El tradicional Hotel Tequendama que se quedó esperando a los afganos

El tradicional Hotel Tequendama que se quedó esperando a los afganos

Este hotel quería sumar en su lista de personajes que se han hospedado allí a los refugiados afganos que tuvieron que salir defendiéndose del régimen Talibán

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septiembre 21, 2021
El tradicional Hotel Tequendama que se quedó esperando a los afganos

El 17 de noviembre de 1993 Maria Victoria Henao y sus hijos Juan Pablo y Manuela sufrieron la humillación más terrible. Después de un viaje de 16 horas en un avión de Lufthansa que tenía como destino Munich, el gobierno alemán de Hemut Kohl les cerró las puertas en inmigración y no los dejó entrar al país. En su caleta en el barrio San Juan de Medellín, Pablo Escobar bramaba de rabia e impotencia. Conseguir el exilio de su familia era uno de sus objetivos. Es que desde su huida en julio de 1992 de la cárcel La Catedral, que había logrado construir a su antojo, el cerco se cerraba peligrosamente. Los Pepes, la organización creada por los hermanos Carlos y Fidel Castaño y que aglutinaba a los más temibles enemigos del capo, quería acabar con su esposa y sus hijos. Sin ellos en el país Escobar podría planear mejor su estrategia de defensa. Regresaron al país bajo la mirada de todo el mundo, y como único refugio les ofrecieron el piso 17 del icónico Hotel Tequendama de Bogotá, del que es dueño el gobierno colombiano, algo que aprovechó para asestar el golpe definitivo al jefe del Cartel de Medellín.

Fueron dos semanas de angustia que terminaron con el criminal más buscado del país muerto en el techo de una casa a unos cuantos metros del estadio Atanasio Girardot. El día de su cumpleaños, el 1 de diciembre de 1993, no resistió y empezó una conversación con su esposa y sus dos hijos quienes vivían acosados por la prensa y por el mismo gobierno que había mandado desocupar un piso entero del emblemático edificio. Con los equipos de interceptación donados por la DEA pudieron rastrear la señal y dar con el escondite del capo. Ese día el teléfono de la suite presidencial del Tequendama sonó y María Victoria se dio cuenta que la cacería a su esposo había llegado a su fin.

Desde entonces el Tequendama, una construcción que arrancó el 16 de octubre de 1950, se inauguró en mayo de 1953 por el presidente Roberto Urdaneta y desde entonces es administrado por la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares (CREMIL), sumó una leyenda más en su historia: la de la suite de Escobar. Los 22 mil metros cuadrados del hotel han sido testigos de huéspedes tan ilustres como El Rey Juan Carlos de España, el Dalai Lama o presidentes de los Estados Unidos tan emblemáticos como John F Kennedy, Richard Nixon o Bill Clinton. A comienzos de este siglo, lastrado por la maldición Escobar, el hotel sólo tenía encima fantasmas. Entre sus huéspedes incluso se cuentan leyendas del mundo del rock. En uno de sus pisos Guns N’ Roses, en noviembre de 1992, hicieron las orgías más salvajes que su historia recuerde.

En el año 2002, el Tequendama era más pasado que presente. El recién posesionado presidente Álvaro Uribe quería recuperarlo y para ello le encargó la misión al mayor general Orlando Salazar, ya retirado del Ejército. A través del Ministerio de Defensa y CREMIL comenzó a darle prioridad al hotel. Sin embargo, la misión era tan difícil que le dijo sin ambages: “General, miremos primero si el Tequendama tiene vocación de hotel o si mejor lo convertimos en apartamentos, oficinas o en una clínica”. El oficial sólo le pidió un año para ver qué podía hacer. Los pronósticos no eran los mejores, la ocupación del hotel era el 12% y deudas mega millonarias. Pero la misión se cumplió. En el 2011 la recuperación había sido absoluta, la ocupación llegaba al 50% y las ganancias netas ascendían a los $9.000 millones. Hoy en día, en páginas como Booking, por $190.000 la noche, se puede quedar una pareja en los 60 metros cuadrados que la componen. Una sala, una habitación amplia al igual que un baño con tina de mármol. El paso del tiempo, las crisis y los fantasmas no han hecho mella en un hotel que, con 68 años encima, sigue teniendo el aura de leyenda que corresponde a la importancia de una capital como Bogotá.

Desde entonces, el Tequendama se ha convertido en uno de los lugares más icónicos y preferidos para llevar a cabo grandes eventos. Además de las reuniones que celebra CREMIL, el Salón Rojo ha sido usado para importantes eventos políticos.

El gobierno de Iván Duque también supo sacarle provecho al hotel. Con la crisis política y migratoria de Afganistán, los Estados Unidos acudieron a todos sus aliados para comenzar a recibir refugiados afganos que salieron huyendo del régimen talibán que se tomó su país. Colombia le tendió la mano a su aliado del norte y aceptó albergar a cerca de 4.000 personas, todas colaboradoras del gobierno norteamericano en Afganistán.

La canciller y vicepresidenta Marta Lucía Ramírez había asegurado que la mayoría de afganos se quedarán en Bogotá y los gastos correrán por parte del gobierno de Joe Biden. Y uno de los lugares que recibirá a los refugiados iba a ser el Hotel Tequendama, que ha renacido en los últimos años sin que sus fantasmas dejen de recorrer sus amplios pasillos.

 

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