El modelo neoliberal para América Latina, en la década de los 90, impulsado por Ronald Reagan, el entonces presidente de Estados Unidos, y Margaret Thatcher, la primera ministra británica, fue lo que llevó a que en países como Colombia se incrementara el desempleo y por ende los niveles de pobreza y miseria extrema.
Dos personajes en Colombia siguieron al pie de la letra los mandatos de Reagan y Thatcher: César Gaviria Trujillo y Álvaro Uribe Velez. El uno como presidente de Colombia y el otro como senador para ese momento.
Fueron estos dos los que impulsaron la famosa apertura económica que trajo consigo la privatización de muchas empresas del Estado, porque según ellos (Reagan y Thatcher) el Estado colombiano era muy grande y había que desestatizarlo, desregularlo.
Además, para poder impulsar la política neoliberal había que modificar el régimen laboral existente en Colombia mediante una ley. El proyecto fue presentado al Congreso de la República, y su ponente y defensor fue Álvaro Uribe Vélez.
Como paréntesis, mucho antes de aprobarla el asesinato de dirigentes sindicales y las masacres en Colombia se había incrementado, era imprescindible sembrar miedo y terror en todas las poblaciones para diezmar al movimiento sindical colombiano, que en la década de los 80 tuvo un gran auge, e incluso era uno de los más fuertes de América Latina.
Retomando, el Congreso de la República aprobó sin ningún contratiempo la Ley 50 del 90, la cual fue el arma letal para poner en práctica la famosa apertura económica. No hubo inconvenientes en su aplicación. Para ese momento los sindicatos estaban débiles, y si cualquiera de sus dirigentes se oponía a las políticas de Gaviria y Uribe había que darle un escarmiento.
La Ley 50 del 90 fue la que le abrió las puertas al desempleo en Colombia, a la pobreza, a la miseria extrema. De hecho, como fruto de esta surgieron fenómenos como el mototaxismo, vendedores ambulantes a granel, entre otras. Es decir, el trabajo informal se incrementó.
Además, las condiciones laborales cambiaron, se hicieron más inestables con los contratos basura. Incluso, hoy en día la mayoría de los contratos de trabajo son a término fijo por 1, 2, 3 ,4 meses o más. La duración no debe ser superior a los tres años y puede ser renovado indefinidamente, así como quedó establecido en esa legislación.
No obstante, anteriormente los contratos de trabajo eran a término indefinido, con un período de prueba de dos meses. Si un trabajador llevaba 10 años en una empresa tenía una relativa estabilidad laboral, no lo podían despedir así por así, a menos que cometiera una justa causa de las establecidas en el Código Sustantivo del Trabajo. Así mismo, los trabajadores tenían derecho a la retroactividad de las cesantías, y los intereses de las cesantías eran sobre todo el monto del dinero de las cesantías acumuladas, no como ahora que pagan los intereses por el último año.
Con todo este panorama, en el gobierno de Andrés Pastrana comenzó a surgir el mototaxismo como una alternativa para sobrevivir. Para el año 2002 cuando Uribe tomó la presidencia el fenómeno estaba en ciertas ciudades de la costa atlántica, pero cuando entregó su mandato en el 2010 el número de mototaxistas se había incrementado en más de un 1000% y se expandió a todo el territorio nacional.
El mototaxismo no se combate con decretos de restricción a su uso. Cada persona que labora en una moto es un desempleado que tiene unos hijos que le lloran comida. Además, a nadie pueden obligar con un decreto a que se siente en una mecedora a dejarse morir de hambre y a sus hijos también. Esos desempleados que hoy son mototaxistas si no los dejan trabajar, ¿qué harán?, ¿robar?, ¿matar? Ellos tienen una responsabilidad con su familia y deben responder.
Seamos sensatos, si queremos acabar con el mototaxismo busquémosle una salida seria a estas personas para que solucionen su problema económico. Así como los hijos de transportadores, alcaldes, concejales, congresistas, ministros o gobernadores tienen derecho a comer, los hijos de esas personas también.
Hay muchas maneras de hacerlo legalmente, lo que falta es voluntad política. ¿Pero saben qué? No lo van a hacer. ¿Saben por qué? Porque el mototaxismo ha enriquecido a muchos: empresarios, políticos, alcaldes, concesionarios de motos, comandantes de policías, bancos, estaciones de gasolina, a los dueños de los patios y las grúas. Esta es la gran verdad sobre el mototaxismo.
