En Colombia, Dios es un muñeco que utiliza la clase dirigente

En Colombia, Dios es un muñeco que utiliza la clase dirigente

¿Para qué? "Para expoliar y asesinar a los que les estorban en el camino de alcanzar sus corruptos propósitos de acumulación desmedida de poder y de gloria"

Por: Álvaro Uribe González
julio 16, 2021
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En Colombia, Dios es un muñeco que utiliza la clase dirigente

Miren cómo el “honorable” Álvaro Uribe Vélez puso en su cuenta de Twitter el pasado 12 de julio de 2021 la “noticia” que se esperaba hace diez años después de las Fiscalías del “honorable” Néstor Humberto Martínez y del también “honorable” Francisco Barbosa:

Y vean lo que escribí para algunos amigos en Facebook el 11 de agosto de 2019:

“La paz esté con vosotros” (D.034).

Para evitar leer todo el artículo, anticipo estas frases que no son de ningún dirigente ni, menos, político colombiano, de esos de los que se dice que tienen dizque inteligencia superior.

"No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y darle inicio al universo" (Stephen Hawking).

“El misterio del principio de todas las cosas es insoluble para todos nosotros, y yo al menos debo contentarme con seguir siendo agnóstico” (Charles Darwin).

“La palabra dios no es para mí sino la expresión y el producto de la debilidad humana” (Albert Einstein).

Dios es en Colombia como un muñeco que utiliza la clase dirigente y sus áulicos políticos para expoliar y asesinar a los que les estorban en el camino de alcanzar sus corruptos propósitos de acumulación desmedida de poder y de gloria. Y que lo único que sí ha hecho a la perfección esa clase es, desde hace 200 años, convertir este territorio, mayoritariamente en campo de “buenos”: buenos ventajosos, buenos tramposos y buenos ladrones. Por eso su afán de celebrar un bicentenario dizque de independencia. No se sabe de qué.

Le he dado vueltas a lo que ocurre en Colombia desde toda su vida como país, cuando la semana pasada me sorprendió un conocido al que me presentaron mis amigos Helena Constanza Hernández y su esposo Augusto Trujillo Muñoz en una ceremonia religiosa en la pequeña y linda iglesia de uno de los barrios más elegantes de Colombia toda: el Santa Ana, en Bogotá. Ese señor al que vi unos minutos lo reconocí en un mensaje de televisión mediante el cual se invitaba a la marcha que habría el viernes 26 de julio en Colombia y en otros países para pedirle al gobierno nacional que se esfuerce por evitar el asesinato de líderes sociales, asesinatos que se han acentuado durante el mandato de la presidencia que se anuncia propagandísticamente con la frase “construyendo país”. Ese señor se llama Rubén Salazar Gómez. Rubén Salazar Gómez es el cardenal de la Iglesia católica de nuestra Colombia.

He escrito “nuestra Colombia”, pero la verdad es que Colombia no nos pertenece: a Colombia se la tomaron los corrompidos narcotraficantes con la anuencia de casi toda la clase política tradicional, no construida con los dineros del comercio de cocaína. Y con la actitud de la Iglesia católica que guardó silencio durante los lustros más sangrientos habidos en este territorio y de la mayor corrupción pública y privada en toda la historia neogranadina y colombiana y fue en el tiempo del cardenalato de Pedro Rubiano Sáenz, que como dicen en las honras fúnebres, “Dios lo tenga en su reino”. Cuando el régimen de 2002 en adelante y el posterior de 2010 fueron apoyados “desinteresadamente” por los cristianos de Claudia Rodríguez de Castellanos, embajadora en los últimos gobiernos; y de Vivián Morales, embajadora hoy en un país de Europa y su parejo Carlos Alonso Lucio, exguerrillero del M-19, del eme, como Gustavo Petro o Everth Bustamante. Y todo según dicen, con énfasis, en los últimos veinte y más años, “gracias a Dios”: “gracias a Dios podemos volver a salir por carretera”; “gracias a Dios podemos volver a la finca”; “gracias a Dios no ganó Petro”; “gracias a Dios nos salvamos del castrochavismo”; “gracias a Dios nos salvamos del comunismo”; “gracias a Dios ya no vamos a ser como Venezuela”.

En lo que va corrido del gobierno del presidente Iván Duque, un año, han sido asesinados 229 líderes sociales. ¿Gracias a Dios? Parece que sí. Al menos el Todopoderoso (1) ha permitido los asesinatos perpetrados por el Ejército Nacional en lo que se ha dado en llamar los “falsos positivos” en gobiernos no de comunistas, ni de castrochavistas sino de cristianos “católicos, apostólicos y romanos” como Álvaro Uribe Vélez, respaldados en el Ministerio de Defensa por Juan Manuel Santos Calderón; y por la declarada públicamente, por ella misma, la vi y oí en televisión, “católica, apostólica y romana”, hoy vicepresidente (2), Marta Lucía Ramírez; y contando con decenas de complicidades en las que apenas aparece un comunista del Partido, el vicepresidente Angelino Garzón; el otro vicepresidente, Francisco Santos Calderón, hasta donde se sabe no es ni comunista, ni ateo; tampoco agnóstico.(No es difícil de su cerebro hacer diagnóstico.)

Así que en lo tocante a Colombia ya es axiomático concluir que todo, todo nos ha pasado, y nos pasa “gracias a Dios”. Pocos ejemplos históricos bastan:

El obispo Miguel Ángel Builes, de Don Matías, Antioquia, predicaba con toda convicción de católico que no era pecado asesinar liberales; lo mismo sostuvo otro religioso canonizado por la Iglesia católica: no es pecado matar liberales decía en sus sermones en Pasto, San Ezequiel Moreno.

Con un ejército de más de doscientos mil hombres ¿no hay forma de proteger a los líderes sociales? O para el actual régimen ¿tampoco es pecado asesinar a líderes sociales, defensores de derechos humanos, campesinos ambientalistas, indígenas, ni negros?

Un asesinato dentro de la religión católica en que nací, entiendo, dependiendo del “pecador” y del que dé la absolución, se puede perdonar mediante el rezo de un padrenuestro un avemaría y un gloria…Eso explica sin más análisis, cómo asesinos y genocidas, y obvio, corrompidos funcionarios y representantes del sector privado nos están gobernando y sacan pecho en contra de unos fantasmas como el castrochavismo y una izquierda que no existe en Colombia. Porque, un sólo ejemplo: si Gustavo Petro es izquierda, Álvaro Uribe Vélez es el Vladimir Lenin redivivo de Antioquia.

No necesito remontarme en la historia antigua de comienzos de la era cristiana: solo unas pequeñas referencias a la santidad de monseñor Escrivá de Balaguer “elevado a la dignidad de los altares” por su “sobria” participación en las épocas de Primo de Rivera. Y la purificadora Inquisición disfrutada en nuestro continente gracias a la cristianización con la que nos regaló el reinado de Fernando e Isabel, católicos, apostólicos y romanos que, a pesar de que arrasaron a las etnias milenarias de esta América, dejaron simientes cuyas caras son las que exhiben la mayoría de los líderes colombianos asesinados; casi ninguno tiene aspecto caucásico, ni, menos, ario; ni tampoco se parecen a esa imagen apolínea y de ojos claros con que presentan al que dizque anunció la paz del mundo hace más de 2.000 años. Y aquí estamos esperando que “la paz esté con nosotros”.

¿Aguardaremos con humildad cristiana otros…dos mil años? Los que no pelean, entre ellos cuando menos, son los dirigentes corruptos que se apoyan en la imagen y en la fama de Cristo para hacer todas las fechorías en detrimento de una mayoría a la que educan mediante cartabones, con aspiración a la bendición del “cielo” y de miedo al maldito “infierno” para que sea humilde, resignada y paciente hasta el abuso, sometida al cual, malsobrevive (claro que ya en 2004 la Iglesia católica "cerró" el limbo...). Ese Dios, Cristo, es el apoyo de los corruptos que hacen que los sometidos vivan con la esperanza de un más allá y de un paraíso después de un juicio final al que la clase dirigente no le teme: que le teman los demás, los débiles, los humildes. Dios, Cristo es el bordón de los mandatarios cristianos. Y que los que están al pie de amigos del poder y la gloria, no nos salgan ahora con que Tony Blair también es castrochavista: cuando mucho será "castrochavista” y eso por lo de la prolongada viveza de la reina Chava II…

Ya no discrepo públicamente con ustedes cristianos y católicos de Colombia que han acogido a los corruptos desde los “falsos positivos”, claro apenas unos diez mil negros, indígenas, pobres todos y todos mamertos, asesinados por el gobierno del católico Álvaro Uribe Vélez y su carnal Marta Lucía Ramírez y Uribe Vélez y su Mindefensa Juan Manuel Santos; siempre con la anuencia de San Pacho de Así(e)s, Pachito Santos. Y hasta los “reales positivos” de hoy, los de Iván Duque-Marta Lucía Ramírez, notorios y diarios asesinatos en Cauca, Nariño, Chocó, Antioquia y el Catatumbo.

Luego de voltear a mirar a China con gran viaje expreso de una centena de dirigentes, Duque y los otros 99 viajeros no habrán regresado de la potencia amarilla convencidos de que Gautama Siddharta se volvió comunista. Claro, cabría en algunas cabezas de estos cerebros que soporta la resignada y humillada Colombia y que administran esta su gran finca a la que pueden volver sin que nadie les reclame ni hostigue. Ellos, los de esa clase dirigente, también pueden llegar a pregonar que los “pobres” de los petroleros del Medio Oriente ya no creen en Alá como su dios. Se hacen los que no entienden que Dios es muy parecido en cualquiera punto del planeta: siempre está con los poderosos.

El poder y la gloria, en todas partes están con los que tienen “el poder y la gloria”. ¿Diferencia? Que los de Colombia son solapados y dobles y saben que los que no estamos metidos en la corrupción de la política somos “humildes y mansos de corazón”, (léase pendejos) o mamertos, que no vale la pena que vivan esperando todo regalado. Si no fuera de ese modo, Colombia no sería el tercero económica y socialmente el país más desigual de la tierra; ni el segundo en desplazamiento forzado, más de ocho millones de ciudadanos; no habría la miseria que hay en el mundo. Allá aquellos con el barrigón de Buda. Que Alá sostendrá la violencia y “pobreza” de los otros. Porque los de aquí se quedan con ese pequeño Dios, ese con el que centenares de pobres hijos de esta “patria” sin padre y sin padres, no se mueren de hambre gracias a que algunos venden "estampitas" y otros amuletos con el rostro blanco, de nariz aguileña y ojos claros que todo lo hace por los “humildes de corazón”. Los corruptos no necesitan de él ni de su “milagrosa” protección para seguir gobernando y acumulando poder y gloria, “gracias a Dios”. Por mí, os podéis ir en paz y que la paz esté con vosotros…Amén, no: así es, mas así no debería ser (11-08-2019).

(1) Y que no salgan ahora los teólogos con el cuento que desde chiquito quisieron meterme de que es que “Dios permite la libertad de conciencia” porque siempre les he explicado que, al menos curioso, que es que siempre les da más libertad de conciencia a los ricos y poderosos, corrompidos y depravados que a los menesterosos, pobres e impotentes. Nunca han mostrado un caso contundente: en esta ganaron los necesitados de caridad cristiana. La teología es la “ciencia” surgida de la mitología griega para disfrute y uso de los dioses; y la malimitaron los copistas y copiadores y el resto de humanos que para levantar a la Iglesia Católica endiosaron a Cristo.

(2) La desinencia “ente” y la de “ante”, son así porque indican la acción que el sujeto ejecuta según el verbo: amante, amar; gobernante, gobernar; emergente, emerger, dirigente, dirigir; creyente, creer.

Nota a Gonzalo Guillén: no se han podido cagar más en mí apellido. Notorios, el que asesinó a Yuliana Samboní y este José Eladio Uribe, egresado del "glorioso Ejército Nacional" de Colombia y ahora en Haití.

De los Álvaros Uribe que conocí, Álvaro Uribe Pereira, Álvaro Uribe Garrido y Álvaro Uribe Rueda, ninguno era asesino: hasta que apareció, "gracias a Dios", Álvaro Uribe Vélez con su concierto para delinquir al que bautizó cristianamente como "Seguridad Democrática", le cambió el sexo y lo llamó Centro Democrático (concierto para delinquir es propiedad intelectual que le oí ayer en Los Danieles a un hijo de mi amigo y jefe en Contrapunto, Eduardo Caballero Calderón).

Y no me rindo: sigo leyendo, reflexionando y escribiendo con la dignidad de hombre imperfecto pero no asesino.

* Economista y profesor invitado de la Universidad Nacional de Colombia. Director de Mejor, hablar y escribir y presidente (2013-2015) de AEUN (Asociación de Economistas de la Universidad Nacional).

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