Exguerrilleros que exponen y negocian en Corferias
Opinión

Exguerrilleros que exponen y negocian en Corferias

Artesanías, pinturas, productos comestibles, sacha inchi, el maní de los aborígenes y sus derivados. Y el café de exportación y la cerveza La Roja. Los exguerrilleros se vuelven empresarios

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julio 19, 2019
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Conocía a Fanny Antequera hace un poco más de 25 años, cuando era guerrillera de Cuarto Frente de las Farc, en el nordeste antioqueño. La recuerdo uniformada de verde, salir de los campamentos en labores de organización de masas, es decir, de relaciones políticas con la población civil de las regiones. Su carisma llamó la atención del Bloque del Magdalena Medio, que la recogió para trabajar en la misma actividad en el sur de Bolívar.

Siempre modesta y sonriente, trabajaba como una hormiga, con su equipo a la espalda y su arma al hombro, atravesando selvas y ríos para llegar a los caseríos y predios de los campesinos hundidos en las montañas más lejanas. Hace unos días, en Agroexpo, en Corferias, en Bogotá, subí al segundo piso del pabellón número 6, donde se hallaban expuestos algunos productos de los procesos productivos de los exguerrilleros de las Farc. Allí estaba ella.

No se llamaba Andrea, como antaño, y su porte de amazona había cedido lugar al de una mujer madura y analítica. Me recibió con alegría y de inmediato comenzó a explicarme en qué consistía el esfuerzo que hacían los exguerrilleros allí presentes. Ofrecían los productos elaborados con sus manos en los espacios de reincorporación. Nuestra conversación se interrumpía con frecuencia ante las preguntas de los visitantes que querían comprarlos.

 

En Corferias se pregunta por  La Roja, la cerveza artesanal de los reincorporados de Icononzo, Tolima Foto: Gabriel Ángel

 

Uno de ellos se le acercó a preguntarle por La Roja, la cerveza artesanal que los reincorporados de Icononzo, Tolima, intentan posicionar en el mercado de la capital. Quería al menos llevar una, dijo ser coleccionista, con centenares de cervezas de todo el mundo en su casa. Con la habilidad propia de una relacionista pública, Fanny le expuso las razones por las que la cerveza no estaba allí, pero se comprometió a hacerle llegar una en unos cuantos minutos.

La dejé y me acerqué a un escritorio dispuesto en el rincón del stand, donde dos hombres con grata apariencia gerencial, se ocupaban de atender a otros que ofrecían sus servicios o productos, o se interesaban por los procesos productivos y planteaban negocios con ellos. Sentí un golpe de satisfacción, y a decir verdad, de orgullo. Uno era el viejo Rafael Malagón, ahora Germán Moreno, el otro, Federico Nariño, ahora Julio Cesar Orjuela.

Los dos trabajan con Ecomún, las Economías Solidarias del Común, el ente producto de los Acuerdos de La Habana, con el cual se pretende agrupar, para coordinar y promocionar, las iniciativas productivas individuales o colectivas, de los exguerrilleros de las Farc en todo el país. Si en un espacio de reincorporación producen café, Ecomún intenta que ese café se distribuya en otras cooperativas que comercializan productos en otras partes de Colombia.

Los excombatientes ahora construyen paz y requieren apoyo. Foto: Gabriel Ángel

 

Incluso del exterior. Son diversos los esfuerzos por relacionarse con empresarios de Europa, interesados en contribuir a la paz y a la reincorporación productiva de los antiguos guerreros. Para seguir con el tema del café, por ejemplo, este se cultiva en diversos proyectos en Cauca, Huila, Tolima, Antioquia y Meta. 22 toneladas han sido exportadas y se lograron acuerdos por 180 toneladas más. En unos pocos meses. A eso se dedican, entre otros, Germán y Julio Cesar.

Nadie se hace rico con eso, apenas se intenta sobrevivir y salir adelante. Detrás de la producción del café hay decenas de exguerrilleros en cada espacio, que se levantan a trabajar cada mañana con la esperanza de obtener un futuro mejor. Así es en todos los espacios territoriales, muchos de ellos asediados por grupos herederos del paramilitarismo, bandas criminales, e incluso por antiguos guerrilleros que insisten neciamente en llamarse Farc.

Quizás suene duro decirlo. Pero no todo en la reincorporación son asesinatos de exguerrilleros. Uno se conmueve al enterarse que en el Cauca, por ejemplo, en medio de la hostilidad permanente y las amenazas de todos esos actores violentos, existen grupos de muchachas y muchachos que no se arrepienten de los Acuerdos de La Habana, que se dedican a trabajar y producir honradamente, que construyen país y región con sus manos y sus sueños.

Tomo asiento un momento frente al escritorio donde despachan Julio Cesar y Germán. Los veo y oigo conversar con hombres de negocios que se acercan a proponer alianzas. Me parece increíble. Hace menos de una década estaban en la guerra, pensando en combates, en atentados, en cómo golpear al régimen que los perseguía y bombardeaba. Ahora visten y hablan como expertos comerciantes. En realidad apenas están aprendiendo, pero quieren hacerlo bien.

Artesanías, pinturas, productos comestibles, sacha inchi, el maní de los aborígenes y sus derivados. Allí veo a Nelly, a Nancy, a Carolina, que usaron sus armas en los llanos o el Catatumbo. Ahora construyen paz y requieren apoyo. Me queda una aguda inquietud, todo eso hubiera podido ser más grande, más rico. Estamos aprendiendo, no supimos promocionar bien, la próxima será mucho mejor, me dicen. Amén.

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