Europa: el futuro es la guerra
Opinión

Europa: el futuro es la guerra

Occidente rechaza la oferta de Rusia de negociar el fin de la guerra con Ucania y Europa reemplaza a EE. UU. como principal soporte del esfuerzo bélico de Kiev

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febrero 27, 2024
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La guerra de Ucrania cumple dos años y el Occidente rechaza la oferta de Rusia de negociar el fin de la misma. Por el contrario, se ha reafirmado en la voluntad de continuarla hasta conseguir el objetivo de infringirle a Rusia una derrota catastrófica y ponerla de rodillas. Cueste lo que cueste y lo que nos cueste.

Cabe recordar que esta no es la primera vez que Putin formula una oferta de paz. La más reciente la hizo en marzo de 2022, cuando gracias a la mediación de Turquía, delegados de Moscú y de Kiev se reunieron y  llegaron a un acuerdo por el que las tropas rusas se retirarían de los territorios que habían ocupado en Ucrania y a cambio Ucrania mantendría su estatus de país neutral manteniéndose fuera de la OTAN, reconocería la autonomía política y administrativa de Donetsk y Lugansk, dos regiones ruso parlantes, y daría por bueno el referéndum que legitimó la incorporación de Crimea a la Federación rusa. Con la firma de este acuerdo, Zelenski cumplía la promesa que le hizo a sus votantes cuando fue elegido presidente: poner fin a la crisis de las relaciones con Rusia, desencadenada a raíz del golpe de Estado de 2014 que derrocó a Víctor Yanukovich, el entonces presidente electo. Washington y Londres no aceptaron el acuerdo y enviaron a Kiev con carácter de urgencia al ex primer ministro Boris Johnson para convencer a Zelenski de romper el acuerdo.

Él lo hizo, como bien sabemos, y lo que Moscú pensó que era una mera demostración de fuerza destinada a impresionar a Zelenski, se transformó en el verdadero inicio de una guerra sangrienta y despiadada que, según las propias fuentes ucraniana, ha matado a 31.000 soldados y herido a más de 300.000. Los rusos por su parte reconocen la pérdida de 180.000 soldados, entre muertos y heridos. Las bajas civiles de ambos bandos han sido igualmente dolorosas y ha sido enorme la destrucción de infraestructuras, sobre todo en el bando ucraniano.

Yo intuyo o sospecho que Putin, cuando hace unos días cayó la estratégica ciudad de Avdikika, en Donetsk, después de meses de durísimos combates, abrigó la esperanza de que la misma abría la posibilidad de volver a la mesa de negociaciones con Ucrania. 

Al fin y al cabo, la caída de las fortificaciones dicha ciudad, dadas por inexpugnables, certificó el fracaso total de la contraofensiva ucraniana emprendida en el verano del año pasado, que no logró en todos esos meses ningún avance significativo. Pero el motivo de su hipotética esperanza no era solo esta importante victoria militar. En el frente político la situación de los partidarios en Washington de continuar la guerra estaba y sigue estando muy complicada.

La contraofensiva ucraniana no solo causó grandes bajas en sus propias tropas. También tuvo como resultado la   destrucción en gran escala de armamento pesado y un consumo de municiones que prácticamente agotó las existencias de las mismas, no solo las ucranianas sino la de los países europeos que las han estado suministrando. Un artículo reciente del Financial Times dedicado a la situación en Ucrania, informó que la situación militar es crítica a lo largo de un frente de 1.5oo kilómetros, donde la artillería ucraniana “solo dispone de municiones para disparar al día alrededor de un tercio de las rondas que se necesitan para mantener las posiciones”. Zelenski por su parte clama al cielo para que Occidente multiplique de inmediato el envío de armas y municiones para reponer las cuantiosas pérdidas y “ganar la guerra a Rusia”.

Por estas razones, hace unas semanas el presidente Biden consiguió la aprobación por el Senado, de mayoría demócrata, la aprobación de un paquete de ayuda militar de la impresionante cifra de 83.ooo millones de dólares. 60.000 millones para Ucrania, 14.ooo millones para Israel y 9.ooo millones para Taiwán. El problema es la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, que hasta ahora se ha negado a aprobar dicho paquete, por varias razones entre las que sobresale las derivadas de la campaña electoral en curso. El enfrentamiento en ella entre ambos partidos es verdaderamente feroz, como lo atestigua que Trump este imputado nada menos que 91 procesos judiciales y Biden esté amenazado por un impeachment por su implicación en el entramado de corrupción montado por su hijo Hunter.

El principal argumento de los republicanos en contra de la aprobación del paquete de ayuda es que se debe dar prioridad absoluta a resolver en el conflicto en la frontera con México. Que ellos conciben como una autentica invasión protagonizada por inmigrantes ilegales financiada por los cárteles de la droga, que pone en riesgo la “seguridad nacional” en un grado mayor al que la pone la guerra en la remota Ucrania.


La Unión Europea ha salido al quite para solventar el impase en Estados Unidos y garantizar que la guerra siga hasta quien sabe cuándo


La Unión Europea ha salido al quite para solventar este impase y garantizar que la guerra siga hasta quien sabe cuándo. Ya aprobó conceder ayuda militar a Ucrania por un monto de 50.000 euros en los próximos 3 años. En 2014 su presupuesto militar de 230.000 millones de euros. Hoy suma 380.000 millones.  Cifras pavorosas que, sin embargo, resultan insuficientes para los gobiernos del conservador Rishi Sunak y del “socialdemócrata” Olaf Scholz. El primero ha corroborado el anuncio de que Washington va emplazar misiles de alcance medio con cabezas nucleares en la Gran Bretaña. Algo enteramente previsible, dado el historial de apoyo incondicional de Londres a todas las guerras y aventuras militares emprendidas por Washington desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.  Sorprende en cambio el viraje estratégico que Scholz le está imponiendo a Alemania, un Zeitenwende, una transición de un tiempo a otro, del Welfare State, del estado de bienestar, al Warfare State, el estado de guerra.

La semana pasada Scholz, junto con el primer ministro danés, otro belicoso, puso la primera piedra de una nueva fábrica de Rheinmetall de producción de munición de artillería, confiando que en un plazo récord de dos meses sea capaz de empezar la entrega a Ucrania un millón de proyectiles. Desde el inicio de la guerra le ha vendido 10 millones. Pero este dato le resulta poco para canciller que ya decidió incrementar en 100.000 millones de euros el presupuesto de defensa, ha propuesto a Francia “compartir” el armamento nuclear y está involucrado de lleno en el proyecto de 17 países europeos, incluidas las antes neutrales Austria y Suiza, de dotarse de un potente sistema antimisiles que, como se sabe, sirve tanto para la defensa como para el ataque.  Adiós a la Alemania laboriosa y pacífica, bienvenida la Alemania de nuevo potencia militar y agresiva.

Supongo que todas estas noticias y otras igual de belicosas, habrán despejado cualquier ilusión albergada por Putin y el resto de la dirigencia rusa en una salida negociada a corto plazo de la guerra de Ucrania. Todas anuncian la voluntad de los países europeos, que son tanto de la OTAN como de la Unión Europea, de reemplazar a los Estados Unidos como principal soporte del esfuerzo bélico de Kiev. Lo que estamos viviendo ahora no es más que una tregua, porque tenemos guerra en Europa para rato. ¿Hasta cuándo los pueblos lo decidan? ¿O hasta cuando el mundo entero salte en pedazos?

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