El plan para hacer “viable” el Estado Colombiano
Opinión

El plan para hacer “viable” el Estado Colombiano

Quince años…

Por:
febrero 04, 2016
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El Estado colombiano, recordarán, se encontraba en graves problemas, dificultades, que según se decía, habían sido superados por la puesta en vigencia de la Constitución de 1991. No era fácil.

No a poco con la puesta en vigencia de la Carta Constitucional que es fruto de temas, bien que estructurales, violencia endémica, como lo son el narcotráfico, la guerrilla pero, además, la necesidad de un ajuste institucional que permitiese que los factores reales de poder pudieran hacer ejercicio del mismo, se pensó en que era suficiente con su expedición de la Carta para resolverlos. En parte se logró.

Se aceptó, en la nueva Carta la diversidad, el pluralismo, la normal anormalidad, la acción de tutela para hacer efectivos, de manera rápida, por conducto de los jueces, los derechos fundamentales; la puesta en escena de los compromisos internacionales en clave de derechos humanos; la democracia participativa con el referendo, el plebiscito, las acciones populares; la consolidación definitiva de la elección de alcaldes y gobernadores que venía de un examen riguroso de posibilidad; en fin, una estructura de poder y de función que se dio como fórmula a la expectativa general.

En plano institucional parecía suficiente. No obstante, las estructuras, la realidad no respondieron al cambio institucional como se esperaba. El daño era un hecho.

La fuerza del Estado, el monopolio de la fuerza del Estado, no solo no encontraba asiento real —sus componentes eran casi inexistentes— sino que, al propio tiempo, la violencia endémica, de guerrilla y de narcotráfico, con la cultura que conllevan, encontraban caldo de cultivo frente a la nobel Constitución. Una realidad, una paradoja propia de nosotros que pensamos que los cambios institucionales —normativos— producen los cambios sociales; como expertos afirman: el ‘salto de brujo’[1] o, en otros términos, ‘la fiebre no estaba en las sábanas’.

Noticias de la época: tomas guerrilleras a pueblos;
incursiones paramilitares, rehenes soldados, policías;
carteles de las drogas en su máximo de violencia, de poder.
Qué más pedir: un Estado inviable.

Miren Ustedes, noticias devastadoras de la época: tomas guerrilleras a pueblos; incursiones paramilitares, de autodefensas letales; rehenes soldados, policías; los carteles de las drogas en su máximo esplendor de violencia, de poder. Sí, Señoras y Señores, qué más pedir: un Estado inviable.

Y, en el concierto de las Naciones, la situación no era otra, obvio, repotenciada. Todos los indicativos, tanto en Derechos Humanos como los de comercio y, en idéntica manera, los que permiten un ingreso especial por inversión o turismo, ofrecían un panorama desolador. Esa era la realidad vivida; la visión internacional.

De allí surge el denominado Plan Colombia que, en un comienzo, en la época inicial de la administración Pastrana, tenía, nos consta, un gran componente social; que fue cambiado en porcentaje; se logró un acuerdo de interés, resaltando un tanto más, el militar pero, con todo, un sabor de posibilidad. Miren Ustedes, la primera aproximación de la época fue ‘(…) un plan primeramente de ayuda militar al gobierno colombiano, cuyo propósito declarado es el contribuir al desarrollo de Colombia a través de la lucha contra el narcotráfico. (…) ayuda militar a Colombia para la lucha antisubversiva. (…). Aunque el plan incluye componente de ayuda social y reforma institucional, estos demuestran una falta de entendimiento de las causas reales de los problemas colombianos, que los harán totalmente inefectivos’; se criticó seriamente, en punto de la agudización de la violencia y, entonces, de la violación de los derechos humanos; en algo se tenía razón; pero, la situación era insostenible, por eso en el texto oficial se encuentra que: ‘En el umbral del Siglo XXI, Colombia enfrenta el reto de la consolidación de las responsabilidades centrales del Estado. (…) Es compromiso del gobierno recuperar las responsabilidades centrales del Estado: la promoción de la democracia, el monopolio de la aplicación de la justicia, la integridad territorial, la generación de condiciones para empleo, el respeto por los derechos humanos y dignidad humana, y la conservación del orden público. (…) Las debilidades de un Estado que todavía se encuentra involucrado en un proceso de consolidación han sido agravadas por las fuerzas desestabilizadoras del narcotráfico. Las reformas progresistas de principios de los noventa abrieron las puertas a una época de mejores oportunidades para los colombianos, pero fueron distorsionadas y compenetradas por influencias corruptoras en círculos tanto económicos como políticos; fomentando la violencia y la corrupción. Recientemente, la relación financiera entre los varios grupos armados y los narcotraficantes ha logrado intensificar el conflicto armado, y ha limitado la capacidad del Estado para cumplir con sus responsabilidades más importantes. (…)’ y, resultó. Estrategia para la paz y, en suma, la protección del Estado en sus miembros. Para dónde va la estrategia, lo veremos; pero sin ella, no hubiesen existido recursos y postura para la situación de conversación, acuerdo o negociación de La Habana, hoy. Recordemos: el proceso de paz es uno solo, con momentos de diálogo y de fuerza; así, debe evaluarse el Plan Colombia aplicado desde la presidencia Pastrana. Sin duda: Un Plan para hacer Viable el Estado Colombiano.

[1] el denominado ‘salto del brujo’: aplicar el método de las ciencias naturales a las ciencias sociales; consiste en incluir una solución de naturaleza a la cultura, como cuando el Brujo, para acallar el dolor y la fiebre, realiza pases mágicos sobre el doliente: El dolor y la fiebre son de la naturaleza, fenómeno natural, de ciencia natural y los pases mágicos, lo son de la cultura, de la invención del hombre, de la institución, del comportamiento.

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