Tengo que aclarar que Salvador Dalí (1904-1989) no me gustaba nada. Inclusive me lo saltaba en los museos para no verlo porque era un ser detestable: hacía trampas, firmaba papeles en blanco para sus mil grabados que se venderían como industria en el mercado de arte después. Su apariencia y conductas sociales me incomodaban porque era un egocéntrico payaso con delirios de grandeza que necesitaba de la atención pública.
Foto: Ana María Escallón
Pero en Figueres, su ciudad natal en Cataluña, en una plaza que lleva en nombre de Gala-Salvador Dalí, en el número 5 queda su teatro museo que nos hace pensar en otro ser humano. Un excéntrico hombre del Surrealismo que amó hasta firmar obras con el nombre Gala-Dalí, un ser que fue pintor, dibujante, escultor, escenógrafo y creo que un buen precursor de las instalaciones del arte contemporáneo.
El Museo Teatro Dalí, contiene dos significados. El primero, porque fue el teatro de estilo Neoclásico de Figueras que acabó en ruinas después de la Guerra Civil Española y porque el museo es una puesta en escena de un gabinete de curiosidades cercanas al silencio onírico.
Foto: Ana María Escallón
Dalí colaboró con todo el diseño del museo, la larga fachada tiene la serie de panes que realizó en una obra cotidiana, el techo va coronado con enormes huevos y en el centro tiene una cúpula transparente como de principios del siglo XX que alberga abajo, dentro del museo, en un jardín una instalación fuera de su tiempo donde un carro Cadillac soporta una enorme escultura.
Como buen escenógrafo que fue, el museo es una impecable puesta en escena. Cada obra tiene su lugar, los muebles de su alcoba están mimetizados de animales míticos. Existe el lugar perfecto para sus enormes murales donde busca sentido a una humanidad grave, desnuda, enferma sin la apariencia del pelo ni el rasgo. Humanidad desnuda, desarticulada, derretida, desalmada con huecos profundos donde se cuelan otros mundos que no corresponden a la anatomía.
El único cuadro del pintor que quiere pintar dentro de los cánones de la academia es un retrato de Gala. Dalí, a la manera de Diego Velázquez, también juega con el espejo como espacio pictórico.
No falta las mujeres que en su cuerpo tienen cajones, que son símbolo icónico y reflexión de lo femenino, o sus relojes derretidos (el más famoso se llama La Persistencia del tiempo de 1931) que puede significar la eterna incomprensión del paso del tiempo.
Foto: Ana María Escallón
Cada habitación tiene su mito, unos pequeños lugares para objetos, otros de terciopelo fúnebre donde está la cripta de su tumba, otros enormes salones para murales, cuadros, esculturas y un bello lugar de sus joyas.
