Ni el ministro de Salud Alejandro Gaviria ni el presidente Santos le tienen fe al proyecto de reforma a la salud que hace su trámite en el Senado. De allí que el ausentismo legislativo para votar la ley no fue una sorpresa, pues aparentemente a nadie le interesa que este proyecto, un verdadero híbrido tal como está, camine. El presidente del Congreso Juan Fernando Cristo es uno de los pocos que le apuestan y ha pedido que se hunda el acelerador. Como están las cosas, el gobierno Santos alcanzará a sacar adelante la Ley estatutaria, pero no la reforma estructural del sistema de salud, tarea en la que convenció a Alejandro Gaviria quien estaba mucho más cómodo en la decanatura de Economía de la Universidad de los Andes, un académico extraviado y aburrido en los vericuetos de la politiquería legislativa.
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