La subjetividad del poder en Colombia se puede analizar desde diferentes espectros. Uno de ellos se visibiliza en la tensión que suscita la movilización social por el acceso a los derechos. Esto se establece desde un contexto histórico que demuestra el atraso intencional que ha sido provocado por las elites políticas que han gobernado este territorio.
Uno de estos ejemplos se visualiza en el pulso mediático que causa la movilización estudiantil. Cada vez que de forma legítima dicho colectivo reivindica el cumplimiento de los pactos establecidos por el gobierno de turno, aparecen voces opositoras intentando desviar el contenido de la protesta, criminalizando esta misma. No obstante, impedir el desarrollo del conocimiento a través de una educación de calidad, también es un mecanismo de defensa y opresión que permite entre otros factores la concentración de riqueza y poder.
Desde otra mirada sobre dichas subjetividades, existe otra que reside en el discurso de quienes han tomado oposición sobre el paro nacional y que esta dirigida a justificar el actual modelo económico de Colombia. Para ello, diversos actores han logrado señalar los intereses de ciertos grupos de izquierda por generar el caos y asentar un modelo Comunista o Socialista en Colombia, en detrimento del modelo “supuestamente capitalista” que durante décadas ha sido defendido y llevado a cabo por las elites políticas.
Tomando como referencia lo anterior y dando por sentado que el capitalismo es el sistema económico que gobierna el mundo, este mismo, como lo analizaremos, ni siquiera ha sido asentado en Colombia. Todo esto debido a que la ausencia de una gobernanza democrática y de una apuesta por un sistema educativo de calidad no solo ha impedido el libre desarrollo, también ha bloqueado la movilidad social y la creación de talento humano que pueda generar riqueza y conocimiento al servicio del bien común. Características básicas que se correlacionarían con la esfera de desarrollo que tanto defiende el capitalismo.
Otras razones a tener en cuenta se pueden observar a través de la configuración de un monopolio de mercado, el principal agravante para la pequeña y mediana empresa, algo que ha bloqueado durante décadas el estímulo a la competencia, un factor fundamental de todo sistema neoliberal. Por otra parte, seguir insistiendo en modelos dependientes de la explotación desmedida de recursos naturales como motores de una economía, además de agravar la problemática ambiental que a día de hoy vivimos, es una oposición a las nuevas corrientes de desarrollo que se apoyan en la producción de conocimiento, esto último apoyado en las nuevas tecnologías como precursoras de la nueva revolución industrial.
Por tanto, aquellos discursos que defienden el capitalismo en Colombia no se sostienen sobre argumentos sensatos. En todo caso, logran camuflarse en un beneficio o interés concreto de concentración de poder. El sistema actual sigue permitiendo un beneficio sustancial a unas pocas familias que se siguen enriqueciendo, además de dejar por fuera de los círculos de oportunidades a más de un 90% del país.
En los argumentos de discusión de las elites políticas existe un poder subjetivo con muchos determinantes. Descubrir, comprender y discutir estos matices también forma parte de nuestra participación política como ciudadanía.
Si hay algo que han podido generar las movilizaciones de la última semana de noviembre es poner en discusión temas que superan la polarización política que hemos estado expuestos. Hablar de proyecto de país, de construcción de paz, justicia social y ambiental o de modelos de desarrollo nos brinda una perspectiva más abierta, madura y democrática de lo que somos y queremos ser.
