desastres originados con las rancias y perversas prácticas que nos tienen sometidos, acorralados, sumisos y hundido en la ignominia.

La corrupción es un mal irreversible e inconcebible que tiene a la sociedad, comunidades y administraciones públicas en ascuas y en estado crónico, por eso es necesario y pertinente conocer, concertar y alinear vías alternativas que sirvan para cambiar de ruta, en dirección del bienestar colectivo, sin discriminación participativa, rompiendo las barreras de exclusividad y apremios beneficiosos (donde los ricos conservan sus riquezas eternas y las transfieren a las descendencias consanguíneas, y los pobres deben seguir siendo pobres, como si no tuviesen derecho a mejorar su estilo de vida, sino tuvieran que estar sometidos a la miseria).

Ahora bien, la agroindustria, incluyendo las ganaderías, zoo criaderos, los cultivos agrícolas y frutos marinos, complementados con la recreación y turismo, pueden ser tabla de salvación para mejorar las condiciones económicas globales, eso sí, si le prestamos atención, dedicación y apoyos, mancomunados y masivos, de los mandatarios nacionales, departamentales y locales. Lo anterior para que aterricen destinando inversiones y colaborando técnica y financieramente en su efectividad, hasta materializarlo para recoger sus frutos. No le demos la espalda al campo. Él nos suministra alimentos y ofrece diversidad de lugares, acondicionados a la recreación. Es importante valorarlo y explotarlo, nutriéndolo, armonizándolo y asistiéndolo con amor y fe, sin causar daños y perjuicio.

Antes de cuestionar y fumigar el campo con glifosato por los cultivos ilícitos, más bien incentivemos a los agricultores y campesinos, ofreciéndoles programas productivos, facilitando asesoría, asistencia técnica, subsidios, créditos cómodos y medios de comercialización para responder con las obligaciones contraídas en las siembras. No solo se debe calificar las explotaciones mineras, que solo generan grandes utilidades a los operadores propietarios de las misma, dejando contaminación y ruina a los nuestros territorios, extraídos o explotados. Además del café se pueden promover los cultivos de frutas, cereales, tubérculos, leguminosas, hortalizas, plantas medicinales e industriales, e incluso ofertas de carnes para consumo interno y exportación

A la recreación en Colombia lo que le sobra son espacios. Incluso, eso se trata de fomentar en el plan de desarrollo, anunciado por el presidente Iván Duque, para impulsar y promover el turismo, de manera nacional e internacional, para generar ingresos que sirvan para sanear la crisis que vivimos. Gravar el IVA a la canasta familiar no es la solución, porque, de hecho, baja el consumo y decae crecimiento fiscal. Descentralicen las acciones de gobierno y abran las oportunidades agrícolas y turísticas, que podrían generarle un millón y medio de empleos, directos e indirectos, incrementados por los recaudos de impuestos de renta e IVA. Por ejemplo, es propicia la ocasión para los cultivos de cannabis medicinal e industrial, por las demandas requeridas en Canadá y Europa, negociadas a buen precio comercial, generando jugosas utilidades en la economía naranja. En mil hectáreas se requieren de 20 mil empleados, originando divisas por venta equivalentes a dos mil millones de dólares por cosechas. Los pequeños y mediados productores están a la espera de que el gobierno de Duque sirva de garante ante los compradores de cannabis y las entidades financieras, para que le abran líneas de créditos, pagaderos con los mismos cultivos, que no tardarían más de un semestre para cancelar las obligaciones en su totalidad.

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