Ignorancia y codicia: las contradicciones del modelo de salud colombiano

Ignorancia y codicia: las contradicciones del modelo de salud colombiano

¿Por qué los pobres y miserables del régimen subsidiado y los del contributivo, cuando les preguntan en encuestas si quieren que acabemos las EPS ¡dicen que no!?

Por: Fernando García
marzo 22, 2023
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Ignorancia y codicia: las contradicciones del modelo de salud colombiano

El modelo de SALUD que pide la gente en general, es que usted pueda llegar a cualquier hora a un hospital o clínica y un médico lo esté esperando en la puerta de urgencias y lo atienda de inmediato, sin hacerle historia y sin registrarse con nadie, ni presentar la cédula siquiera.

Pero eso no es suficiente: el médico tiene que pedirle los exámenes que usted le exija, los que vio por internet y no tenga que pagar un solo céntimo. Allí no para el asunto: si va por una conjuntivitis tiene que verlo el especialista del ojo izquierdo de inmediato; o el gastroenterólogo pediatra a su niñito, si tiene un primer vómito de lactante; o el ortopedista de columna si llevó a su mamá, con un lumbago vulgar de origen postural, veinte kilos de sobrepeso y 79 años.

Ese sistema no lo tiene ni Bill Gates, ni Sarmiento Angulo en su fundación contra el cáncer. La plebe no se satisface con nada: todos hablan mal del sistema de salud, los militares y policías, empleados de Ecopetrol, los del magisterio, los de Foncolpuertos, los profesores de las universidades públicas, todos ellos pertenecientes a regímenes de excepción que siempre han tenido todo y más. Así que con EPS y sin ellas, las quejas no faltarán. El pueblo culto e inculto es insaciable.

Ahora, si todo el sistema es una porquería, me pregunto, porqué los pobres y miserables del régimen subsidiado /que ya no deberían existir hace 20 años- y los del contributivo, cuando les preguntan en encuestas si quieren que acabemos las EPS y ¡dicen que no! La respuesta es que no tienen ni idea de lo que es la salud. Creen que la EPS les va a quitar el servicio, tienen temor a represalias. No saben que es una IPS después de tantos años.

La educación en salud ha fracasado estruendosamente. Tampoco quieren cambiar el modelo aquellos que se la han lucrado casi treinta años de unos 20 billones anuales promedio, transferidos por el gobierno a traficantes insuperables en este remedo democrático. Durante quince años se enriquecieron a más no poder. Si hasta los paracos se apoderaron de recursos de la salud para financiar campañas políticas y mantener el statu quo.

Pero no solamente ellos, muchos empresarios que posan de señores se han llenado los bolsillos: grandes trasnacionales farmacéuticas, que venden sus medicamentos al estado colombiano con sobrecostos del 200%, 300% y hasta del 1000%: ¡CIPRO DE BAYER CUESTA EN COLOMBIA 180.000 pesos y en Malasia 20.000 ¡Que algún genio explique la razón técnica para que ello pueda ocurrir y nadie dijera ni mu durante 20 años!

Ni siquiera los Ministros de Salud que toleraron y auspiciaron semejante adefesio.

Pero queda lo más importante, por cuantiosos recursos que tenga el sistema, no hay presupuesto que alcance si el gremio médico, si señoras y señores, no deja de comportarse como una sanguijuela, exprimiendo hasta la última moneda. Tenemos que restaurar la ética a un nivel que garantice calidad y calidez en la atención a los enfermos.

Porque hoy tenemos médicos inescrupulosos arrasando con billones, desperdiciados en cirugías mal hechas, muchísimas innecesarias, otras sobrefacturadas o peor aún, cobradas a pacientes inexistentes. En materiales y dispositivos médicos pagados a diez veces su valor real. Esos carteles de la hemofilia, del cáncer, de la ortopedia y del SOAT NO SON NIMIEDADES. Existen cientos de IPS dirigidas por voraces mercaderes, y atendidas por atracadores con bata, hampa de cuello blanco, pero hampa al fin y al cabo.

¿O como catalogar a un médico o médicos que se prestan a realizar cirugías de todo orden a cualquier accidentado en un accidente de tránsito sin necesitarlas? ¿O que le solicitan cien estudios radiológicos y se comen 26 millones de pesos en 24 horas? ¿Qué decir de ciertos intensivistas que llenan las UCI con pacientes en estado terminal, sin posibilidades de recuperación y los mantienen pegados a un ventilador, con muerte cerebral, tan sólo para facturar servicios?

¿Cómo llamar al malgeniado Doctor que en el hospital público está reubicado para no laborar por enfermedad desde hace diez años, pero en la clínica privada si opera lo que llegue, a la hora que sea? ¿Y qué del médico inescrupuloso que reubicó al anterior, en vez de incapacitarlo y darlo de baja para trabajar y pensionarlo como debería hacerse? ¿Y cómo llamar al cirujano de turno en el hospital público que deja morir a una niña de seis años por una peritonitis, porque estuvo de turno en otra clínica el día anterior y estaba muy cansado para atender a la menor que llegó a las 3 de la mañana y se la deja al otro cirujano que llega a las ocho de la mañana?

Y podría seguir con miles de casos con oncólogos, neurocirujanos, ginecólogos, hematólogos, reumatólogos, gastroenterólogos y todos los ólogos, a cuál más de irresponsables y antiéticos. Vamos a asumir que sólo el 10% de los profesionales médicos son deshonestos: estaríamos hablando de casi 15.000 individuos delinquiendo de forma impune, que hoy logran desangrar cualquier sistema.

Y cierto si, que las EPS ganaron mucho dinero en los primeros tres o cuatro años, pero en la actualidad no hay plata que resista el gasto inveterado de un gremio corrupto, mal preparado y sin escrúpulos, que considera mala remuneración cualquier salario de hospital público, y ejerce su posición dominante en muchas regiones del país y sólo atiende si le pagan a destajo, por adelantado.

Claro que a ese doctorcito no le importa que lo pongan en nómina, con prestaciones, porque su avidez por el dinero es tal que piensa que nunca va a envejecer, porque se mete 70 u 80 millones mensuales al bolsillo. Cada vez que se “quiebra” una EPS, de las que saquearon el Erario Público, con anuencia de "grandes políticos", o se cierra una IPS, el aporte de los médicos inmorales, que por desgracia no son pocos, fue muy grande.

Al proyecto hay que hacerle ajustes, hay que acabar con la intermediación. Basta de creer mentiras de la prensa servil y progodarria: Petro no quiere acabar con la salud de los colombianos. Ya se sabe quiénes están detrás de este montaje de desinformación y mentiras para perpetuar la corrupción y miseria que han sembrado por siglos y recuperar el poder.

Mañana le inventarán a la Ministra Corcho que el sistema propuesto por gobierno lo copió de alguien, que es comunista, de estrato social bajo y que el actual modelo de atención en salud es el mejor del mundo. Pero no es cierto, aunque tampoco es tan malo como clama la gente.

Las culpas las tenemos todos, por acción y por omisión. Así que tenemos que moralizarnos frente a lo público y a lo privado, frente a la vida, hay que mirarnos en el espejo y ver cuánto de toda esta tragedia nos corresponde a cada colombiano y enmendar nuestros errores. Si hubiésemos cambiado estas formas de delincuencia hace 25 años, no tendríamos los problemas que nos agobian actualmente, pero ya hay que parar el asunto y reiniciar con entereza y con entusiasmo, o dentro de diez años se habrán perdido otros diez billones.

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