Las revelaciones de las Farc sobre la autoría del asesinato del exdesignado Álvaro Gómez Hurtado, uno de los líderes políticos del Partido Conservador desde la segunda mitad del siglo XX, han desatado un verdadero terremoto político veinticinco años después de su magnicidio. Unas revelaciones dentro del marco del acuerdo de paz y de la JEP, un asunto que por los sesgos políticos aún la gran mayoría de los colombianos no alcanzan a comprender y examinar con la profundidad que se requiere. Aquellas revelaciones, aunque tardías, han desnudado de un solo plumazo las profundas falencias que tienen los organismos de inteligencia de las fuerzas militares y de policía. Además, de las protuberantes debilidades que tiene como ente investigador la Fiscalía y el poder judicial.
Las Farc con sus revelaciones están demostrado que no tenemos un sistema de inteligencia idóneo y acaban de poner en contexto las profundas fallas de los organismos de inteligencia del Estado. Organismos que con las desviaciones sobre los autores del crimen de Gómez Hurtado han dejado en evidencia las peligrosas politizaciones de las investigaciones de los organismos judiciales y de inteligencia.
Insólito que los organismos de inteligencia y de justicia con unas revelaciones de la propia Farc sobre su responsabilidad en el crimen del líder conservador, contenidas en un libro de cartas y correspondencia de 1993-1998 de su excomandante Tirofijo, no hayan esclarecido su crimen y continuado con el guion de una comedia política para culpar inocentes.
Los críticos del acuerdo de paz tenían como caballito de debate para deslegitimar lo acordado en La Habana que las Farc no habían revelado sus crímenes. Ahora que los exguerrilleros han revelado ser los autores del magnicidio de Gómez Hurtado, han puesto en duda la veracidad de su versión. Una manera de deslegitimar el acuerdo de paz y ocultar el verdadero debate sobre las debilidades en materia de investigaciones del poder judicial.
Con sus revelaciones las Farc sobre su autoría de los crímenes Gómez Hutado, del exsenador Pablo Emilio Guarín, el exministro Jesús Antonio Bejarano, el excomandante del Ejército y exministro de Defensa general Fernando Landazábal Reyes y de los exguerrilleros del M-19 Hernando Pizarro Leongómez y José Fador Reyes, mandan un mensaje claro de su voluntad política de cumplir con lo acordado en La Habana de revelar la verdad y pedir perdón por sus crímenes y atrocidades durante la guerra.
Se pedía a gritos que revelarán sus crímenes y ahora que están cumpliendo con una de las columnas vertebrales de la JEP, los críticos del proceso de paz ponen el grito en el cielo y dudando de su versión. Uno de los aspectos de la esencia de la JEP son las confesiones de crímenes y con lo dicho las Farc están cumpliendo con uno de los aspectos más importantes del acuerdo de paz.
Indudablemente los que quieren seguir sembrando el odio con fines electorales seguirán con su campaña de deslegitimar cualquier versión de los exguerrilleros. Es por eso que para comprender esta versión de las Farc es importante examinar los hechos en el contexto de su secuestro y su alianza política con el M-19, luego el desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente. Y el contexto de la promulgación de la Constitución de 1991, cuando las fuerzas políticas que hicieron la nueva carta en aquella coyuntura mandaron un mensaje nacional e internacional de que se podían hacer reformas sociales y políticas en Colombia sin la lucha armada.
Un mensaje que dejó a la lucha armada de las Farc en un gran desprecio nacional e internacional. Es en ese contexto político y otros más que se debe examinar el magnicidio de Gómez Hurtado por los exguerrilleros de las Farc, porque sin ese tipo de análisis será difícil para muchos comprender la versión de las Farc.
