‘En Chapinero nos taparon toda la vista de los Cerros Orientales’

‘En Chapinero nos taparon toda la vista de los Cerros Orientales’

El deterioro paisajístico de las montañas también aqueja a este sector de Bogotá

Por: Octavio Pineda
septiembre 10, 2015
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‘En Chapinero nos taparon toda la vista de los Cerros Orientales’
Foto: subida por autor

La historia se repite en varios puntos de la ciudad. Residentes y trabajadores de Chapinero lamentan que conjuntos residenciales cercanos a la Avenida Circunvalar como “Kandinsky”, con torres de hasta 31 pisos a la altura de la Ccalle 64 (desarrollo de la firma Cusezar), o “Sierras del Este”, con torres de 22 pisos en la Calle 61 (de la firma Arquitectura & Concreto), hayan tapado la vista de los Cerros Orientales.

“Los Cerros son el atractivo más importante de Bogotá, así que no me gusta que esos edificios tan altos me tapen la vista de los Cerros y tampoco me gusta que quieran hacer más, estoy totalmente en desacuerdo”, se queja, enfática, Carol, de 29 años de edad, quien trabaja en Chapinero desde hace dos años.

“La vista de los Cerros es muy bonita como para que edificaciones tan grandes las tapen de una forma tan abrupta, no me parece”, dice María Antonia, una estudiante de 18 años que vive justo debajo de “Kandinsky”.

La queja es similar por parte de varios ciudadanos del sector entrevistados entre las carreras Quinta y Séptima. “No estoy de acuerdo porque eso tapa mucho la vista y antes se veía bonito, pero usted sabe que la opinión de uno no vale”, dice con cierta desesperanza don José, de 56 años y celador en el sector desde hace 15 años. Lo que don José tal vez no sabe es que su opinión en este espacio sí está siendo escuchada y tiene eco.

Jimmy, de 26 años, y quien trabaja en Chapinero desde hace año y medio, lamenta, sobre todo, que se pierda la vista de una ciudad más verde. “No estoy de acuerdo con esos edificios, no me gusta, la vista se pierde, la visión de una ciudad más arborizada, más agradable”.

Camilo, de 28 años, y quien labora desde hace dos en el sector, lamenta sobre todo que se pierda el respiro que desde las ventanas de su oficina puede brindar una montaña en medio de una selva de cemento: “Esos edificios están obstruyendo la vista natural. Desde nuestra oficina vemos el Cerro y uno trabaja más tranquilo cuando tiene una vista natural, no sólo a lo que estamos acostumbrados, el concreto, el cemento; con el verde no se siente uno tan encerrado”.

Los entrevistados coinciden en criticar que su opinión, y en general la del resto de la ciudadanía, no haya sido tomada en cuenta al construir esos edificios tan altos que deterioran el patrimonio paisajístico que representan los Cerros Orientales de Bogotá para toda la ciudad.

“A los constructores les importa la platica, ellos no miran nada más. Van avanzando, van construyendo y dañando más la vista”, señala José. “Ellos toman en cuenta la vista desde los apartamentos que construyen hacia la ciudad y no al revés, es decir, de aquí para allá”, dice Jimmy, parado sobre la Calle 64 con Carrera Sexta. “Si tapan algo tan bonito como esta vista que tenemos acá al frente, no consideran mucho la opinión de las demás personas”, afirma María Antonia. “A ellos no les importa lo que piense el resto de la ciudadanía, ahí ven una oportunidad de lucro muy grande. Les importa es la plata y lo demás no”, critica Carol.

Un laberinto de acciones administrativas y jurídicas (no exentas de irregularidades, como han advertido expertos juristas), que se traducen en regulaciones laxas, han permitido este tipo de elevadas construcciones en las faldas de los Cerros Orientales, pero para los vecinos del sector eso no debe ser una justificación, pues los desarrolladores, mediante la autorregulación, podrían construir edificios no tan altos, pero evidentemente ha pesado más el simple afán de lucro.

“Los vacíos jurídicos no me parecen una justificación para construir esos edificios tan grandes y tapar los Cerros, no me parece”, asevera Jimmy.

El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) adoptado originalmente por la administración distrital contemplaba hasta seis pisos como límite de altura para los edificios cercanos a los Cerros Orientales, pero con el fallo del Consejo de Estado de noviembre de 2013 ese POT quedó suspendido, vacío jurídico que los constructores evidentemente han aprovechado para levantar edificios muy altos sobre los Cerros ante la inacción de las mismas autoridades para adoptar un plan B al respecto, como fijar, por ejemplo, un límite de alturas por decreto. Cabe recordar que el artículo 58 de la Constitución subraya la función ecológica que debe tener toda propiedad privada y que el interés público prima sobre el particular.

No es coincidencia que Cusezar ya aliste la construcción de unas nuevas torres de 17 pisos justo al lado de "Kandinsky". Y que “Sierras del Este” sea también un desarrollo de Arquitectura & Concreto, firma que más al norte de la ciudad, en Usaquén (entre calles 121 y 124), desarrolla la ampliación del conjunto residencial “Cerros de los Alpes”, que también se ha ido comiendo la montaña. Estos desarrollos invasivos de la vista de los Cerros Orientales ponen muy en entredicho la ética y las políticas de sostenibilidad de las firmas constructoras.

Cabe recordar que la sostenibilidad tiene tres pilares básicos: económico, social y ambiental. Y estas firmas, sin duda, han privilegiado el componente económico, dejando de lado el social (al no tomar en cuenta la opinión de las comunidades vecinas, Usaquén y Chapinero, en las cuales se insertan sus desarrollos) y el ambiental, al ser dos de los desarrolladores (no los únicos) que más han contribuido a deteriorar el patrimonio paisajístico y ambiental que representan los Cerros Orientales de Bogotá.

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