¿Hasta dónde nos llevará la guerra en Ucrania?
Opinión

¿Hasta dónde nos llevará la guerra en Ucrania?

Lo de Putin no es un bluf. Si no se concreta el objetivo de la ‘operación especial’ seguirá en su propósito; no admitirá un fracaso y menos la derrota ante Ucrania

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octubre 05, 2022
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Comencemos por el final, o sea si el válido el temor de que lleguemos a una confrontación nuclear y por qué.

Premisa mayor: Putin no hace blufs. Utiliza su capacidad de fuerza y cumple lo que amenaza. Y es consistente con sus planteamientos.

Así subió al poder sometiendo a los chechenos y a los armenios en defensa de la integridad territorial rusa.

En 2007 en la Conferencia de Seguridad de Múnich Putin intentó un sondeo para acercarse a la Unión Europea sin lograrlo y desde entonces advirtió que eso desembocaría en problemas futuros.

Ese paso definió tres situaciones: la condición de la OTAN como continuación de la alianza militar frente a Rusia; el distanciamiento entre la Rusia de Putin y Occidente; y el punto de confrontación que se desarrollaría, o sea ¿hasta dónde podrían extenderse las órbitas de influencia respectivas?

En ese momento Putin no era tan poderoso internamente y Rusia apenas comenzaba su florecimiento bajo ese gobierno. La OTAN ya había cooptado países del Pacto de Varsovia y Putin notificó que no aceptaría que esa expansión incluyera aliados de la OTAN con armamento nuclear en sus fronteras -es decir, a antiguos Estados de la Unión Soviética-.

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Los políticos y los periodistas no advirtieron lo que se vendría, pero si lo hicieron profesores y académicos especialistas en análisis geopolítico como Kissinger, Brzezinsky o Mckinder

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Así se dio la entrada a la Unión Europea de Letonia, Lituania, o Estonia pero sin pertenecer a la OTAN (como lo estaban Suecia y Finlandia). Después vinieron las llamadas ‘Revoluciones de colores’ donde revueltas populares (lógicamente apoyadas o propulsadas por Occidente) buscaron remplazar gobiernos prorusos en Georgia y Bielorusia, las cuales fueron reprimidas por los gobernantes prorusos (presumiblemente respaldados e inducidos por Rusia).

Le llegó el turno a Ucrania donde en 2014 en el llamado Euromaidan sí se logró el cambio de orientación del gobierno. Lo cual desencadenó varias acciones que se explican claramente desde el punto de vista ruso (porque Ucrania es un país compuesto o constituido por cerca de la mitad de elementos étnicos, lingüísticos, históricos, etc. con vínculos estrechos con Rusia -).

La primera, la toma de la península de Crimea y Sebastopol sede de la Flota Rusa, su única salida al mar diferente al báltico y en ese sentido único contacto durante todo el año con el mundo. Por eso la anexion inmediata y con respaldo de la población de este territorio.

Y la segunda el levantamiento de las provincias del Este, el Donbás, en búsqueda de una independencia o un régimen federativo que les diera autonomía ante el gobierno prooccidental; en Donetsk y Lugansk se produjeron represiones por los ejércitos ucranianos -siendo éste el inicio de la ‘guerra de Ucrania’-.

La posición de Putin -además de naturalmente respaldar esos levantamientos- fue la de exigir que se garantizara que Ucrania no entraría a la OTAN, es decir que no hubiera posibilidad de armamentos bélicos -especialmente nucleares- en su contra en sus fronteras.

Occidente no acordó esa pretención y Putin llevó su ejército a la frontera pronunciando un ultimátum que no fue atendido. Es decir que a pesar de los antecedentes de la manera de ser y de actuar de Putin creyeron que podía ser un bluf, que no cumpliría su amenaza.

La Unión Europea -y no la OTAN- respondió que mantenía su principio de ‘la libre determinación de los pueblos’, es decir que defendería el derecho del Gobierno Ucraniano de solicitar su ingreso a esa alianza militar.

Putin declaró su ‘operación militar especial’ la cual no se ha buscado explicar en qué consiste o qué busca: Occidente asume que en últimas es apoderarse de parte de Ucrania; y para los rusos es probable que les sea presentada como el apoyar la independencia de las provincias que ven como sometidas a un gobierno que no quieren.

Lo más reciente es que Putin declaró que utilizará todos los medios para cumplir el propósito de la ‘operación especial’ (es decir incluidos como medios los de armas nucleares, y sin precisar el objetivo de esta). Y concretamente que se repetirán los referendos y reconocerá el sentido de ellos (también bajo el principio de ‘la libre determinación de los pueblos’).

Occidente y más concretamente Biden -como si fuera vocero de los 33 miembros de la OTAN- ha dejado entender que no consideran válidos estos referendos y que también están dispuestos a usar todas las armas para defender esa posición.

Volvemos al inicio de esta columna: lo de Putin no es un bluf. Las ‘sanciones’ -es decir, la guerra no militar- ya está declarada, y afecta a parte y parte. Y si no se precisa y no se concreta el objetivo de la ‘operación especial’ Putin seguirá en su propósito; no admitirá un fracaso en esto y menos una derrota ante Ucrania.

La política americana de buscar destituir a un gobernante (destruyendo al país mediante ‘sanciones’ o guerras) no ha producido como efecto sino la entrega a o fortalecimiento de sus enemigos (casos Irán, Irak, Afganistán, Vietnam, Corea, Venezuela, Cuba, etc.). Que Putin caiga no parece fácil. Para que la OTAN ataque directamente a Rusia se requiere una unanimidad que parece difícil de alcanzar (la guerra afectaría sobretodo a los países y poblaciones de Europa).  Que Estados Unidos acepte otra ‘echada para atrás’ tampoco se ve fácil. Que mande a sus ‘boys’ a pelear en una guerra convencional está descartado.

Parecería que tanto para Putin como para Estados Unidos la inercia deja pocas opciones diferentes a la escalada nuclear. Y en eso si no se sabe hasta dónde…

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