Herederos del mal
Opinión

Herederos del mal

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septiembre 18, 2014
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Siguen, están, ejercen, acontecen, en su quinta esencia: hijos, cónyuges, tíos, sobrinos. A mansalva y sobre seguros; sin riesgo de que se pierda el poder devenido en heredad de su travesía por  vericuetos y atajos que interfieren su correcto, transparente y decoroso

Herederos supérstites de un poder, que es económico primero y luego electoral, ofician en sus regiones con todas las garantías, prerrogativas y plus, que su adquirida  condición impone al Estado y a la institucionalidad proveerles y garantizarles por la especial circunstancia de ser parte básica de la nomenklatura.

Si bien se invocan razonamientos lógicos para omitir y desvincular de la realidad el origen de sus advenedizas investiduras y poderes, no es menos verdad que de no descender de quienes descienden o entroncan, jamás habrían escalado las alturas sobre las cuales se asientan y detentan, sin decoro ni escrúpulos, en beneficio de su causa y cauda particular.

En no existiendo en nuestro Estado de Derecho” delitos de sangre”, no vamos a invocarlos como razón valedera para referirnos a cuanto de perjudicial tiene para la democracia, el gobierno, la política y la institucionalidad, el modelo y prácticas recogidas y documentadas por León Valencia y Ariel Ávila Martínez, de la Fundación Paz y Reconciliación, en su recientemente publicado libro Herederos del Mal: Clanes, Mafias y Mermelada, (2014) Colombia: Ediciones B.

Cuanto se recoge, analiza y divulga en este documento, viene a configurar una verdad irrefutable de todo lo que hoy acontece en el espectro político nacional; las distorsiones de las formas y medios de hacer política; la emergencia de una clase, cuya categórica vocación es la captura del poder, del Estado y la institucionalidad, por el atajo de la ilegalidad y la política.

Si bien Herederos del mal, no totaliza la panorámica nacional, tampoco viene a ser  “más de lo mismo” y “contra los mismos” tan ponderada como valiosa memoria de nuestro presente y anticipo pavoroso de nuestro porvenir.

Ni siquiera es “más de lo mismo”, es lo mismo, pero referido a “10 departamentos del país: Valle del Cauca, Casanare, Santander, Arauca, Sucre, Bolívar, Córdoba, Magdalena, Cesar y La Guajira”, en los cuales el poder de esta nueva clase avanza incontenible en su objetivo de capturar el Estado, las rentas y el territorio, sea cual fuere el medio para lograrlo.

Vale decir, mafias, paramilitares, burocracia, compra de votos, corrupción y mermelada de todas las marcas y sabores, pues en su estrategia para alcanzarlo todo se vale.

De eso, trata el libro. Y de decir con coraje, y cojones, quienes encarnan, representan, ejecutan, heredan y usufructúan un “modelo”, en cuya génesis y alumbramiento figuran los prohombres que, lustros atrás, se alzaron con departamentos enteros de Colombia saqueándolos e imponiendo por la fuerza de la subordinación electoral y la violencia  su poder hegemónico.

El mismo que hoy heredan a sus vástagos y cognados y multiplican mediante alianzas de todo tipo, matrimonios, negocios, compadrazgos, para hacerlo más efectivo y productivo en beneficio del clan que los agrupa para los fines propios de una actividad, la política y la administración pública, convertida hoy por ellos en criminal y catastrófica para el país.

Hay departamentos en los cuales el azote del “modelo” impuesto ha sido inicuo, al punto que de las “casas reinantes” en jurisdicciones como Sucre, una de ellas ostenta en la actualidad gobernador y tres senadores elegidos por diferentes siglas y un solo fin, el de concentrar poder para los fines propios del modelo heredado y reproducido a escala cada vez mayor.

Igual debe ocurrir en otras regiones, en las cuales la estrategia ha dado resultados con el concurso aberrante de la institucionalidad, los órganos de control, la justicia  y los diferentes poderes configurados y conformados a la medida y término de los fines que enmarcan la “toma” del poder, el Estado, las rentas y el territorio, por Los herederos del mal.

Léanlo.

Pero no se queden ahí. Hay que decidir entre quedarse en la lectura y el registro de prácticas mortales para la democracia y la paz de Colombia y asumir el compromiso rotundo de combatir y derribar ese monstruo.

Poeta

[email protected]

@CristoGarciaTap

 

 

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