Luego de una larga espera, queda una inconmensurable euforia y asombro en comunidad científica y aficionada con la divulgación de la primera captura real de un agujero negro. Sin duda alguna, este hito marcará un antes y un después en los retos que se proyectarán en la física moderna del siglo XXI.
Básicamente, un agujero negro es una región del espacio-tiempo que tiene un campo gravitacional inmenso. Tanto es así, que ni siquiera las ondas electromagnéticas o la luz pueden resistir a ser “absorbidas” por este enigmático objeto. El concepto de “agujero negro” fue introducido, por primera vez, en 1967 por el físico teórico estadounidense John A. Wheeler para denominar la destructora región que dejan las estrellas cuando mueren y se “transforman” en un campo de inconmensurable poder de atracción de todo objeto que se atraviese en su camino. Solo hasta hoy, fue posible evidenciar la existencia de dicho objeto que ya había sido fuertemente teorizado, como mero objeto hipotético, durante el siglo XX por grandes íconos intelectuales como Albert Einstein y el difunto astrofísico y divulgador Stephen Hawking quien fundamentó toda su vida intelectual en develar los secretos que esconden estas “licuadoras de información”.
Ahora bien, ¿cómo se logró esta hazaña?, ¿por qué es tan importante? Gracias, al vertiginoso avance tecnológico en materia de observación espacial, el Event Horizon Telescope combinó las señales recibida, a 53, 3 millones de años luz en la galaxia Messier87, de 8 telescopios ubicados en diferentes países y configuró como si de un rompecabezas se tratara, desde diferentes enfoques, una imagen de la sombra de la luz en el horizonte de eventos. Este “horizonte” es una superficie imaginaria de forma esférica que rodea a un agujero negro, en la cual la velocidad de escape necesaria para alejarse del mismo coincide con la velocidad de la luz. De otro modo, es la frontera en donde cualquier objeto que la traspase, entra inmediatamente dentro del agujero y se “pierde” en el vasto campo gravitacional. Por lo que, su captura, se convierte en la primera prueba visible de la existencia de estas regiones en el universo.
Este antecedente único marcará la necesidad de innovar en la tecnología radio-espacial para acercarnos más a la captura de imágenes mucho más detalladas de este ininteligible objeto para descifrar los misterios de nuestro vasto y magnánimo universo.
