El movimiento Lasso o la importancia de ganar en primera vuelta

El movimiento Lasso o la importancia de ganar en primera vuelta

Una de las grandes lecciones que dejan los comicios ecuatorianos es: ¿por qué los sectores alternativos no se unen de cara a la primera vuelta?

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
abril 12, 2021
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El movimiento Lasso o la importancia de ganar en primera vuelta
Foto: Mabel Velástegui - CC BY-SA 3.0

A un año de las elecciones más importantes en nuestra historia reciente, es posible anticipar con cierto riesgo varios escenarios y conclusiones. Primero, según las proyecciones de las encuestas, cada vez es más claro que asistiremos a un balotaje, pues ninguna fuerza política en contienda tiene la posibilidad de ganar en primera vuelta. Segundo, nunca antes desde su irrupción en 2002 el uribismo ha estado tan débil, carga con el lastre de asumir el legado de un gobierno impopular y sin candidatos visibles por fuera de su ala más radical, estoy seguro de que el Centro Democrático no será el primer motor de tracción en la estrategia de la derecha. Tercero, los alternativos se fragmentarán en dos consultas: la consulta del centro encarnada en la Coalición de la Esperanza (más amplia y competitiva) y la innecesaria consulta del Pacto Histórico (menos competitiva). La derecha no se quedará atrás y buscará entrar a segunda vuelta y reacomodarse en una dinámica que bien podría calificarse como “el movimiento Lasso” (en referencia a la victoria de Guillermo Lasso sobre el candidato del correísmo).

Ante ese panorama, es pertinente preguntarse: ¿por qué los sectores alternativos no se unen de cara a la primera vuelta?

La importancia de las consultas

Tanto Petro como su escudero Gustavo Bolívar vienen insistiendo en la importancia de promover una consulta entre toda la centro-izquierda y no fragmentar el sector alternativo en dos consultas. Para Bolívar, en segunda vuelta sería imposible derrotar al candidato de Uribe. Aunque las distancias programáticas de los alternativos son pocas y se pueden acortar, resulta inviable, por el momento, pensar en una consulta de esas dimensiones dada la resistencia que genera Petro (mas no el Pacto Histórico) entre el fajardismo, algunos verdes y el sector de Robledo. Así en el Congreso las bancadas opositoras actúen en bloque, cuando las discusiones se trasladan a la mecánica electoral, las brechas se amplían y desde el centro (en la todavía gaseosa Coalición de la Esperanza) solo se plantea un respaldo en la segunda vuelta, asumiendo que habrá segunda vuelta y que las condiciones estarán dadas para que su candidato esté en el tarjetón. Es decir, las consultas se visualizan de dos formas: como una previa a la primera vuelta y una estrategia para impulsar las listas al Congreso.

Para la Coalición de la Esperanza la consulta es clave para no repetir la película del 2018 (cuando la Coalición Colombia coronó a Fajardo sin necesidad de consulta) e impulsar sus listas a Cámara y Senado, seguramente en coalición con Dignidad y con ausencias notables, siendo Mockus y Robledo las bajas más sensibles. Asimismo, el Pacto Histórico ve en la consulta una ventana de oportunidad para impulsar sus listas y reducir lo que el mismo Petro ha denominado como “la bipolaridad del elector”, es decir, la falta de equivalencia electoral entre la votación de la consulta y las listas al Congreso. Sin embargo, la consulta del centro podría generar más expectativa y resultar más competitiva dado que no está escrito que Fajardo será el candidato, es claro que ha venido perdiendo fuerza, su bandera anticorrupción se ha visto lacerada y se medirá con perfiles que podrían ser altamente competitivos como el de Ángela María Robledo o Camilo Romero. A diferencia del Pacto Histórico, donde se asume sin ninguna duda que Petro será el candidato y que la aspiración de Alexánder López y Roy Barreas, no pasa de ser una jugada simbólica.

Las consultas y su efecto en la primera vuelta

Si la consulta surte el efecto esperado y se genera una fuerte expectativa, el candidato de la Coalición de la Esperanza podría alcanzar un momentum sostenido previo a la primera vuelta. Algo así le ocurrió a Fajardo cuando empezó a despuntar a una semana de la primera vuelta, logrando revitalizar una aspiración que tras la consulta se percibía “fundida” (en palabras de Vargas Lleras). El crecimiento de Fajardo fue tan intempestivo que Petro afirmó que había entrado a la segunda vuelta con un “ala rota” e invitó a Fajardo a cogobernar. En la ecuación del 2022, la consulta es clave para el centro porque si obtiene resultados más altos que las otras consultas (pudiendo superar la del Pacto Histórico, ya que siendo Petro su virtual candidato se generaría menos expectativa sobre su competitividad), su candidato tendría un pase directo a segunda vuelta. Al menos, así lo piensan Jorge Robledo y Angélica Lozano. Por eso, prescindir de la consulta o arriesgarse a perder ante Petro, no está dentro de los cálculos de la Coalición de la Esperanza.

El movimiento Lasso en la segunda vuelta

Gustavo Bolívar tituló su columna dominical El espejo de Ecuador, según el senador, en un eventual balotaje los movimientos alternativos (sin especificar cuáles) se verían superados por el candidato de Uribe (así pierda en primera vuelta) porque este tendría más espacio para aglutinar a los banqueros, terratenientes y los medios, impulsando sobre el contubernio de sus intereses una victoria. Afirma Bolívar que eso fue lo que le dio la victoria a Lasso sobre el candidato de Correa (quien ganó en primera vuelta). Esa película ya se vio en 2018 y bien se podría repetir en el 2022. De ahí que Bolívar insista en la necesidad de ganar en primera vuelta y evitar esa reacomodación de una derecha que se percibe débil dado el desgobierno de Duque y el declive del uribismo. El temor de Bolívar ante un “movimiento Lasso” cobra sentido si el candidato es Petro y la segunda vuelta se reduce a una elección entre extremos (como pasó en Ecuador), no resultaría tan claro si en la segunda se miden el candidato del centro y el de la derecha, pues el centro idealmente es hibrido y en un balotaje bien podría convocar a sectores no identificados con la derecha, pero que no le votarían a Petro.

Para el uribismo un movimiento Lasso sería lo ideal (así el candidato de la derecha no tenga propiamente el sello del Centro Democrático) y para ello es indispensable tener a Petro en segunda. También les conviene que el centro se hunda y reducir la elección a una narrativa adversarial entre extremos. ¿Lo lograrán?

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