¡Hasta que por fin pega una de RCN!

¡Hasta que por fin pega una de RCN!

Sin La Voz Kids, Caracol parece no tener mucho con qué responder a Diomedes, el cacique de La Junta. ¿Será este el fin de la crisis de RCN?

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enero 14, 2015
¡Hasta que por fin pega una de RCN!

Cuán cierta es aquella frase que reza “que hablen bien o mal, pero que hablen” y lo sucedido el día del estreno de Diomedes, el cacique de La Junta así lo demuestra. Si nadie hubiera criticado ni atacado a la novela desde que hace más de un año –cuando el cantante aún vivía- se supo de su concepción, si los periodistas, los tuiteros y los críticos la hubieran dejado pasar desapercibida todo este tiempo hasta hoy, no se habría estrenado siendo el programa más visto de la televisión colombiana. La última producción del Canal RCN logró algo que parecía imposible: alzarse en el primer lugar de la parrilla nacional con 12.2 puntos y reducir a un desvalido Niche, que sin el arrastre de La Voz Kids, por sí solo no pudo conseguir más que unos tristes 6.8 puntos. Felicidad total en la avenida de Las Américas.

Es cierto que llegó pisando fuerte en el primer lugar pero 12.2 puntos de rating es una cifra que si bien en estos momentos da para celebrar tampoco es para confiarse porque visto desde un contexto más global y en relación a las cifras que marcaban producciones en décadas pasadas, 12.2 puntos no son nada. En efecto, los números han disminuido para las producciones colombianas, porque cada vez son más los televidentes que migran hacia canales extranjeros o internet, por eso es que con aquellos que todavía siguen fieles al producto interno bruto marcar 16 o 18 puntos es toda una proeza que recientemente logró La Voz Kids. Siendo así, hay que esperar por lo menos una o dos semanas y mirar qué dicen los números para entonces, pues la cifra en cuestión podría ser traicionera.

¿Tendrá Diomedes la capacidad de enganche necesaria para retener la audiencia de su primer capítulo? Solo el tiempo lo dirá, pero lo cierto es que RCN le metió todas las ganas a la que desde hace más de un año veía como su salvación, y esto fue evidente en el primer capítulo. Contrario a lo que ya se había vuelto predecible esperar del canal cada vez que nos prometía una novela de ambientación costeña, anoche vimos una costa muy distante de la reflejada en corroncho-novelas como La Playita, El día de la suerte o Chepe Fortuna. La producción técnicamente lucía impecable, no se notaba la iluminación artificial propia de los estudios ni se sentía la escenografía improvisada, ni la falsedad propia de la imagen en las ya mencionadas. Al menos en el sentido técnico –y a juzgar por lo visto hasta el momento- no hay nada desafortunado para comentar de la telenovela, salvo por el inverosímil golero computarizado que se le apareció al papá de Diomedes antes de ir a la gallera. Ahora bien, si nos vamos más allá del sentido técnico de la producción y llegamos a un ámbito más general de lo que significa contar la historia de Diomedes Díaz en televisión, en esta época y a ésta sociedad quizá no saldría tan bien librada.

Vimos actuaciones precisas, ni exageradas ni débiles sino en su justa medida. Inclusive el ex senador Álvaro Araujo, quien desde los tiempos de Escalona no actuaba, estuvo al nivel del elenco durante su regreso a la que si hubiera sido su profesión de vida le habría evitado muchos dolores de cabeza. Si la seguimos abordando desde el sentido estrictamente técnico, nos encontramos con un primer capítulo dramáticamente bien construido. Es decir, introduce tanto a la historia como al protagonista, muestra un conflicto, un ambiente, tiene puntos de giro y se nota que está diseñado para enganchar, como también lo estarán los cuatro siguientes. En televisión se acostumbra a cuidar minuciosamente la calidad de los primeros capítulos aun por encima del resto de la producción, pues estos tienen la misión de atrapar al televidente, por esa razón es que estos no son suficiente material para determinar la calidad general de una producción; hay que ver si éste nivel se mantiene durante lo que sigue.

Álvaro Araujo interpreta a uno de los amigos de Diomedes de niño

Álvaro Araujo interpreta a uno de los amigos de Diomedes de niño

La crítica que se le ha hecho a todas las bio-novelas es no contar las cosas como fueron, lo cual a modo de crítica es bastante desacertado pues tampoco tienen por qué hacerlo. Hay que entender que el trabajo de los libretistas no es contar una historia como fue sino contar una historia que sea entretenida, más no real, para lo cual deben dinamizarla añadiéndole elementos que no necesariamente estuvieron en la realidad. Quien pretenda ver una historia como realmente fue en una producción de este tipo está pidiéndole peras a al olmo y mejor búsquese un documental o lea un libro porque los libretistas son libretistas, no periodistas ni historiadores.

Más acertado sería otro comentario tan común como verdadero en cuanto a nuestra producción televisiva. Es lamentable ver como la televisión nacional se redujo a tres categorías:

  1. Cantantes, futbolistas y demás (Bio – novelas).
  2. Policías y ladrones (Narco – novelas).
  3. Adaptaciones criollas de formatos extranjeros.

 

Si bien es cierto que empezamos por Escalona hace más de dos décadas, nuestra pantalla chica se quedó atrapada entre las tres anteriores desde 2009 cuando la vida de Marbelle llegó a la pantalla, seguida por Joe Arroyo, Helenita Vargas, Pablo Escobar, El Pibe Valderrama y su selección, Los hermanos Castaño, Rafael Orozco, el Grupo Niche, ahora Diomedes, en 2015 también veremos a la madre Laura –La Hija de Jericó, una serie protagonizada por Julieth Restrepo de 30 capítulos cuyas grabaciones empiezan en febrero- y al parecer se acabaron los cantantes nacionales porque se viene Celia, siendo la Guarachera de Cuba tan colombiana como Vicente Fernández o Carlos Gardel. A todas estas, ¿Para cuándo la novela del gol de Yepes?

En ese orden de ideas Diomedes, el cacique de la junta es más de lo mismo y ya sabemos qué nos van a mostrar. Por ejemplo, en las bio-novelas suele suceder que la primera escena es el personaje después de haber estado en su cúspide luchando contra sus males.  En este caso fue al Diomedes periquero, igual que como empezó la telenovela de Joe Arroyo. De ahí en adelante ya se puede predecir toda la novela: acto seguido hay un flashback a los tiempos cuando el protagonista no era más que un joven soñador y humilde, luego veremos a un personaje luchando duro para salir adelante, se enamoró varias veces, como todo buen ser humano comete errores siendo siempre una víctima de las circunstancias, más tarde cae en desgracia y el final suele ser un gran concierto dónde el protagonista se reivindica con su público quedando como un ídolo inmortal.

Lo más fácil es responsabilizar a los libretistas de esto ante lo cual ellos saldrán a decir que la gente quiere ver este tipo de historias y que no tiene nada de malo contar las vidas de nuestros ídolos. Mucha gente desconoce que los libretistas simplemente se atienen a los parámetros de una industria con mecánicas superiores al poder de éstos. En todo caso, dígase lo que se diga hay un fenómeno superior a cualquier argumento, que habla por sí solo sobre lo que ocurre con la tv colombiana: El hecho de que cada vez sean más los colombianos que opten por canales de cable u opciones como Netflix.

Personalmente veo televisión desde antes de tener uso de razón. Desde los primeros años cuando mis padres por su trabajo me dejaban al cuidado de las empleadas domésticas quienes no hacían cosa distinta a ver telenovelas conmigo al lado, por tal razón a los 7 años ya había visto una y otra vez la trilogía de Thalía y sus “Marías”. Hasta hace diez años el espacio posterior al noticiero de las siete era sobre el cual giraba mi día para saber qué iba a pasar cada noche con historias como Pecados Capitales, Betty la fea, Juegos Prohibidos, María Madrugada, El Auténtico Rodrigo Leal y demás títulos que se me escapan en este momento. Así pasé por lo menos la infancia, la adolescencia y otro tanto después para completar los primeros 20 años de la vida. Lo bueno de lo que está pasando hoy día es que desde hace unos años a esa hora prefiero hacer ejercicio, verme con alguien o inclusive, leer un libro.

Por @enriquecart

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