El negro que quiere ser general y no lo dejan

El negro que quiere ser general y no lo dejan

Las barreras invisibles dentro de las Fuerzas Armadas que solo le han permitido a un oficial, el general Luis Moore ascender en la cúpula, es frustrante en un cuerpo mayoritariamente afro.

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agosto 18, 2014
El negro que quiere ser general y no lo dejan
Fotos: Ilustración. Archivo Elespectador.com/Sena

Son solo doce los negros que han logrado ostentar el grado de mayores entre los mil oficiales con este escalafón dentro de la Policía Nacional. Uno de ellos es Fabian  Mosquera* quien aspira a convertirse en el tercer Teniente Coronel afro de los 600 (el 1% ) que forma el cuerpo de oficiales uniformados. Es el rostro del uno por ciento de los hombres que conforman el cuerpo de Policía, que como él, tienen la mala suerte de ser negro en las Fuerzas Militares.

Desde los años noventa, sin temor por la violencia que azotaba el país, los dos millones de pesos que pagaba Pablo Escobar por cada policía asesinado,  Fabian, con apenas 21 años, ya soñaba con vestir los colores de la Institución. Quería cruzar las fronteras cerradas de su tierra chocoana y abrirse horizontes y nuevas oportunidades. Cuando trabajaba como Ingeniero Ambiental en la  Corporación Autónoma Regional del Valle conoció a un grupo de auxiliares de la Policía que prestaban su servicio colaborando en temas ambientales.  Un año más tarde se enlistó y entró a formar parte del cuerpo administrativo de la Policía Nacional, capacitando aquellos jóvenes uniformados cuyo trabajo por el medio ambiente, lo había cautivado. Fabián fue uno de los 41 clasificados dentro de un listado de 1200 aspirantes negros que se presentaron para la convocatoria.

Fabian es el único de sus siete hermanos que se inclinó por la Policía, los demás querían ser maestros, siguiendo la tradición de la familia. En su casa nadie compartió la idea de vestir el uniforme. El talante le viene de sus mayores y por esto no descansará en la batalla que ha iniciado con altos mandos militares y estamentos políticos, para demostrarles que la condición racial no es un obstáculo en la vida.

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Cuando Fabián entró como profesional de la policía antes del año 2000, llegó armado de una extensa formación académica con especializaciones y cursos en diferentes áreas que estaba seguro le iban a servir para cruzar las barreras que solo un oficial en la historia de Colombia ha logrado, como ocurrió con el brigadier general Luis Moore Perea, quien llegó incluso a ser agregado militar en el embajada de Colombia en Washington.

Desde su ingreso, Mosquera  sintió las presiones de sus superiores por su condición racial. El primero en agredirlo fue un teniente, cuyo nombre mantenemos en reserva, director de unos de los programas estrella de la Policía, quien por lo demás ascendió vertiginosamente en la Institución, a pesar de las quejas de Mosquera.

Su mala suerte estaba sentenciada. Dos años antes de que llegará la añorada fecha de ser llamado al ascenso, uno de los comandantes regionales le advirtió sin pudor que jamás lo dejaría subir  y cumplió con su amenaza. Cuando llegó la hora, este general y otros que integran la junta de generales que hace los llamados, hicieron uso de su capacidad de veto, y lo dejaron por fuera del grupo de convocados a concurso.  Simplemente por ser negro.

Fueron casi dos décadas avanzando a paso lento y por un camino más empinado que aquel que le tocaba transitar a los demás oficiales.  Cuando sintió que había entrado en un cuello de botella y ya se había cumplido el tiempo para pasar al grado de teniente coronel y nada que le llegaba el llamado, decidió pedir traslado jurisdiccional a ver si corría con mejor suerte.  El militar no puede disimular su desconcierto:: “Han sido muchas presiones por parte de los superiores, aún no son conscientes de que por ser negros tenemos los mismos derechos que todos los seres humanos, los cargos no son los que deberíamos tener tanto por el grado como por las capacidades, la desconfianza, especialmente en los cargos administrativos, y de manejo de presupuesto (…) A los negros los tiene en su mayoría en unidades operativas de alto riesgo, en municipios lejanos  en labores que no hacen los demás”, dice Mosquera, temeroso de que las represarías que le puedan traer sus palabras.

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Los cierto es que en las Fuerzas Armadas, y en especial en la Policía Nacional, los puestos de mayor riesgo y de más bajo rango, son ocupados por afros.  Las razones que da el oficial son claras: “La carrera de oficial es demasiado costosa y por obvias razones la mayoría de los afro no cuentan con los recursos para ingresar a las fuerzas militares y de Policía y cuando logran ingresar y llega el momento del ascenso, son rechazados por diferentes causas y nunca se les dice por qué no fueron seleccionados, ellos superan todo el proceso y en la última etapa que es el consejo de admisiones o la entrevista son rechazados”. No hay una razón que explique por qué, si ya hace más de dos años llenó los requisitos para ser llamado, tiene que seguir esperando.  Él sabe que no hay sino una palabra: Racismo. “En los últimos años nosotros los oficiales negros no hemos tenido la oportunidad de ser llamados. Las estadísticas así lo muestran”, cuenta Mosquera, mientras desgloza un sesudo estudio de los afrodescendientes que esperan aquel llamado que lastimosamente es discrecional del mando y el Congreso.

Pero aún no se resigna y espera encontrar el camino que lo conduzca al generalato. Por simple justicia y porque en la Constitución de Colombia se contempla que todos somos iguales.

“La verdad nunca he podido entender el por qué del racismo en mi institución y en las fuerzas militares en general. Es inconcebible que en pleno siglo XXI se sigan viendo estas cosas y más en una institución que a los ojos de la comunidad está basada en principios, valores y respeto por los Derechos Humanos. Le confieso una cosa: si volviera a nacer y supiera antes que en las instituciones y en especial de la Policía Nacional, las cosas eran así, nunca accedería  a ella.  Es por  ello que a mis hijos les he inculcado que nunca vayan a hacer parte de la policía. No quiero que pasen por lo que su padre ha vivido”. Una mala suerte que no solo acompaña a Fabián Mosquera* sino a 600 oficiales de las Fuerzas Armadas colombianas.

* El oficial pidió proteger su identidad razón por la cual fue necesario cambiar su nombre

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