"Estoy jugando por el campo": Diego Fernando Díaz Patiño

"Estoy jugando por el campo": Diego Fernando Díaz Patiño

Pocas veces un aspirante a cargos públicos recoge votos en lugares donde no hizo presencia en tiempos de campaña. Pues bien, eso le pasó a este diputado

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
febrero 01, 2021
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Dentro de las ilógicas reglas no escritas de la política, en especial cuando se trata de la nominación de un candidato a un cargo de elección popular, lo normal es que dentro de su movimiento se tenga previsto recoger cierto número de votos en un sector o una región concreta, tal como lo mandan los cánones de esta actividad desde que nació la democracia, por allá en los tiempos de Solón, Clístenes y Efialtes de Atenas, quienes dieron los primeros pasos en la creación de este sistema en la ciudad de Atenas a partir del año 549 a.C.

Sin embargo, a veces ocurre, como en este caso, que el aspirante recoja votos en municipios y poblaciones en donde ni siquiera hizo presencia en sus tiempos de campaña, como pude rastrear en el sitio web de la Registraduría Nacional del Estado Civil para el caso de los comicios regionales del mes de octubre del 2019. Diego Fernando Díaz Patiño, entonces candidato a la Asamblea de Antioquia y hoy diputado, sacó votos en cada uno de los 125 municipios del departamento, para alcanzar la cifra de 22.540, que fue la llave que le permite ocupar hoy una de las 26 codiciadas curules con las que cuenta la duma de esta sección del país.

A un hombre que nació en las montañas agrestes del municipio de Andes (en el suroeste antioqueño), pero que escogió al municipio de Bello para dar sus primeros pinitos en el difícil escenario de la política, este resultado le produjo una reacción de tal suerte que la comparó con aquel compromiso que se adquiere con la novia al momento de pedirle matrimonio. De allí que una vez tuvo su credencial en la mano, selló el suyo con todos los ciudadanos del departamento sin excepción. Por ello asumió esa responsabilidad con el deseo de llegar a la corporación con los sueños intactos de aportarle su trabajo y su empeño al desarrollo y a la construcción de la equidad en sus territorios.

Cuenta que sus estudios de primaria los hizo en su tierra natal y más adelante se matriculó en el liceo nocturno Progresar Unidos en el sector del Picacho, en jurisdicción de Bello, actividad que combinaba con un trabajo en una panadería de vitrina que nació en el año 1998 del siglo pasado, que tenía una planta de apenas 10 empleados, pero que con el esfuerzo de su dueño y el interés de los trabajadores se convirtió en lo que es hoy: una industria alimenticia que a través de sus más diversos productos hace presencia diaria en miles de hogares de Antioquia, el

Eje Cafetero y Bogotá. Cuenta que lo que en un comienzo significaba el sustento para unas pocas personas, logró un crecimiento que a la fecha cuenta con 400 trabajadores, 3 filiales y más de 70 vehículos en los que se distribuyen sus productos a las tiendas, mini mercados y supermercados de la ciudad y de otras regiones, y cuyo nombre es Natipan, empresa de la que dice estar agradecido por siempre.

El personaje de esta historia de vida es hijo de Luis Fernando Díaz Díaz, un campesino dedicado a la siembra y recolección de uno de nuestros productos de exportación como es el café, nacido en el bello municipio de Jardín, que por su belleza y tradiciones culturales hace parte de la Red de pueblos patrimonio de Colombia, y de Aura Ligia Patiño, los mismos que le inculcaron desde su niñez aquellos valores que hoy parecen perdidos, pero de los que dice que más bien han sido trastocados por las nuevas generaciones que revolvieron todo de tal manera que del respeto queda muy poco; de la honradez casi nada y de la solidaridad, apenas una mención cuando ocurre una catástrofe y hay que zafarse de lo que no nos sirve para dárselo a las víctimas.

Su vida política la comenzó hace poco, cuando presentó su nombre para hacer parte del Concejo de Bello, en donde por esas cosas del destino y de su equipo político, el Centro Democrático, luego de una votación interna le asignó el tercer renglón de una lista cerrada, pero los votos no le dieron el suficiente margen para acceder a la corporación edilicia de este municipio del norte del Valle de Aburrá. Hoy dice que ese no fue ningún intento fallido, por el contrario, ese revés lo animó a seguir en el ejercicio de lo público, y de la mano de su amigo y hoy alcalde de esa cabecera, Oscar Andrés Pérez Muñoz, pero además bajo los consejos de un experimentado y curtido hombre de la política regional como lo es Luis Norberto Guerra Vélez y de Ana Ligia Mora Martínez, quienes vieron en él a la persona que podía servir como símbolo de afinidad con aquel municipio y el resto del departamento, lo incluyeron en la lista de candidatos a la Asamblea de Antioquia, con el resultado reseñado al comienzo de esta nota.

Por llevar más de 23 años de ser habitante de Bello, es enfático cuando señala que le duelen las noticias con las que se ha maltratado el nombre del municipio, del cual dice que allá viven personas de bien y que ello no significa que no se produzcan los hechos de orden público, pero que en nada deben empañar el aporte que sus habitantes le han dado al resto del departamento siendo la cuna industrial por excelencia en años pasados, así como haber acogido a muchas personas de otras latitudes que pudieron salir adelante con sus familias, gracias a la solidaridad de sus habitantes. Como hecho anecdótico, el diputado señala que por esas cosas de los servicios de salud que tenemos en el país, ninguno de sus pobladores pueden decir que nacieron en Bello, por la sencilla razón de que allí no hay hospitales para las maternas y por ello las entidades deben remitirlas a otros sitios, como el mismo Medellín, para que den a luz a sus hijos, un hecho que sucede hace un buen rato.

Dentro de las cosas que tiene claras y que se esfuerza para que algún día puedan ser objeto de cambio, es la que tienen que ver con el tratamiento desigual que se la da a las personas en los escenarios de la vida pública y para ponerse como ejemplo, recuerda que alguna vez, ya como diputado, le tocó identificarse para poder franquear una puerta a la vez que el funcionario de turno le dijo: Hombre, haberlo mencionado antes, y cambió de actitud apenas supo el nivel de su cargo. Esas actitudes, subraya, no las comparte, ya que a todos nos debieran dar el mismo trato por el simple hecho de ser personas y no por el cargo o la dignidad que no son más que accidentes en la vida.

En su relato dice: “Nací en Andes, Suroeste del departamento, una de las regiones cafeteras más importantes de Antioquia, y desde pequeño trabajé recolectando café, por eso comprendo la importancia de nuestros campesinos y del sector rural para el progreso de nuestra región. Soy Abogado de la Universidad de Antioquia y Especialista en Gerencia Social de la Escuela Superior de Administración Pública, y fruto de mi experiencia en la empresa privada y en el sector público, me han permitido contribuir a la construcción de proyectos sociales, económicos y productivos del territorio”. Sin embargo hace un alto para precisar que primero tuvo que sortear algunos obstáculos para encontrar su verdadera vocación profesional, razón para comenzar estudios de Administración Financiera, cursar un semestre de Historia, luego pasar el examen de Odontología a la que nunca se matriculó, hasta graduarse en Derecho y litigar sobre temas de Familia, Laboral y Civil, hasta que fue nombrado como contratista en la gerencia de Maná en el gobierno de Luis Pérez Gutiérrez.

Montó su campaña sobre 8 propuestas para hablar sobre el Desarrollo Sostenible, la Mujer como el motor del desarrollo, la Transparencia Administrativa, un acto por la Equidad por Antioquia y el Emprendimiento y la Economía Naranja, convencido como está de que no el país no podrá sobrevivir sin una apasionada reinvención de la democracia. Esta incluye lograr una política en la que quepan el agua y el oxígeno, las selvas y los territorios, los ríos y los alimentos, la austeridad y la responsabilidad, una democracia donde quepan la belleza y la imaginación, dice mientras revisa los mensajes en su móvil personal, sin que ello logre apartarlo de esta conversación en su despacho en el piso tercero del edificio de la Asamblea Departamental en el sector de La Alpujarra en Medellín.

Dejó en claro que su voto positivo para cambiar la figura de la Fábrica de Licores de Antioquia lo hizo porque esa entidad estaba en mora de ponerse al día con los grandes desafíos que le ponen los mercados y las nuevas modalidades de mercadeo, para la cual la Ley 80 no es otra cosa que un bien mostrenco que no le permite al ejecutivo que esté al frente de la entidad desarrollar una política para conseguir los recursos que tanto necesita la región. Se muestra algo escéptico sobre lo que trae este 2021, marcado por el virus que se ha llevado más de 50 mil almas en el país, pero se muestra confiado en que las decisiones tomadas por el gobierno de Iván Duque Márquez para atender la pandemia, con la vacuna incluida, son tomadas dentro de las propias responsabilidades de un mandatario con el país.

De Aníbal Gaviria Correa, el gobernador de Antioquia, dice que es una persona que está llena de las mejores intenciones y valora el Plan de Desarrollo que un año atrás puso a discusión de la Asamblea, el mismo que recibió los aportes de todos los sectores políticos allí representados. Rescata que está acompañado de un gabinete con personas de un perfil técnico, que conocen los detalles de cada uno de los sectores que manejan y no añora aquellos tiempos en que los partidos y movimientos tenían sus cuotas políticas a cambio del apoyo al gobernante de turno.

Para finalizar, le deja un mensaje a los campesinos que como él, saben que de ellos depende buena parte del futuro del país porque son ellos los que se sacrifican para que nuestras ciudades puedan tener los alimentos, de allí que insistirá en dejar su huella en los proyectos que busquen rescatar el valor de cada uno de ellos a tiempo que lamenta que muchos jóvenes como él hayan tenido que abandonar el campo para labrarse un futuro y dejan huérfanos de sabiduría a un sector cada vez más necesitado de la mano del Estado.

Hace un buen rato que está casado con Jenifer Bedoya, de cuya unión hay dos hijas Laura y Luciana y cada año celebra en la misma fecha su cumpleaños y su aniversario de bodas: el 8 de febrero.

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