¿Habrá que empezar a gritar el rey está desnudo?
Opinión

¿Habrá que empezar a gritar el rey está desnudo?

El día de los hechos, el general William Salamanca aseguró que la fuerza pública permanecía en alerta máxima ante posibles retaliaciones

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agosto 30, 2023
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Las noticias del 8 de agosto reportaron la muerte de Alfredo Jiménez, como se había dado a llamar el cabecilla de las disidencias de Mordisco en el nordeste de Antioquia, región a la que había llegado un tiempo atrás, proveniente del Catatumbo, en donde se llamaba Pedro, y en donde los abusos y crímenes cometidos por órdenes suyas se recuerdan con espanto. Unidades del Ejército Nacional lo dieron de baja, tras labores de inteligencia adelantadas por la Policía.

Así lo reportaron las autoridades a los medios de comunicación. Según ellas, el occiso había llegado al Magdalena Medio en el año 2022, con el fin de reestructurar el antiguo bloque que tuvieron las Farc en esa zona del país. Actuaba como comandante del llamado frente 37, al tiempo que coordinaba las actividades de los denominados frentes 4, 24 y 36, que echan raíces en el sur de Bolívar y en los municipios del nordeste y centro de Antioquia.

El día de los hechos, el general William Salamanca, director de la Policía Nacional, aseguró a la prensa que la fuerza pública permanecía en alerta máxima ante posibles retaliaciones. “No descartamos que se presente una reacción cobarde por parte de las disidencias”, afirmó el general. Hoy, los habitantes del nordeste antioqueño y el sur de Bolívar se preguntan indignados en qué consistía esa alerta máxima, por qué prometen y no cumplen.

Es que apenas diez días después del 7 de agosto, cuando cayó el cabecilla, las disidencias, que disponen a sus anchas en la región, citaron a los campesinos Marcos Fidel Jiménez, conocido como Pedro Vaca, Belarmino Tuberquia, Wilson Cañas Franco, a quien todos llaman Wicho, y Alfonso Angarita Ariza, reconocidos habitantes y líderes de la región, con la supuesta intención de conversar. Como quien nada teme, todos acudieron sin prevención.

En Yondó, Remedios y Segovia, nordeste antioqueño, y Cantagallo, sur de Bolívar, todos limítrofes, subsisten amplias zonas selváticas que se extienden al occidente desde el río Magdalena, y sobre todo desde río Cimitarra, en una región en la que la cordillera central se transforma en la serranía de San Lucas, asiento de antigua colonización campesina, acentuada desde los años 80 por la ofensiva estatal y paramilitar en el Magdalena Medio.

Hasta el Acuerdo de Paz de 2016, esa región fue asiento del Bloque del Magdalena Medio de las Farc, del que hacían parte también los frentes 12, 20, 23, 46 y 33 que operaban en los santanderes, todos reincorporados a la vida civil, abriendo un espacio breve de calma. Por diversas razones, tras un tiempo, aparecieron elementos reivindicando la lucha armada, usurpando el nombre Farc y asumiendo una conducta abiertamente descompuesta.

Lo cual coincidió con la actitud del ELN, cuyas actuaciones en nada eran distintas, facilitando el asiento a los recién llegados. Situación que se agravó con la expansión del llamado Clan del Golfo, radicado de tiempo atrás en la zona minera del nordeste antioqueño y en todo ese departamento. Los tres grupos, que paradójicamente exigen fidelidad a la población, simultáneamente la presionan y desesperan, obligándola a soportar sus abusos y crímenes.


Campean libremente por las veredas, amenazando, asesinando, imponiendo censos, vacunando a la población con sumas cada vez mayores. La pena para quien les parece sospechoso es la muerte


Campean libremente por las veredas, amenazando, asesinando, imponiendo censos, vacunando a la población con sumas cada vez mayores, y sometiéndola de manera infame a sus órdenes. La pena para quien les parece sospechoso es la muerte. Y al que no le guste su presencia puede irse cuanto antes. La última prueba de ello es la aparición del cadáver de Marcos Fidel Jiménez, Pedro Vaca, uno de los convocados por la disidencia, en el corregimiento de Carrizal, de Remedios.

Allí fue hallado por la comunidad el pasado 25 de agosto, con un letrero encima que dice: Por sapo. Hay que recordar que en Carrizal existió un ETCR, que fue obligado a desaparecer bajo amenazas de muerte. Los disidentes se comunican permanente con la población de la zona. Al parecer, el fundo en el que el Ejército dio de baja a Alfredo Jiménez pertenecía al campesino asesinado. Eso bastó para que las disidencias lo culparan.

De los otros secuestrados, uno era viejo amigo y el otro vecino de la víctima, por cierto, firmante de paz. El tercero, un motorista que trabaja por el río. A este último lo sindican de haber transportado al Ejército, porque, según ellos, sólo por vía acuática pudo haber llegado la tropa al lugar del asalto. Así, porque se imaginan, y arrogándose el derecho de matar en la impunidad total, los aspirantes a una revolución popular se encargan más bien de infundir terror.

A esta hora, juntas de acción comunal, organizaciones campesinas y humanitarias marchan a Remedios a exigir libertad para los suyos. Ojalá este gobierno, que pregona la paz total y la vida, se decida por fin a garantizar sus derechos a la población campesina humillada. ¿O habrá que empezar a gritar que el rey está desnudo?

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