El padre Linero ya no será cura… solo Alberto José Linero
Opinión

El padre Linero ya no será cura… solo Alberto José Linero

La confesión de uno de los sacerdotes más populares del país, y sin duda el más bacano, me recuerda el caso de sor Rosita Cabrera

Por:
septiembre 05, 2018
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Tenía un tema muy distinto para mi columna de hoy, pero acabo de escuchar en Blu Radio al cura Linero –como lo llamamos con cariño- decir que ya no lo será más; que después de su soledad de los últimos años tomó la decisión de vivir la vida de otra manera y sin soledad… la soledad que lo ha tenido agobiado los últimos años.

No sé por qué que una monja o que un cura decidan renunciar a su actividad, que no a su apostolado diría yo, causa siempre tanta curiosidad y todavía asombro. Será porque siempre está el ejercicio de lo sexual de por medio; es inevitable pensarlo e impensable asumirlo. De hecho, el mismo padre Linero lo dijo: “no es un tema sexual, ni genital, es una crisis existencial”. Esa es una de mis grandes discrepancias con la Iglesia. La otra es que tenemos que estar pobres y sufriendo de por vida para merecer el cielo… en fin. Dejemos ahí porque ese no es el punto. Nací católica, crecí católica y creo que moriré católica, pero rebelde y –eso sí- profundamente creyente en la existencia de Dios.

 

 

Que una monja o que un cura decidan renunciar a su apostolado,
causa siempre curiosidad y todavía asombro.
Será porque siempre está el ejercicio de lo sexual de por medio

 

 

La confesión hoy de uno de los sacerdotes más populares del país, y sin duda el más bacano, me recuerda el caso de sor Rosita Cabrera. Sor Rosita era la hija monja de una familia que acogió a mis papás y a nosotros sus hijos con mucho cariño cuando por el trabajo de mi papá resultamos viviendo en Florencia, Caquetá. La familia Cabrera era numerosa y, como tocaba en la época, tenía a una religiosa entre sus hijos.

La amistad permaneció siempre y sobrevivió a nuestros constantes cambios de ciudad. Sor Rosita fue varias veces con la abuelita Margot, su mamá, a visitarnos. Yo era muy niña y no había nada que me pareciera más exótico que tener a una monjita de vacaciones en mi casa. Creo que era de las pocas veces en las que ni pensaba en pilatunas; ¡cómo si había una religiosa!

Un día, mis papás volvieron a anunciar que venía sor Rosita, pero sola, a pasar unos días con nosotros. Lo que no sabían era que venía de consulta, “de confesión”. ¡Quería colgar los hábitos! ¡No quería ser más una monja! Recuerdo mucho a mis papás gastándose su tiempo en analizar la valiente decisión de sor Rosita. Yo, que toda la vida he sido preguntona, los puse en muchos aprietos indagando sobre cada punto que tocaban. Entonces nos sentaron con mis hermanos y nos contaron muy abiertamente que Sor Rosita no quería ser más una monja, que quería cambiar su vida y que no sabía cómo contarle la noticia a su familia. Eso, pensábamos todos, era lo más difícil. Mis papás, recuerdo mucho, no hicieron nada distinto a respetar su decisión, apoyarla y empoderarla para enfrentar con sabiduría a la familia; sobre todo a sus papás. Es que realmente en esa época no eran nada fáciles muchas cosas que tenían que ver con la religión, y renunciar a ser monja no era la excepción; era de lo más difícil, osado si se quiere.

Pasaron los años y volví a ver a Rosita Cabrera sin hábito, sin el “Sor” y ya casada. No sé si tuvo hijos, pero buscó su camino; se lanzó a vivir –ahí sí- como cualquier cristiana. Claramente, como el padre Linero, no quería estar sola. Y no sé si la soledad de nuestro cura estrella sea porque quiere casarse, aunque en su entrevista a Néstor Morales se abrió a la posibilidad del amor de una pareja, al sentimental, al de cartas, al amor que nos pone la vida en alguien para compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros sueños y nuestras esperanzas.

Al padre Linero, o al dentro de poco Alberto José Linero a secas, toda mi admiración. No es un paso fácil. Cambiar el rumbo de la vida y como personaje público, casi a los 50, no es cosa de poca monta, y no solo para un cura; ¡para cualquiera!

¡Hasta el próximo miércoles!

 

 

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