Gente buena gente
Opinión

Gente buena gente

Por:
abril 12, 2015
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Natalia tiene esposo, un hijo adolescente, dos perros juguetones, los pies descalzos. Camina por su casa en contacto con la naturaleza y respira con los pulmones dispuestos a la próxima bocanada de aire que desemboca en su boca con una sonrisa que contagia. Tiene esa belleza antioqueña que no conoce bisturí pero que solo puede ser paisa. Es bajita de estatura y alta en aspiraciones. Detrás de esa imagen de postal que les acabo de dibujar pocos adivinarían que la vida de Natalia Ramírez también ha sido de días de dolores profundos y pérdidas irreversibles, pero nada de eso —corrijo: precisamente por esos dolores y pérdidas— es que hoy, mientras trabaja en la dirección de arte de una próxima película por ver en el cine nacional, avanza en un proyecto que nace de su historia personal: Natalia ayuda a los demás a decirle a los ausentes las palabras que no se terminaron de decir. En un país de tantos duelos pendientes ella propone que miremos a la muerte a los ojos y en ella veamos a los que estuvieron con nosotros y ahora no están y hablemos con ellos con la intención de sanar. Hoy vengo a decirte lo que nunca te dije es su propósito íntimo durante años que será pronto una noticia pública capaz de aliviar heridas abiertas. Gente buena gente como ella hay por ahí.

Hernando es un hombre orgulloso de su capacidad de amar. Ama el mundo, la belleza, el conocimiento, honra la amistad y ama a otro hombre además. Lo suyo desde hace mucho tiempo ha sido trabajar activamente para que no sea distinto, raro, censurado o proscrito lo que para él es habitual. Lo que es natural. Hernando Muñoz es catedrático, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas en la U. de A. acompaña a la Unesco y a la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social siendo, muchas veces, su voz aquí y allá. Propone temas necesarios y contemporáneos como la nueva masculinidad. Y eso, entiéndase bien, no es hablar del universo gay sino del papel del hombre incluso consigo mismo en esta hora de la historia. Estudia el bullying y otros fenómenos de discriminación en busca de respuestas científicas a problemas sociales. Hernando a los 13 años sintió sobre sus hombros todo el peso del mundo por ser homosexual: era el niño al que le decían niña, jugar fútbol era imposible porque dolían más los insultos que las patadas: toda esa maldad de la que es capaz la infancia mal influenciada lo quiso condenar a no salir de casa si no quería sentirse mal por existir. De su corazón sacó la fuerza que lo mantiene en pie y que le impulsa a ser activista para que otros no pasen por el infierno al que pudo sobrevivir.

A Natalia le gusta contar historias, quiere comprender lo incompresible y darle voz a los incomprendidos. Eso a veces es difícil de entender para los que deciden qué historias se pueden escuchar en este país. Ha de ser por eso que su mejor apellido es “independiente” cada vez que empieza un proyecto. Ha recorrido el mundo de guerra en guerra buscando paz. Y tantos kilómetros recorridos, idiomas diferentes, acentos distintos, geografías sobre las que la luz del sol ilumina con otras temperaturas… le han servido para confirmar el compromiso con su raíz. Después de adentrarse en Libia para contar la resistencia de aquel pueblo decidió irse a La Habana a ser testigo del momento histórico que nuestro país atraviesa y va a contarnos esa historia como nadie mas lo hará. Y en medio de todo aquello le compró una rosa a la vendedora de rosas y está dispuesta a mostrarnos a Leidy Tabares como nadie la ha visto. Claro que hacer lo que ella hace no es tan sencillo como solo decidirlo: viaja buscando un asociado, se presenta ante jurados en concursos internacionales, se sienta largas horas en salas de espera y no desespera luego de pasar por el martirio de la búsqueda de financiamiento. Natalia Orozco sabe qué es vivir en puntos suspensivos para que sus documentales conozcan el punto seguido y a las historias de muchos no las sepulte el olvido con su punto final.

Hay gente buena gente que son héroes de todos los días, sin capa, sin superpoderes, que hacen del mundo un mejor lugar. Gente que cada día tanto hace tanto por los demás. Gente como el que hace los botones de la camisa que usas, o los que hicieron la mesa o armaron la puerta por la que entras, gente buena que te lleva seguro a casa conduciendo el metro, gente como tantos que conoces que simplemente deciden cada día levantarse a trabajar, a estudiar, a hacer lo suyo sin importar que cada noticiero insista en que no hay motivos para levantarse de la cama esta mañana. Y eso que hacen siempre involucra la búsqueda del bienestar para alguien más.

Gente como Natalia, Hernando o Natalia. Gente como vos, si te mirás al espejo.

Hay gente que es buena gente. Qué bueno que hay gente así.

@lluevelove

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