En el velorio de Uldarico Peña, el zar de los taxistas

En el velorio de Uldarico Peña, el zar de los taxistas

Su velación en el Canton Norte reunió a familiares y conductores agradecidos con el líder que se la ganó más de una vez a los alcaldes de Bogotá

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mayo 07, 2018
En el velorio de Uldarico Peña, el zar de los taxistas

Cada dos horas una escuadra de cuatro soldados hacían una rotación frente al féretro. Entraban marchando, golpeaban el suelo con sus botas y cargaban sus fusiles. El zar de los taxis, antes de entrar al negocio de los amarillos, tuvo una amplia carrera en el Ejército. Caminó por las montañas del Tolima y El Valle del Cauca luchando contra las guerrillas liberales en los años 50. Perteneció al esquema de seguridad del general Gustavo Rojas Pinilla, para luego prestar guardia frente a la Casa de Nariño en la época de Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia.

"Y que lleves a tu reino a Uldarico, para que nos ayude desde allá a mejorar el mundo en el que vivimos". En medio del silencio de la sala 5 de Capillas de la Fe, en el Cantón Norte de Bogotá, Luis Eduardo León -gerente de Taxi Roxi Internacional- pidió un minuto de silencio. Cada uno de los asistentes sentados en la sala de velación se paró en círculo y en voz baja rezaron un Padre Nuestro. Al final, León repitió diez veces: “Dale señor el descanso eterno”. Y los asistentes al velorio respondieron diez veces: “Que brille para él tu luz perpetua”.

Fue un militar activo por 22 años, y llegó hasta el grado de Mayor Coronel. En 1971 se pensionó del Ejército, compró con ese dinero un taxi ruso Volga y comenzó a trabajar en el Aeropuerto. En 1978 decidió cambiar el rumbo de su vida. Junto a otro taxista, José Eduardo Hernández, decidió fundar Radio Taxi Aeropuerto. Era una empresa de tres carros con una línea de teléfono fija. Hoy, 47 años después, son 32 mil carros y 64 mil conductores afiliados a las empresas de Uldarico Peña.

Al Cantón Norte llegaron coronas de flores de casi todas las empresas de taxis de la ciudad. También enviaron las personas más cercanas a la familia, los abogados personales y los sindicatos de taxistas.

La corona principal, junto al retrato de Uldarico Peña, era la de Edgar Archila, abogado y socio de Eljayek Uldarico Peña Buitrago, hijo del zar de los taxis.

La corona principal, junto al retrato de Uldarico Peña, era la de Edgar Archila, abogado y socio de Eljayek Uldarico Peña Buitrago, hijo del zar de los taxis - Foto: Leonel Cordero

En la entrada del edificio de vidrios negros polarizados jugaban los nietos de Uldarico. “Vamos a correr al sótano”. El ambiente en la sala de velación no se prestaba para juegos infantiles. Un aire de respeto y solemnidad reinaba en la sala. Ni siquiera cuando un empleado de Capillas de la Fe entró a preguntar por el dueño de un Renault Sandero se rompió el misticismo: nadie respondió en voz alta. Los acompañantes se limitaron a negar con la cabeza.

Siempre hubo un familiar sentado en el sofá de cuero negro frente al ataúd y los cuatro soldados. Una de sus hermanas, vestida con falda larga, vino desde su natal Junín, Cundinamarca, para darle una última despedida. Las hijas de Uldarico -tiene cuatro- se turnaban en el sofá central. Los hijos -tiene cinco- se mantuvieron junto al retrato en la entrada y saludando a los distintos invitados.

Héctor Horacio Peña, el hijo que intentó llegar a la Cámara de Representantes, tuvo turno para saludar a la entrada de la sala de velación desde las 12 p.m. hasta la 1 p.m. Con un vestido negro, y un chaleco del mismo color, estrechaba la mano de cada uno de los visitantes. En su mayoría los asistentes llevaban vestidos de paño - aunque algunos más jóvenes que llegaron a saludar a los nietos estaban de blazers y chaquetas de gamuza -.

Solo unos pocos tenían chaquetas de plástico, baratas, con logos empresariales en el pecho. Eran sus empleados que también llegaban a despedirlo.

Durante todo el día cuatro soldados estuvieron prestando guardia - Foto: Juan José Jaramillo

Después de saludar a los hijos en la entrada, los asistentes, como en una peregrinación, caminaban con la frente baja hasta el féretro para saludar a las mujeres. Gloria, su hija, con sus gafas azules estuvo todo el tiempo recibiendo el pésame. Luego se sentaban en alguno de los siete sofás.

Los zapatos Mario Hernández sonaban dos veces por segundo. La mayoría de asistentes golpeaban el piso en un tono bajo: casi todos los zapatos elegantes, de cuero, con suelas de cuero. Eran los empresarios - no solo de taxis sino también de transporte intermunicipal y transporte de busetas - que pasaban a dar el pésame. Sin embargo, la hermana de Uldarico, la mujer que estuvo todo el tiempo frente al ataúd, tenía unos mocasines viejos, negros y curtidos. Era la mujer más sencilla de todo el velorio.

Iglesia principal de Junín, Cundinamarca - Foto: zaquekaren.blogspot.com.co

Uldarico Peña nació en 1934 en Junín, un pueblo frío junto al páramo de Chingaza. Tuvo una infancia humilde, y de ahí salió para el Ejército cuando se graduó del bachillerato. Después de que se pensionó como militar se fue a vivir al tradicional barrio La Soledad. Desde su casa manejaba Radio Taxi Aeropuerto, una empresa que comenzó con tres carros afiliados. En la sala de esa casa tuvo la idea que lo convirtió en el rey de los taxis: los radio teléfonos.

En 1987 consiguió que la ETB le diera una línea empresarial -pues entre 1978 y 1986 funcionaron con una línea personal que contestaba una de sus hijas- y pidió el famoso número 211 1111. Para poder formar la empresa, tuvo que regalar 150 cupos para que otros taxistas se afiliaran; en 1987 un cupo costaba $5 millones. Su idea de los radioteléfonos fue un éxito: 15 años después de instalar los aparatos, recibía 1.5 millones de llamadas cada día.

El poder que alcanzó a tener Uldarico Peña lo demostró en el 2001. Después de haber apoyado a Antanas Mockus para la alcaldía, fue uno de sus máximos opositores cuando el alcalde oficializó una medida para poner pico y placa a los taxis. El bloqueo de Bogotá fue absoluto. La pelea entre el alcalde y Peña duró casi un año, y al final al zar de los taxis le tocó desistir del bloqueo. Pero dejó claro que todo dirigente tenía que recibirlo cuando él quisiera.

Su equipo cercano siempre lo ha acompañado. José Eduardo Hernández, a quien conoció en 1978 y con quien fundó Radio Taxi, fue el poder en la sombra, pero ostentándolo, según algunos, mucho más que el mismo Uldarico. De hecho, la hija de Hernández, Stefanía, fue quien a sus 27 años heredó el timón de la empresa, que entregó Uldarico cuando supo del cáncer estomacal que lo aquejaba. Ella, junto a su esposo, estuvo desde temprano en el Cantón Norte en las exequias.

Otro de sus allegados, Hugo Ospina, saludó a los visitantes en la sala de velación. Durante más de 10 años, Ospina trabajó como enlace entre Uldarico Peña y los taxistas. Antes del almuerzo, dejó el Cantón Norte y se fue a su oficina en la calle 13: el negocio sigue y él tiene que coordinar la masiva caravana de taxistas que acompañará al siguente día el féretro desde el Cantón Norte hasta el cementerio Jardines del Recuerdo.

La corona de Radio Taxi era una de las tantas en la sala de velación - Foto: Juan José Jaramillo

La corona de Radio Taxi era una de las tantas en la sala de velación - Foto: Juan José Jaramillo

La filosofía de Uldarico Peña se mantuvo vigente desde que fundó Radio Taxi Aeropuerto: la tecnología era necesaria para revolucionar el negocio de los taxis. Después de implementar los radioteléfonos, se inventó la medida de instalarle tabletas a los carros para competir con las aplicaciones de celulares. Pero su idea no ha sido bien recibida del todo por los taxistas. El conductor que nos llevó hasta la velación hablaba de él casi como de un dios, pero Marco López sentía algo muy distante del aprecio. Cuando nos recogió en el Cantón Norte y supo que estábamos en las exequias de Uldarico, no pudo disimular su disgusto: “Claro, él hace plata, pero a costillas nuestras. Su empresa ha respaldado la medida de las nuevas tabletas inteligentes del distrito, porque por cada una nos cobrará $50 mil mensuales, además de los $70 mil que hay que pagar solo para estar afiliado a su empresa. Haga cuentas y verá”.

@jjjaramillo2

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