El problema de hallar la verdad en tiempos de posverdad

El problema de hallar la verdad en tiempos de posverdad

Ante tanto vendedor de humo es clave reconocer que, más allá del mensaje, a veces es la construcción del personaje y su proyección lo que nos impacta

Por: Hernando Copete Ortiz
octubre 21, 2021
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El problema de hallar la verdad en tiempos de posverdad
Foto: Pixabay

Desde hace tiempo, como resultado de mis productos de trabajo presentados a los superiores (que luego los hacen llegar a las instancias últimas que los requieren) me he cuestionado: ¿para que estos productos sean válidos y confiables dependen, en una u otra medida, de la fuente de la información, su constructor o su intermediario?

Lo que sé es que sus contenidos se los apropian y tienen más valor. Si yo fuera directamente la persona que los reúne no tendría el mismo valor. La credibilidad o certificación de la información recae en la fama de la persona, dada por las recomendaciones laborales, tráfico de influencias, relaciones de poder, relaciones sociales, ser parte de un clan, etc. Esto se refleja igualmente con las opiniones, ideas o representaciones que tiene la gente de la realidad y su entorno.

Si experimentalmente realizáramos un discurso escrito u oral (mismas ideas, contenido, lenguaje) sin importar la validez del mismo y, por otro lado, seleccionáramos a dos grupos de audiencia o lectores, con unas mismas características sociodemográficas, a los cuales les pediríamos calificar al emisor que pronunció o escribió el discurso, esta audiencia, a pesar de que el mensaje sea hecho con las mismas características en su escrito (papel, tipo de letra, tinta, párrafos, tamaño) y si es oral (tono, frecuencia, gestos, símbolos, escenario, sonido y presentación personal) la evaluación la harían de manera opuesta, ni más ni menos que por la marca personal (imagen) que maneja el autor del escrito o el expositor del discurso.

Lo anterior es fortalecido por el desprestigio de los partidos políticos y pérdida de credibilidad en ellos. Popularmente se dice que “la política es dinámica”. La percepción y evaluación de los contenidos de su escrito o discurso, se enfoca pues en la persona.

En síntesis, es el posicionamiento del personaje en el ámbito social y político, dado por su apariencia física (qué quiere reflejar), su comportamiento (autoestima, empatía, asertividad, moral, ética, protocolo) y comunicación (coherencia entre lo que siente, piensa y hace) lo que potencia, sustenta y le da validez al contenido del escrito o discurso.

No es lo mismo lo que escribe, expresa, (sin importar los mismos contenidos), Pepito Pinzón Polania (desconocido popularmente) a lo que escribe, expresa, algún político colombiano reconocido.

¿De dónde surge, entonces, esta diferencia? Pues es muy fácil, depende, de la fuente (emisor), su género, popularidad y los contenidos del comunicado. No es lo mismo y su certificación de verdad, si las ideas son expresadas por un mago, un dios, un sacerdote, una autoridad administrativa, un científico, un indígena, o un ciudadano del común (trabajador, empleado, habitante de calle).

En síntesis, se puede decir que la verdad depende de quién la diga y cómo la certifica (epistemología). Para unos la verdad es revelada, absoluta y para otros es razonada, relativa, pues depende de su validación empírica.

Los magos certifican la verdad, mediante la magia; los dioses, con los milagros; los sacerdotes, con la fe; las autoridades, con el poder; los científicos, con la verificación; y la gente del común, con sus historias, creencias, vivencias. Pero en Colombia, depende de quién elabore la argumentación, de la realidad, que nos quieren introyectar y el medio o escenario donde se materialice.

En virtud de lo anterior, la forma de manipular la conciencia social, no se centra en la falsa percepción (error de hecho), ni en la incoherencia (error lógico), sino en la fama que busca el personaje, la cual se establece, para manipular la opinión pública (buscar reconocimiento), y de esta manera popularizar una imagen y por el otro, íntimamente asociado, es importante determinar el modo, cómo debe organizar el saber; en sistemas de ideas, que mutilen el verdadero conocimiento (sesgos de la realidad).

Manolito, personaje de Mafalda dijo: “nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás”. Otra forma es divulgar lo malo, los errores, o los incumplimientos a lo prometido del enemigo, contrario u opositor y ocultar todo lo bueno, ético, honesto y promesas cumplidas.

Es aquí, donde cobra, mucha importancia los medios de comunicación. Estos se encargan de popularizar la imagen de la persona o personas que quieren, se hagan famosas (venta de la imagen) y la gente lo, o los identifique. Lo contrario, es negarlos, anularlos, desaparecerlos públicamente. Para ello, la metodología es tenerlo o tenerlos, siempre en las noticias, minuto a minuto. El objetivo, es que en las historias que se cuenten de ellas o de cada personaje, se logre, que para la comunidad sean atractivas o negativas. Dependiendo del medio y las ideologías que ellos quieren materializar o personajes que desean apoyar, hacen de esa imagen, un ser tirano, despiadado, asocial, villano, interesado, malo, delincuente, etc. o, por lo contrario, tolerante, piadoso, amable, digno, altruista, bueno, honesto, etc.

Lo que diga el orador puede ser verdad o mentira, que depende del fin que persigue; pero esta valoración está en manos de la imagen, elaborada por los medios de comunicación y directamente, ante sus audiencias. Personalmente se muestran como los salvadores, hombres hogareños, buenos vecinos, honestos, altruistas, con orígenes de familias humildes, pobres; en virtud de lo cual entienden las necesidades de la comunidad; enviados por un ser supremo, debido a sus cualidades humanas y espirituales, que toma más fuerza en una cultura, donde la religión, es una dimensión de ella.

En los discursos o escritos de sus autores e interpretando estos conceptos, de los cuales hacen uso, estos, desde la semántica, lo que buscan es quitarle o añadirle unos valores, peso o magnitud del significado de las palabras. Ejemplo, no es una masacre, son homicidios colectivos. El terrorismo se disfraza de vandalismo. La protesta social es terrorismo. Los menores de edad son “máquinas de guerra”. Ese señor es un patrocinador de la guerra. Ese delincuente es un mitómano. Transportar coca en una avioneta es una tragedia familiar, etc.

En conclusión, usan nuevos conceptos, para modificar los existentes (asociación), generalizar las ideas, palabras, significados. En otras situaciones, cuando no quieren ser directos, manifiestan, cosas, hechos, situaciones, eventos; arguyendo que esa es la percepción, sentir, interpretación del ciudadano, la ciencia, los expertos, etc. y con ello fortalecer sus afirmaciones. Su fin en última instancia es lograr cambiar las formas de percibir e interpretar, la realidad por parte de la población.

Asociado a lo anterior se encuentra el escenario del orador, en el cual se ubica al escucha, receptor. Allí se busca eliminarle su “yo” y convertirlo en un “nosotros”. Es más, es un escenario teatral, donde se impone una visión de vida, desde la visión del orador, y no uno de inclusión, dándole cabida al sentir ciudadano. No se permite compartir la visión de vida personal. Allí ubican oyentes naturales y oyentes artificiales. A propósito, esto me recuerda la película “Salto de Fe” en inglés “Leap of Faith”, que los invito a que la vean.

Estos escenarios son fortalecidos, si dentro de ellos se ubican a ciudadanos (oyentes naturales) con ausencia de conocimiento y preparación política, como aquellos que solapadamente, los han rechazo, desaparecido, o eliminado su rol de liderazgo, por cuanto son personas, que, por sus vivencias, conocimientos, pueden contradecir, con verdades y hechos reales, lo que los oradores quieren ocultar, tergiversar, manipular o acomodar. Adicional a lo anterior, otra técnica o estrategia, a utilizar en sus discursos, no es negar las afirmaciones, sino atacar la fuente de la información.

Los oyentes artificiales, que también se ubican dentro del escenario, en el que va actuar el orador, no son miembros de la comunidad, sino personas contratadas o miembros del grupo, al que pertenece el orador. Estas personas pueden ser ciudadanos normales (infiltrados, aparentan ser de la zona), con prestigio, fama o popularidad local como nacional, que los caracteriza por ser reconocidos por la comunidad. Estas personas van preparadas, para hacer sus intervenciones, mostrando ante la comunidad sus conocimientos y entendimiento de las problemáticas de la región, municipio, zona, localidad o barrio.

El rol de estos personajes, es simplemente, ser unas máquinas de propaganda, cuyo objetivo es enaltecer la imagen del orador, su humildad, como valorar los conocimientos y entendimiento que tiene este, sobre la problemática por la que está cruzando, la población; buscan que lo reconozcan como el ser, que verdaderamente le irá a dar solución a sus necesidades. Igualmente mostrarse como ejemplo de los beneficios obtenidos de parte del orador. Como miembro de la audiencia, hace las preguntas, previamente elaboradas y que el orador tiene las respuestas efectivas, que mediante encuestas obtuvieron previamente de las percepciones sociales y hacer, el manejo de la psicología de las masas (operaciones psicológicas), para inducir, una acción colectiva.

Ahora bien, si la verdad o mentira es dicha por alguna de las personas, que son bien popularizadas por los medios de comunicación. ¡¡Eso es verdad!!, pero si lo digo yo o Pepito Pinzón Polania, eso no es válido, confiable, creíble.

Para finalizar, Maquiavelo, pensador florentino, establece que los objetivos concretos de las acciones políticas se centran en la adquisición, conservación e incremento del poder del Estado. Lo anterior lo fortalece, diciendo que ni las ideas, ni el derecho sirven; si la fuerza pública, no entra en juego.

Por ello dependiendo de las circunstancias o contextos, hace uso del derecho, la razón o la moral (discursos); de lo contrario, recurriría a la fuerza, la trampa o el engaño. Por lo anterior, expresa que, gobernar es mantener al pueblo de tal manera que no puedan lograr perjudicar los intereses de sus gobernantes. Para lograr esto, se consigue de dos maneras: Primero, buscar que sea temido y para logarlo requiere reforzar las medidas de seguridad; segundo, buscar ser amado (discursos), para ello requiere ganar las voluntades de su población a través de los beneficios que se les otorga.

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