Enseñando uno modifica el mundo y puede hacerlo mejor

Enseñando uno modifica el mundo y puede hacerlo mejor

Julián Esteban Gutiérrez Posada es un ejemplo claro de esta premisa. Entrevista con el investigador y docente oriundo de Caicedonia, Valle del Cauca

Por: Manuel Tiberio Bermúdez Vásquez
octubre 22, 2020
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Enseñando uno modifica el mundo y puede hacerlo mejor

Hay quienes nacen para cantar, para manejar un avión, para enfrentarse a situaciones de riesgo. Otros seres humanos dedican su vida a aprender para enseñar, tal es el caso de nuestro invitado.

Cuando le contacté para una entrevista se mostró sorprendido. Más que sorprendido me dijo que no creía que fuera una persona para hacerle una entrevista, pues simplemente era un ser humano que le gustaba enseñar y aprender para seguir enseñando.

Sin embargo, yo sabía que era de esas personas con las que vale la pena dialogar, saber de su mundo, de sus sueños, de su quehacer como investigador y docente. No en vano su hoja de vida sorprende por lo que ha hecho, y por la trayectoria de enseñanza y de investigador inquieto.

Desde los 13 años empezó a “cacharrearle” a los computadores para saber su funcionamiento y para quitarse esa curiosidad de entender cómo diablos funcionaba el aparato. Comenzó estudiando electrónica y luego lo sedujeron los sistemas, que es el mundo en donde desborda su pasión creadora. Desde esa época hasta hoy su universo personal se divide entre la enseñanza y esos artilugios, casi mágicos, que son las computadoras.

Lo que más le gusta de la computación es poder crear, indagar y seguir los avances porque la informática cambia velozmente y no quiere quedarse atrás. Estudiar, crear y enseñar lo aprendido, en esos pilares cimienta su actividad profesional.

Se llama Julián Esteban Gutiérrez Posada, nacido en Caicedonia, esa tierra montañera que tanto queremos los vividos o nacidos allí.

Luego la vida y sus conocimientos le han llevado lejos de su tierra; bueno no tan lejos, a solo $6.000 de bus. Hoy vive en la ciudad de Armenia donde es docente en la Universidad del Quindío.

Sobre su actividad me dice: "Algo que me apasiona mucho es cuando hago cosas para niños. Mi tesis de doctorado consistió en el diseño de un sistema que les permite a niños de muy poca edad, trabajar con otros niños, aun en situación de discapacidad, para usar un computador y crear historias en la que ellos fueran los personajes de esas historias y contárselas a otros niños, pero sin saber usar el computador, sin tener que tocar ni el mouse ni el teclado”.

También Julián diseñó un software para enseñar virtualmente, pero de una manera diferente al software tradicional. Es decir, en el tradicional el profesor les presenta a los estudiantes información y ellos hacen su trabajo o su examen. "Yo hice ―explica Julián― una aplicación en la que se le presentaba al estudiante una problemática, y él debe resolverla. Para ello tiene acceso a la documentación y todo el material necesario. Lo que hacíamos era invertir el proceso. Le poníamos un problema y a partir de él el estudiante hacia su estudio para resolverlo y todo quedaba registrado”.

Le pregunto a Julián qué considera es lo que se va a quedar definitivamente luego de que pase este momento difícil por el que estamos atravesando en el mundo.

"Pienso que este momento disparó mucho el uso de las tecnologías. Había alguna reticencia, en muchas y variadas instituciones a adoptar la virtualidad a pesar de que era ya de uso a nivel mundial, pero la pandemia activó su aplicación en muchos sectores, no solo en el universitario, sino en colegios, empresas, etc. Esto ha posibilitado que se pueden hacer muchas cosas en todas las áreas del conocimiento y ha abierto, definitivamente, el camino a la virtualidad, a nivel mundial".

Sobre su apreciación sobre esto de las redes sociales y su uso, señala: "Soy partidario de quienes no hacen uso de las redes sociales. Sé cómo se usan, las sé diseñar, pero prefiero no utilizarlas. Conscientemente nunca he abierto una cuenta de Facebook o Twitter; prefiero no tenerlas. Soy de esa corriente y no soy el único en el mundo que está en ella”.

“La razón de mi decisión, es que son herramientas que se pueden usar para lo bueno o para lo malo, pero también uno ve cómo la gente entra en la moda de hacer pública su vida privada y yo prefiero lo contrario: hacer privada mi vida pública. Estar pendiente de lo que otros hacen o publicar lo que yo hago no va conmigo", comenta.

Y añade: "Uso YouTube, pero es para producir material para mis estudiantes, no para mostrar aspectos de mi vida. Tengo un canal en el que subo los videos para mis estudiantes, pero es abierto, cualquier persona que le interese el tema puede entrar sin necesidad de clave o afiliación”.

La ciencia ficción nos ha mostrado en películas y en libros que los robots podrían tomarse el mundo. ¿Qué piensa al respecto?

"La robótica, no creo. La inteligencia artificial ya es un hecho, ya no es ficción. Esta inteligencia es capaz de crear personajes reales o hacer que un personaje determinado diga algo; puede construir películas, crear diálogos, escribir libros, construir artículos; eso ya es un hecho, no es ficción. Que nos lleguen a dominar los robots, no creo, pero que podamos utilizar esa tecnología para aprender; yo creo que sí”.

“Hoy –continúa― existe algo que se llama: la computación cognitiva, en donde yo puedo interactuar con las computadoras mediante el lenguaje natural, como en un diálogo con otro humano. Yo hablo con la computadora, ella busca respuestas y me las da a mí. Pienso que esto, en un futuro no muy lejano, va a afectar a la educación también, no para reemplazar al maestro, pero sí como una herramienta complementaria. En lugar de ir a buscar en Wikipedia, para obtener una información, yo converso con la computadora para que me dé esa información”.

¿Cuál considera es la edad en que un niño debe permitírsele la cercanía con estos aparatos que atraen tanto (computadores, celulares, tabletas)?

"Los niños desde muy chicos ya tienen un celular en sus manos. Puede que no sepan leer y ya saben interactuar con él: poner videos, ver películas, y descubren usos que uno de adulto, ni siquiera sabía en dónde estaba eso. Lo que hay que tratar es de que los niños tengan otros espacios para sus vidas, que interactúen con otros niños, que salgan a jugar, que tomen el sol, es decir que no dejen de ser niños, pero sí utilizar la tecnología para aprender. Es decir, dosificar su uso, pero permitirles que interactúen con estos aparatos”.

¿Qué le gustaría implementar?, ¿o qué se podría implementar para que los adultos dejen de sentir tanto menosprecio o temor por la tecnología y se acerquen a ella con más confianza, con la seguridad de que puede ser una herramienta valiosa para sus vidas?

"Pienso que hay algo que asusta mucho a las personas para su formación y son las notas, los exámenes etc., ese tipo de acciones los alejan del aprendizaje. Hay que crear un ambiente más amable. Que sea como aprender con amigos, espacios en los que uno pueda entrar y encontrar otras personas que tengan los mismos intereses que uno, que quieran aprender lo mismo, pero sin estar pensando en que le van a hacer un examen o que tengo que realizar un trabajo sobre x o y tema. No, que sea como una tertulia en la que nos encontramos para compartir lo que sabemos y aprender del que sabe algo distinto. No sé si exista ese ambiente, pero en informática no lo conozco”.

Siempre he creído que personas como usted deben usar un computador muy sofisticado. ¿Estoy en lo cierto?

"No, es un computador portátil, normal, solo que le tengo algunas cosas necesarias para lo que hago: más memoria, mejor procesador, es decir, que soporte lo que hago para mí y para mis estudiantes”.

¿A quién o quiénes de ese mundo de la informática admira?

"Uno no puede dejar de pensar en Steve Jobs, que fue un visionario. Me gustan sus libros en los que uno puede darse cuenta de la forma en que pensaba, con los pies en la tierra, pero con su pensamiento en el futuro de la tecnología. Bill Gates, otro visionario, que está vigente, pero prefiero a Jobs como creador”.

¿Cómo usar todas estas tecnologías sin que ellas nos deshumanicen; nos alejen de nuestros congéneres?

“Pienso que lo importante es tratar de no perder el contacto humano. Seguir valorando a las personas por lo que son y no por lo que tienen; respetar las diferencias de los otros en sus creencias, políticas etc., compartir con respeto y aprender de los demás.

En la medida que practique esto no me deshumanizo. Cuando comprenda que no debo depender de la interacción con los sistemas artificiales, sino que existen a mi alrededor otras personas, estoy siendo más humano. Es decir, aceptar la humanidad como es: con diferencias, logros, fracasos y diversidades”.

¿Qué es lo mejor que ha podido hacer y que no lo hubieses hecho fuera de este mundo de la informática?

"Lo más gratificante, y todavía lo pienso y me emociono, es cuando hice mi trabajo de doctorado, cuya idea era hacer un sistema que les permitiera a los niños cooperar para crear historias”.

“En la escuela donde hice el doctorado, en Brasil, había una niña con parálisis; no se le entendía lo que hablaba y sus habilidades motrices eran muy limitadas. Pero el sistema que creamos le permitió a la niña participar en la construcción de una historia”.

“Cuando ella vio que parte de esa historia que se proyectaba era lo que ella había hecho, sonreía, se le veía feliz; y aunque no entendíamos lo que dijo, no nos importaba: ella participó, se sintió parte de la producción, se consideró incluida y eso fue muy hermoso. Recordar aquello me hace muy feliz porque así debe ser la inclusión que cada cual participe a su manera”.

¿Y de la tecnología qué le produce molestia?

"La exclusión. La desigualdad. Porque para bien o para mal, la tecnología crea brechas y esas brechas hay que tratar de cerrarlas, aunque sea un poco. Todo esto produce cierto sin sabor. Cuando roban identidades para hacer daño también duele. Que los malos se oculten detrás de un computador para hacer maldades, esa parte no me gusta de la tecnología. Yo prefiero que se use para aprender, para enseñar, para cerrar brechas de conocimiento entre los seres humanos”.

El trabajo a veces da gratificaciones y reconocimientos y vale la pena contarlas, no por vanidad sino porque están ahí, son ineludibles, fueron dadas como un aliciente. ¿Cuáles has recibido por tu quehacer profesional?

"Cuando hice mi tesis de maestría recibí una mención honorífica. Pero el mejor reconocimiento es la sonrisa de los niños cuando uno hace algo por ellos. Esa sonrisa es el mejor reconocimiento que puede haber en el mundo”.

Usted tiene hijos. ¿Cómo son las restricciones para ellos de su parte hacia ese mundo de la tecnología?

"Cuando estaban pequeños les puse controles estrictos sobre las horas que podían pasar en los videojuegos y también les hablaba del tipo de juegos que usaban. Les decía que no me gustaban los juegos en los que tuvieran que matar, así fuera muñequitos virtuales.

Prefiero los juegos que sean de pensar, de construir. Por supuesto es complicado, pero todo es cuestión de ayudarles a construir pensamiento nuevo referente a esos juegos violentos. Hoy usa juegos más constructivos. Mi hija sí, siempre, ha estado con los juegos de pensar, de construir. Les hablé de que el problema no es jugar, sino que se conviertan esos juegos en una adicción. Creo que han aprendido a dosificar el uso de sus aparatos”.

¿Qué les diría a los jóvenes que quieran iniciarse en este mundo de la informática?

"Que estudien. Estudien mucho que esto es lo que hace el cambio. Yo nací en Caicedonia, un pueblo pequeño, estudié en un colegio público, pero siempre me ha atraído el estudio independiente y creo haber alcanzado un nivel de educación bueno y eso ha posibilitado que se me abran muchas puertas”.

“Las personas que quieran salir de su contexto deben estudiar, esa es mi recomendación. Todo lo que uno aprenda en la vida, sirve. Lo decía Steve Jobs. Él contaba que en una ocasión hizo un curso de tipos de letras y algunos le decían que eso que iba a servir para los computadores. Pero cuando comenzó con sus ingenieros a crear computadores él les exigió que les pusieran varios tipos de letra. Si no fuera así hoy tendríamos computadores con el mismo tipo de letras”.

¿Extraña algo de su pueblo?

"Sí, claro, voy con alguna frecuencia. Mi madre vive allá y parte de mi familia, además vivo cerca, en Armenia y de vez en cuando, me doy una vuelta por Caicedonia”.

¿Qué consideras, desde su conocimiento, que puedas aportarle a Caicedonia?

“En la universidad tengo varios estudiantes de Caicedonia y creo que desde lo que enseño estoy aportando mi grano de arena. También colocando en YouTube parte de lo que sé para que cualquier persona, en cualquier lugar, pueda aprovechar esos videos para aprender algo. Me esfuerzo porque lo que sé pueda ser aprovechado por muchas personas”.

¿Qué le pone triste?

"La desigualdad. La trata de personas La esclavitud moderna. Las personas que no quieren aprender. Uno puede tener mucha edad, pero puede aprender algo, puede enseñar algo. Ese tipo de cosas me pone triste”.

¿Y qué le pone alegre que no sea enseñar?

"La naturaleza, los animales, apreciar un paisaje, ver la vida con optimismo siempre. Tengo 4 mascotas 2 perros y dos gatos que me siguen por todas partes en casa. Me gusta meditar pues pienso que la mayoría de las enfermedades que nos agobian son producidas por el estrés. La meditación la aplico para mantener calmado, tener otra visión de la vida, analizar por qué las personas actúan de tal o cuál manera, entenderlos, y siempre ver el lado bueno de la vida”.

¿Crees en Dios?

“Si; soy creyente, no soy religioso, pero sí muy espiritual. Me gusta pensar que existe un Dios; independiente que exista o no, me gusta pensar que sí y al mismo tiempo, me gusta respetar las creencias o religiones de otras personas”.

¿Te gusta el licor?

Una cerveza de vez en cuando y a veces no soy capaz de tomarla toda.

―No parece de Caicedonia― le comento y su respuesta es una carcajada.

―Soy muy zanahorio―dice.

¿Lecturas que no sean afines a tu profesión?

“Temas de espiritualidad, que nos ayuden a crecer en ese aspecto”.

¿A qué ciudad volverías o cuál quieres visitar alguna vez?

“Cuando hice mi doctorado, la universidad me envió a varios lugares a presentar algunos trabajos y un lugar que me pareció muy chévere, y quisiera ir con mis hijos, es a Portugal. Me gustó la arquitectura, la gente, el ambiente, es un lugar diferente. Estuve en Estados Unidos y me pareció sin nada especial. En cambio, en Portugal me sentí diferente y el país interesante”.

¿Una canción que te guste mucho?

“Hay un grupo de música Celta que mezcla el rock con su música celta se llama Lépoka. También Mago de Oz, me gusta”.

¿Comida preferida?

“Ah, los fríjoles; me encantan y los que hace mi suegra no me los pierdo. Claro que como de todo, pero mi plato preferido son los fríjoles”.

¿Qué reflexión quieres compartirnos para cerrar esta charla?

"Pues que tengamos respeto por los demás: saludar a los otros, tener consideración con la gente. Me molesta en algunos estudiantes la falta de respeto: no saludan, no se despiden, no piden permiso. Eso sí le inculco a mis hijos mucho: respeten a los demás”.

Fue una charla amena que nos permitió acercarnos a una persona que tiene un currículo impresionante, pero del que prefiere no hablar. No estábamos equivocados valió la pena esta charla con Julián Esteban Gutiérrez Posada.

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