El programa económico de Petro: relevancia, contenido y desafíos

El programa económico de Petro: relevancia, contenido y desafíos

El programa de reformas de la Colombia Humana solo podría avanzar si se apoya en el conjunto de las mayorías trabajadoras del campo y la ciudad

Por: Carlos Alberto Duque
marzo 08, 2018
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El programa económico de Petro: relevancia, contenido y desafíos

Contrario a lo que muchos piensan, la propuesta económica de Gustavo Petro no son expropiaciones y subsidios. En diversas declaraciones públicas[1] el precandidato de la Colombia Humana ha planteado un programa de reformas estructurales, en el marco del capitalismo, orientadas a la industrialización profunda del país, una distribución del ingreso más equitativa y a la protección de los ecosistemas. Este programa comprende una política agraria, industrial, financiera y tributaria, que se analizarán brevemente a continuación, mostrando en cada caso su relevancia para el país, su contenido concreto, las reacciones que ha generado en la sociedad colombiana, así como sus desafíos.

Agro y tierras

La reforma agraria responde a la insultante concentración de la tierra en Colombia: según cifras oficiales, para el 2014 los latifundios de más de 500 hectáreas representaban apenas el 0,5% de las unidades agrícolas del país, pero concentraban el 68,2% de la tierra. En 2002 ese porcentaje fue del 46,5% y en 1997, 25,6%. En contraste, para el año 2014 el 70,5% de las fincas del país tenían menos de 5 hectáreas y disponían apenas del 2,7% de la tierra, en 2002 tenían el 4,2% y el 5,8% en 1997[2]

Este acelerado proceso de concentración de tierras, especialmente durante los gobiernos Pastrana, Uribe y Santos, ha sido violento en muchos casos, basándose en la expropiación del campesinado pobre a manos del paramilitarismo y otros actores armados: todo en beneficio de grandes latifundistas, ganaderos, narcotraficantes, empresas multinacionales, etc. De hecho, durante el periodo 1998-2014 se presentaron 7,4 millones de personas desplazadas que representaron el 90,2% de los casos de desplazamiento forzado en el país[3]. Precisamente, por defender los intereses del campesinado pobre, han sido asesinados la mayoría de los 205 líderes sociales desde la firma del acuerdo de paz en 2016[4].

Frente a este nefasto panorama, el candidato de la Colombia Humana no propone expropiar el latifundio (medida aplicada con éxito en varios países capitalistas como México, Corea del Sur y Taiwán), sino desestimularlo a través de altos impuestos prediales que obliguen a los latifundistas a darle un uso más productivo a la tierra o a vender las mismas. Se espera, de esta manera, democratizar el acceso a la tierra a campesinos pobres, fomentar proyectos productivos cooperativos o permitir proyectos agroindustriales privados de alto valor agregado. Esta medida, además, contribuiría a frenar la expansión de la frontera agrícola y su presión sobre ecosistemas vulnerables (páramos, alta montaña, bosques tropicales, etc.).

Como era de esperarse, estas medidas han despertado muchas simpatías entre el campesinado pobre y sin tierra, así como la honda animadversión de las organizaciones gremiales del latifundio colombiano en especial de FEDEGAN y sus voceros en los distintos partidos del establecimiento y los medios privados de comunicación.

Industria e innovación

Por otro lado, Colombia junto con toda América Latina, ha enfrentado desde los años 90’s una relativa desindustrialización con nefastos impactos en términos de empleo, formalización, estabilidad laboral y desarrollo científico-tecnológico. En 1989 el 21,6% del PIB Colombiano era aportado por la industria manufacturera, para 2016 este porcentaje se había desplomado al 12,5%[5].

Frente a este desafío, Gustavo Petro propone la industrialización profunda del país, mediante el desarrollo de industrias productoras de medios de producción y de alta tecnología. Esta industrialización estaría complementada por la puesta en marcha de una red ferroviaria nacional y una fuerte inversión en ciencia, tecnología y educación superior pública que forme la fuerza de trabajo cualificada necesaria para todo este esfuerzo desarrollista.

Para el candidato de la Colombia Humana, la industrialización permitiría disminuir la informalidad laboral (que afecta casi la mitad de los ocupados del país, unos 10 millones) y el desempleo que golpeaba a fines de 2017 a 2,1 millones de colombianos[6]. Más aún, para Petro, mejores salarios e industrialización no serían excluyentes sino complementarios: a mayores salarios y empleo, mayor gasto y demanda interna para las industrias. Esta demanda interna estaría impulsada además por la eliminación del IVA a la canasta familiar -y su cadena productiva- así como la integración con los mercados latinoamericanos.

Esta propuesta ha encontrado hondas simpatías entre los sindicatos de trabajadores, así como entre millones de colombianos desempleados o en la informalidad laboral. Sin embargo, ha despertado recelos dentro del gremio de los industriales (ANDI), quienes defienden el extractivismo. En palabras del director de la ANDI, Bruce Mac Master, refiriéndose al programa de Petro: “Preocupan sus expresiones alrededor del tema energético y del tema minero porque en este momento lo que hay que hacer es hacer las cosas bien, apoyar a quienes las hacen legalmente […] Colombia tiene una oportunidad inmensa en términos de minerales y de petróleo"[7].

Finanzas y pensiones

El esfuerzo industrializador estaría soportado por fuerte inversión pública financiada por el control social de los fondos de pensiones, hoy en manos del grupo AVAL (Porvenir) y el sindicato antioqueño (Protección), quienes han venido utilizando los salarios diferidos de la clase trabajadora como capital-dinero para financiar sus múltiples inversiones. En este mismo plano Petro se opone sin ambigüedades al aumento de la edad de pensiones.

Otra fuente de financiación descansaría en la eliminación de las exenciones tributarias al gran capital e impuestos a las remesas al exterior y los altos dividendos: medidas que no afectarán al 99% de la población del país sino tan solo al 1% más rico que, en el 2010, concentraba el 20,4% del PIB[8]. Igualmente propone el fortalecimiento de la banca estatal e impuestos al carbono que protejan la industria local e internalice las externalidades ambientales producidas por el transporte de mercancías importadas. Todos estos elementos están pensados para estimular el ahorro y la inversión nacionales, la reinversión productiva del excedente económico y el desarrollo de las fuerzas productivas.

Como era de esperarse, estas propuestas han generado amplias simpatías en el conjunto de la población, así como una férrea oposición de los banqueros colombianos (grupo AV villas, grupo bolívar y sindicato antioqueño), al punto que en días pasados el candidato de la Colombia Humana denunciaba que todos los bancos se negaban a prestarle dinero a su campaña, e incluso abrirle una cuenta de ahorros.

 Fuentes teóricas: Economía

Las fuentes teóricas tras las anteriores propuestas -en el terreno económico- descansan en distintos aportes de la economía heterodoxa: David Ricardo, J. Keynes, M. Kalecki, T. Piketty, el estructuralismo latinoamericano y la economía ecológica. De la economía política de Ricardo, Petro toma su teoría de la renta para criticar el rentismo que impera en Colombia y, al mismo tiempo, tomar distancia crítica del extractivismo venezolano. De paso, esta hábil línea argumentativa le permite al candidato de la Colombia Humana responder con eficacia a sus detractores que —desde las derechas— intentan vincularlo con el castrochavismo y la crisis venezolana.

Para Petro la economía colombiana debe pasar del rentismo-parasitario, donde predominan las rentas mineras, financieras y cocaleras, a una economía productiva, con un predominio de la agricultura y la industria. En este punto, la propuesta se nutre de las ideas del pensamiento estructuralista latinoamericano (R. Prébisch, C. Furtado, etc.) y las recomendaciones de la CEPAL que, en palabras de Osvaldo Sunkel, ponían “el acento de la política de desarrollo sobre un conjunto de reformas estructurales, en la función del Estado como orientador, promotor y planificador, y en una reforma y ampliación sustancial de las modalidades de financiamiento externo y del comercio internacional”[9]

Por su parte, la centralidad de la demanda (y altos salarios) para dinamizar el mercado interno y el crecimiento es una idea que remite directamente a Keynes, Kalecki y el principio de la demanda efectiva. Algunos aspectos de su propuesta impositiva se inspiran claramente en las recientes investigaciones sobre desigualdad de Piketty y Atkinson. Por último, los impuestos a las emisiones de carbón, planeación territorial a partir de las cuencas de agua, el cambio en la matriz energética hacia energías renovables y la adaptación al cambio climático son propuestas desde la economía ecológica.

Fuentes teóricas: Política

En el terreno del pensamiento político no nos encontramos frente a un revolucionario (como Fidel Castro) sino frente a un reformador social-demócrata. Su propuesta económica no plantea medidas anticapitalistas sino, muy al contrario, reformas para desarrollar el capitalismo, con mejoras en las condiciones materiales de las mayorías populares, pero solo eso. Petro no plantea la necesidad de derrocar el poder económico de la oligarquía colombiana mediante, por ejemplo, la nacionalización de los grupos financieros, sino llegar a algún tipo de acuerdo con ellos para limitar —en los puntos vistos previamente— su control sobre el aparato productivo y orientarlo hacia el desarrollo económico con mayor equidad.

En ese sentido las fuentes programáticas de Petro no son el castrismo o el marxismo sino dos ideas de destacados hombres del establecimiento colombiano: la ‘revolución en marcha’ del liberal Alfonso López Pumarejo y el ‘acuerdo sobre lo fundamental’ del conservador Álvaro Gómez Hurtado (a quienes cita en sus discursos). De hecho, desde la perspectiva de Petro, ambas ideas se podrían fusionar en una sola: el acuerdo sobre lo fundamental es la paz con progreso económico-social, es decir: la revolución en marcha.

Sus opositores en las derechas (y en la derecha disfrazada de centro) califican a Petro de ‘demasiado radical’, de ‘polarizador’, cuando no de castrochavista, entre otras cosas, por su pasado en la guerrilla del M-19. Pero lo cierto es que, inclusive, aquella guerrilla no tenía un programa socialista o revolucionario sino un programa reformista de corte liberal y nacionalista, su objetivo era el Estado Social de Derecho (burgués) y no un Estado socialista.

Más aún, el programa económico de Petro es, esencialmente, el mismo del ideario de unidad del Polo Democrático Alternativo, al que Carlos Gaviria denominaba un ‘programa social-demócrata disminuido’:

“Impulsamos un modelo de desarrollo basado en el régimen de economía mixta, que respete la propiedad privada […] Defendemos el patrimonio público, y el fortalecimiento del aparato productivo nacional, el mercado interno y la adecuada inserción del país en la economía mundial. El Estado intervendrá para fortalecer la producción interna industrial, manufacturera, artesanal, agropecuaria, forestal y acuícola […] Llevaremos a cabo una política agraria que garantice la soberanía y la seguridad alimentarias y eliminaremos la actual concentración de las tierras y los latifundios improductivos […] Se hará una reforma financiera que garantice que el ahorro del público se transfiera realmente a la producción”[10]

En este punto resulta errática la progresiva derechización del programa económico del Polo Democrático Alternativo, bajo la hegemonía del Moir, expresada en la adhesión al candidato presidencial del Grupo Empresarial Antioqueño, Sergio Fajardo, de posiciones ambiguas cuando no francamente neoliberales.

Más aún —y a propósito de Fajardo y su eslogan anticorrupción—, el programa económico de Petro se conecta con su concepción sobre democracia, al plantear que se requieren cambios estructurales y mejoras materiales en la vida de las mayorías para superar la corrupción y la exclusión política. Según Petro, “la lucha contra la corrupción sin el cambio de la base económica que la origina es simplemente una hipocresía. Los dineros fáciles desde el narco, el carbón y el petróleo son el objeto del pillaje y desatan el pillaje generalizado que estamos viendo en el país […] pensar que simples cambios de norma electoral pueden acabar la corrupción como Fajardo propone es una verdadera ingenuidad”[11].

Valoración

Como se ha visto, el programa de Petro tiene muchos aspectos positivos. En primer lugar -de tener éxito-, mejoraría las condiciones materiales de millones de colombianos pobres: aumentaría el empleo y su calidad, muchos campesinos tendrían acceso a tierras, habría mayor y mejor acceso a salud y educación, así como crédito y apoyo a microempresarios empobrecidos. Así, el programa se ubica en la defensa, sin ambigüedades, de los intereses básicos de las clases subalternas del país: el conjunto de la población trabajadora (asalariada y cuenta-propista), el campesinado y los microempresarios; categorías estas que engloban, grosso modo, el 95% o más de la población colombiana. Ningún otro programa económico en la actual coyuntura electoral tiene tal naturaleza.

Precisamente, este carácter plebeyo de la propuesta permite explicar la popularidad de Petro, su masiva acogida a lo largo del país y su alta favorabilidad en las encuestas. En una economía basada en la explotación y exclusión de millones a manos de unos pocos miles, el discurso contra la desigualdad de Petro ha empezado, exitosamente, a generar identidades, movilización y esperanza en millones de personas que están entendiendo que los problemas de la nación colombiana van más allá de la corrupción. Ese hecho —la acogida popular del programa y las identidades populares que genera— es sumamente positivo toda vez que las izquierdas en Colombia han tenido históricas dificultades para conectarse con las mayorías populares y superar su marginalidad.

Así, el doble hecho de que el programa de Petro defienda los intereses de las clases subalternas y que, al mismo tiempo, cientos de miles de personas se identifiquen con él, plantea la posibilidad de reorganización y avance de las izquierdas sociales y políticas, especialmente tras el costoso apoyo de algunos sectores de izquierda a la reelección de Juan Manuel Santos. Los hechos muestran que esto ya está sucediendo:  las bases del PDA, sectores críticos del partido verde y el partido liberal, sindicatos, redes de intelectuales críticos, y demás organizaciones ya están llamando a votar por Petro.

En este punto resulta fundamental que el precandidato de la Colombia Humana evalúe su tradicional postura frente a las organizaciones (hacer y deshacer organizaciones en cada coyuntura electoral), como frente a su propio liderazgo y capacidades: los retos y desafíos que veremos a continuación hacen que la Colombia Humana solo sea factible como proyecto colectivo organizado, con liderazgos múltiples y profundamente democrático.

Retos y desafíos

La propuesta económica de Petro presenta varios desafíos importantes. Parte del éxito del programa económico depende de la colaboración voluntaria del conjunto del empresariado nacional. Si la clase dirigente (terratenientes, industriales, banqueros, personal directivo, etc.) se niega a participar en el proyecto desarrollista de Petro —y se oponen de lleno a él— sería muy difícil que la industrialización despegue, que la reforma agraria avance, que la banca se oriente a la producción y que, en síntesis, las élites abandonen el cómodo y lucrativo -pero destructivo- modelo rentista.

Es preciso recordar que —en líneas generales— una economía capitalista es aquella donde las palancas centrales del ahorro y la inversión no las controla el presidente de la república sino los presidentes de los grupos financieros. Es la clase social que posee la propiedad-control de los medios de producción, y concentra el excedente económico de la nación, la que decide qué, cómo, cuándo y dónde invertir. Precisamente este hecho es el que explica, en parte, el abandono de las políticas de industrialización de los años 60 -70 en América Latina y el entusiasta apoyo al proyecto neoliberal que las élites latinoamericanas le han brindado desde los años 90 hasta hoy.

Al respecto, los hechos muestran que la clase dirigente en Colombia está en contra del programa de Petro. Fedegan, la SAC y Fedepalma se oponen a su política agraria; la Andi a su programa industrial e insisten en el extractivismo; Asobancaria se opone rotundamente a las reformas financieras del candidato de la Colombia Humana; Fenalco, por su parte, apoyó sin titubeos su revocatoria cuando era Alcalde. Más aún, la clase dirigente tiene su propio programa económico, elaborado por el Consejo Gremial Nacional[12], donde no se propone ningún cambio en la estructura económica del país sino menos impuestos para empresarios -y más para los trabajadores-, no ‘estigmatizar la tercerización laboral’, reducción de pensiones, etc.

Por tal razón, frente a un posible triunfo presidencial de Petro, este se encontrará con la férrea oposición de la clase dirigente, sus otros órganos de poder político (poder legislativo, judicial, territorial, fuerzas militares), su hegemonía dentro de la sociedad civil (medios de comunicación, iglesias, etc.), las bases populares de los partidos de derecha como el Centro Democrático, así como las bandas neo-paramilitares. Así como la segura hostilidad de la administración de Donald Trump.

En ese desafiante contexto, el programa de reformas de la Colombia Humana solo podría avanzar si Petro se apoya decididamente en el conjunto de las mayorías trabajadoras del campo y la ciudad, movilizándolas, favoreciendo su concientización y organización. Todo esto sin caer en la tentación caudillista y autoritaria que tan amargos frutos ha dado en los procesos progresistas de América Latina.

 

Fuentes:

[1] Para este artículo se tomaron como base los siguientes insumos: el video del precandidato donde explica en detalle su propuesta económica https://www.youtube.com/watch?v=5CZdirbTJzM, la entrevista en el diario La República https://www.larepublica.co/especiales/propuestas-gustavo-petro/las-cinco-reformas-que-haria-gustavo-petro-si-es-presidente-de-colombia-2601166, así como diversas entradas del blog del precandidato: https://gustavopetroblog.wordpress.com/

[2] Oxfam (2017). Radiografía de la desigualdad: lo que nos dice el último censo agropecuario sobre la distribución de la tierra en Colombia. Disponible en: https://d1tn3vj7xz9fdh.cloudfront.net/s3fs-public/file_attachments/radiografia_de_la_desigualdad.pdf

[3] Registro Único de Víctimas (2018).  Disponible en: https://rni.unidadvictimas.gov.co/RUV

[4] El Tiempo (2018). El mapa de la vergüenza. Disponible en: http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/el-mapa-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-colombia-184408

[5] Banco Mundial (2018). Industrialización (% del PIB). Disponible en:

https://datos.bancomundial.org/indicador/NV.IND.MANF.ZS?locations=CO

[6] DANE (2018). Empleo y Desempleo. Disponible en: http://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/mercado-laboral/empleo-y-desempleo

[7] Caracol Radio (2018).” Preocupa posición de Petro en el tema minero energético: Bruce Mac Master”. Disponible en: http://caracol.com.co/emisora/2018/03/01/cartagena/1519924413_176415.html

[8] Alvaredo, F. y J. Londoño V. Altos ingresos e impuesto de renta en Colombia, 1993-2010, Revista de Economía Institucional 16, 31, 2014. Disponible en:

https://www.economiainstitucional.com/esp/vinculos/pdf/No31/falvaredo31.pdf

[9] Sunkel, O., & Paz, P. (1999). El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo. Siglo xxi.

[10] Polo Democrático Alternativo. Ideario de Unidad. Disponible en: http://tribunaroja.moir.org.co/POLO-DEMOCRATICO-ALTERNATIVO.html

[11] Gustavo Petro (2017). Diferencias programáticas con Fajardo. Disponible en:

https://gustavopetroblog.wordpress.com/2017/12/20/diferencias-programaticas-con-fajardo/

[12] Disponible en: http://www.cgn.org.co/wp-content/uploads/2017/12/Agenda-Empresarial-2018-2022.pdf

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