Es tiempo de liberar nuestras mentes
Opinión

Es tiempo de liberar nuestras mentes

La historia deja cada vez más claro que fueron los soldados soviéticos quienes consiguieron reducir a las cenizas el totalitarismo nazi

Por:
mayo 07, 2025
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

El nueve de mayo se conmemoran los 80 años de la caída del Tercer Reich tras la victoria y el ingreso del Ejército Rojo a Berlín. El acontecimiento, que definió el futuro de toda la humanidad en el resto del siglo XX, será celebrado de modo trascendental en Moscú, con un acto solemne, al que delegaciones de varias decenas de países han confirmado su asistencia. El acto, a no dudarlo, se enmarca dentro de un sentimiento antinazi.

Se conmemora la derrota de la aspiración de dominación mundial por parte de un grupo animado por concepciones profundamente racistas, que consideraba inferiores al resto de la humanidad, que debía ser esclavizada a su servicio. Claro, aquellos a quienes se les diera el beneficio de vivir, en las condiciones que fuera, porque había otros, como los comunistas, gitanos, negros o judíos, condenados de antemano a la extinción.

De cómo pudo un partido que enarbolaba ideales y propósitos abiertamente contrarios a los más elementales criterios de humanidad, elevarse hasta la cúspide del poder mundial, es un asunto de leyendas. La más socorrida apela a la condición personal del líder, un individuo que con su discurso y estilo consiguió llevar a su país a los extremos de la locura, y al mundo entero a la catástrofe más grande de su historia.

Más exacto examinar las condiciones de la Alemania de entreguerras, sometida a unas sanciones insoportables tras el tratado de Versalles, agravadas además por las consecuencias de la crisis mundial del capitalismo, originada tras el quiebre de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929. Desempleo, hambre, desespero, podrían originar un estallido de temibles consecuencias. Se necesitaba una esperanza.

Una esperanza que no proviniera de Rusia, una nueva y poderosa federación, en la que obreros, campesinos y soldados en condiciones de miseria a causa de la primera guerra mundial, habían realizado una revolución y creado el primer estado socialista del mundo. No sólo en Alemania, sino en el resto de Europa y en América, la posibilidad de una revolución comunista aterraba a las clases capitalistas en el poder.

Detrás del partido nazi, a su sombra, se encontraban los banqueros y empresarios urgidos de un orden que les garantizara la tranquila acumulación de fortunas, sin el riesgo de un terremoto social, al tiempo que la secreta aspiración de derribar ese modelo de sociedad que comenzaba a emerger en la recién llamada Unión Soviética, en donde la gente de su clase había sido expropiada y perseguida, bajo la consigna de igualdad.

A Adolfo Hitler, como lo confesaría sin pudor, el ejemplo de Benito Mussolini le despertaba envidia. Un estado en el que la voluntad de su cabeza careciera de la menor oposición. Para ello era necesario convertir al país en una potencia económica, al precio que fuera, de manera que, mientras la riqueza colmara a los de arriba, la situación de las clases bajas mejorara hasta el grado de conseguir su adhesión plena.

Conseguirlo significaba destruir la Unión Soviética, a su juicio un pésimo ejemplo para los pueblos, lo que acarreaba para su causa el apoyo cerrado de los más poderosos capitalistas europeos y norteamericanos. Por eso pudo contar con los recursos que requería, dinero, materias primas y mercancías. Podía parecer un fanfarrón, pero era el perro guardián que urgían, la garantía para impedir la expansión comunista.

La barbarie nazi, de la mano con el fascismo italiano y el militarismo japonés se convirtieron en el implacable azote de muchos países y pueblos. El afán de Hitler por consolidar un suficiente espacio vital que le garantizara la invencibilidad frente a la Unión Soviética, lo condujo a invadir el occidente europeo, dando pie a la ruptura de su alianza anticomunista. Francia e Inglaterra, a regañadientes, se vieron obligadas a darle la espalda.

Justo reconocer al ejército rojo su sacrificio y heroísmo

Pese al mito creado y difundido por Hollywood, con cuyas películas crecimos varias generaciones, según el cual el norte de África y el día D habían determinado la derrota de Alemania, la historia deja cada vez más claro que fueron los soldados soviéticos, pese a los veinticinco millones de muertos que pusieron sus pueblos, quienes consiguieron reducir a las cenizas al totalitarismo nazi. Es eso lo que se recordará en Moscú.

Justo reconocer al ejército rojo su sacrificio y heroísmo. Y justo dolerse de que, pese al hundimiento posterior del comunismo soviético, siga primando en Europa el afán por aniquilar a Rusia, un país completamente distinto al de ochenta años atrás. Hasta Trump reconoce en público que la guerra en Ucrania no fue voluntad de Rusia, sino de la terca obsesión de Obama y Biden, de la mano con los líderes globalistas de Europa.

Todo obedece a la existencia de los BRICS. Ni Rusia ni China representan un peligro para la humanidad, quizás sí para el modelo de dominación hegemónico. Es tiempo de liberar nuestras mentes. 

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Raíces de paz, sentida despedida a Domingo Biojó

Raíces de paz, sentida despedida a Domingo Biojó

Una mesa de paz se avista en el horizonte europeo

Una mesa de paz se avista en el horizonte europeo

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--