¡Garanticemos para siempre nuestra seguridad alimentaria!

¡Garanticemos para siempre nuestra seguridad alimentaria!

"Cuidemos a nuestros productores rurales creando las condiciones necesarias para una nueva ruralidad fuerte y orgullosa"

Por: JOSE CARLOS COELHO DE OLIVEIRA
junio 03, 2020
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¡Garanticemos para siempre nuestra seguridad alimentaria!
Foto: Pixabay

Aprovechando la radiografía diagnóstica que trajo la pandemia de la paupérrima situación social del país —donde han quedado al descubierto años de políticas encaminadas a favorecer al establecimiento y a mantener al resto de la población como meros espectadores, con cerca del 50% de la población activa en condiciones de informalidad—, intentaré hacer unas reflexiones sobre el sector agropecuario, con base en mi experiencia de 30 años vinculado a este, ya sea como veterinario de campo, productor de ganado o docente universitario.

Ha quedado claramente establecido que lo que no ha faltado en Colombia ha sido la comida. No hay más que recorrer los diferentes centros de abastecimiento para darnos cuenta de que en esta cuarentena siempre ha habido una oferta permanente de los productos que nos ofrece el campo y que constituyen la llamada seguridad alimentaria.

La seguridad alimentaria es un concepto que nace en aquellos países que han vivido catástrofes de larga duración, como la segunda guerra mundial, y en las que su población ha pasado hambre, no teniendo nada que comer, ni nada que producir luego de la devastación causada por el conflicto. Es por eso que hoy, esos países cuidan como nadie su sector productor de alimentos, lo apoyan, ofrecen subsidios si es necesario, pero de ninguna manera ponen en riesgo la independencia que les da poder alimentarse con lo que producen.

En Colombia, la producción de alimentos ha sido el resultado del esfuerzo diario de los “campesinos”. Muchas veces este personaje es visto de forma peyorativa por los consumidores citadinos, tal vez por usar ruana o por tener las manos ásperas, pero definitivamente ellos son nuestros verdaderos productores agropecuarios, detentores de un saber ancestral que hoy nos garantiza nuestro plato diario de comida.

Nuestro país tiene una situación social privilegiada en su sector agropecuario sobre todo en la región andina: la gran mayoría de productores son pequeños, pero son propietarios de la tierra, viven en ella y laboran generando su ingreso de lo que produce su predio. A pesar de ser una economía de subsistencia, minifundista, esta aporta en gran medida a la producción de alimentos a nivel nacional. Este es el gran activo que tiene la nación: productores propietarios con la cultura (conocimiento ancestral) necesaria para poder producir los alimentos que constituyen nuestra seguridad alimentaria.

La nación debería mantener esa estructura, apoyarla institucionalmente, organizarla en asociaciones que les permitan ser más eficientes, cambiando esa economía de subsistencia por una economía agropecuaria fuerte con presencia en el mercado, que le permita a ese productor tener una mejor calidad de vida, afincando en sus propios predios a las generaciones jóvenes, que nacen y se empapan desde niños de ese saber de sus ancestros, evitando así su migración hacia la ciudad.

Esto evitaría que esas tierras sean adquiridas por grandes empresas que definitivamente cambiarán ese tejido social por otro, transformando el paisaje en gigantescas extensiones de tierra sembradas en monocultivos de soja, maíz, caña, etcétera, y donde el despoblamiento rural es total con el agravante de que cuando las condiciones macroeconómicas cambian y llegan momentos difíciles, esas empresas se van y dejan atrás desolación, pobreza y desempleo, acabando con el mayor activo que tiene un país, en este caso, su gente, adaptada y capacitada para realizar estas actividades.

Cuidemos nuestros productores rurales creando las condiciones necesarias para una nueva ruralidad fuerte y orgullosa. Además, garanticemos para siempre nuestra seguridad alimentaria.

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