En Villarrica la impunidad abunda: 130 campesinos muertos y nadie dice nada

En Villarrica la impunidad abunda: 130 campesinos muertos y nadie dice nada

Los acusaron de todo para robarles la cosecha, la paz y la tierra: “gaitanistas, bandoleros, chusmeros, delincuentes" para justificar la masacre

Por: Edison Peralta González
septiembre 06, 2022
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En Villarrica la impunidad abunda: 130 campesinos muertos y nadie dice nada

Los campesinos no llevaron nunca la contabilidad de sus muertos. Tampoco les importaba la muerte de los otros, sus verdugos Franzt Fanon.

Ocurrió mucho años antes que las Farc se tomaran a Villarrica a sangre y fuego y destruyeran viviendas y mataran policías e inocentes hijos del pueblo y un presidente ultramontano ofreciera resarcirla de los atropellos y la muerte a cambio de discursos, promesas y falacias.

La otra historia, la historia de la década del cincuenta del pasado siglo, un cruento episodio que pasará a la historia de la humanidad como una de las iniquidades más vergonzantes del Estado colombiano por la crueldad de las matanzas de humildes campesinos que solo exigían su derecho a vivir con dignidad.

Los acusaron de todo para robarles la cosecha, la paz y la tierra, “gaitanistas, bandoleros, chusmeros, delincuentes, comunistas” y epítetos degradantes que solo podrían ser creíbles en el imaginario de la “gente bien” y la policía política del régimen y las fuerzas militares adoctrinadas en el neofascismo y el nazismo después de la segunda guerra mundial.

Y los imberbes e inocentes hijos de Villarrica habrían de alistarse como hombres, para defender la vida, la familia, sus parcelas y sus dioses como cientos de años antes lo hicieran los heroicos pijaos al enfrentarse en asimetría de condiciones al ejército de la maldita madre patria. Los mataron a todos.

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El espíritu de doña Mercedes Sáenz Leal viuda de Peralta, una de las víctimas de la masacre de la Quebrada del Muerto y Matefique donde fueron asesinados 130 campesinos, entre ellos su esposo y su suegro en cercanías del Darién, ha de estar revolcándose en su tumba ante la inercia gubernamental de investigar y condenar a los directos responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no tienen prescripción según la Carta de la Naciones Unidas, firmada entre las partes después de la segunda guerra mundial.

La denuncia fue instaurada por doña Mercedes ante un juzgado de Cunday contra el ejército de Colombia y un juez penal militar archivó el caso ante la supuesta falta de pruebas.

Un cabo y oficial de la patria asesinaron la inocencia campesina. Igual ocurrió con la masacre del Roble, atribuida a la policía política del régimen y otras tantas nunca investigadas durante las mal llamadas guerras de Villarrica.

Igualmente, el Estado colombiano ha de responder por las bombas incendiarias de Napalm, prohibidas en acuerdos internacionales utilizadas por la fuerza aérea colombiana contra los campesinos de Villarrica. "El napalm es el dolor más terrible que se pueda imaginar... el agua hierve a 100 grados Celsius, el napalm genera temperaturas de 800 a 1.200 grados centígrados".

El Acuerdo de Londres de 8 de agosto de 1945 que estableció el Estatuto del Tribunal de Núremberg, definió como "crímenes contra la humanidad" el "asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos (…)

Los crímenes contra la humanidad tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir que pueden ser perseguidos en todo tiempo.

He aquí algunos de los episodios de la historia negados aún a las nuevas generaciones. ¿Dónde estarán los adalides y abogados y alcaldes y políticos que supuestamente defienden la causa de los campesinos de nuestro pueblo?

Bibliografía:

  • La Violencia en Colombia. Monseñor Germán Guzmán.
  • La Crónica de Villarrica Jacques Aprile N.
  • Desde las Montañas de Colombia. Malcolm Menzies
  • Pizarro León Gómez. 1949- 1957
  • Lágrimas y Sangre. Edison Peralta González.
  • Cuadernos de la Violencia. Jaime Jara.

 

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