El millonario detrás de Uber

El millonario detrás de Uber

Travis Kalanick a quien el negocio de los carros blancos lo tiene entre los 100 más influyentes de EE.UU., disfruta de videojuegos mientras cranea cómo no dejarse sacar de la India y ahora Colombia.

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diciembre 09, 2014
El millonario detrás de Uber
Foto: archivo Wired

Los que están cerca de él dicen que es arrogante, presumido, imprudente, manipulador y sobre todo obsesivo. Todos esos defectos en el competitivo mundo de la informática se transforman como por arte de magia en virtudes. Y eso que de niño lo único que quería ser era un espía famoso, rodeado de mujeres hermosas y martinis. Si, desde muy pequeño se enfrentaba con su padre, un ingeniero industrial apasionado por las matemáticas, a extensas maratones de películas de espías. Creció queriendo convertirse en un personaje de Ian Fleming o John Le Carré. La vida le depararía otras cosas.

Jugando Mario Kart con su consola de Súper Nintendo, Travis Kalanick aprendió a ser competitivo. Su madre, directora de publicidad del periódico L.A. Daily News, le inculcó la afición por los negocios. A los 14 años era un alumno modelo en el colegio y muchos vislumbraban al genio en ciernes. Él estuvo imperturbable ante los elogios y se concentró en lo que sería su ambición máxima: volverse millonario. A esa edad le dio por vender cuchillos de cocina puerta a puerta. El negocio no creció lo que él esperaba. En las tardes desahogaba su incompetencia saturándose con los juegos de video y pensando en su próximo negocio. Allí se le ocurrió inventarse el buscador multimedia Scour y el servicio de intercambios audiovisuales Scour Exchangues. Parecía que todas esas cosas buenas que se presagiaban sobre su carrera iban a ser ciertas.

Se graduó del colegio y las puertas de las universidades más prestigiosas de Norteamérica se abrían ante el nuevo Bill Gates. Despreció Harvard, Georgetown y Princenton y se quedó en el Campus de Los Ángeles de la Universidad de California con el único propósito de estar cerca de su casa. Iba cuando quería y su genialidad comprobada le daba el privilegio de presentarse a exámenes de suficiencia que aprobaba con holgura. Podía darse ese lujo, los hombres libres e inteligentes no necesitan de universidad alguna.

Sin embargo en 1998 ese cielo límpido y azul que era su futuro empieza a llenarse de nubarrones. Debido al éxito que estaba teniendo Scour la industria del entretenimiento lo demandó por violación de derechos de autor y si el muchacho quería escapar de una multa millonaria tenía que declararse en bancarrota. Y así lo hizo. Con la cabeza gacha, apaleado pero no vencido, volvió a la casa paterna en donde los domingos amansaba su amargura viendo a James Bond derrotar por enésima vez al Doctor No.

La desazón fue cediendo terreno y empezó a trabajar en una idea magistral: Red Swoosh otro servicio de intercambio de archivos que vendió en el 2007 por 19 millones de dólares. Antes de cumplir 30 años Travis había hecho realidad su sueño de ser millonario. Se compró una casa enorme en Bel Air que saturó de amigos aficionados a los juegos de roles y el wii. Jugaban tenis y beisbol virtual hasta altas horas de la noche, escuchaban rock blando y se perdían en el denso humo de la marihuana. Para suplir el hambre canina de la canabis contrató al mejor chef de la ciudad y organizaba unos banquetes pantagruélicos. Cuando se aburrió de la mansión decidió irse de viaje por el mundo con su amigo y socio inseparable Garret Camp. Alquilaron un barco para recorrer el Egeo, se emborracharon de vino en España, acariciaron Koalas en Australia y vivieron el desprecio de los parisinos. Allí, en la ciudad luz, mientras desesperados esperaban en medio de un chubasco la aparición de un taxi, se les ocurrió una idea que les representaría, cinco años después, un imperio que está cotizado en 20 mil millones de dólares. Si tan sólo uno pudiera hundir un botón y que entre la avenida saturada de autos se abriera paso un taxi en plena hora pico ¿Eso podría ser posible?

Entre los dos soñaron y crearon Uber, una compañía que opera en 130 ciudades y en 45 países distintos, desde Ho Chi Min a Bruselas, una idea que ha llevado a afirmar a su creador que “En 20 años ya nadie tendrá un auto propio, será obsoleto conducir. Nuestros hijos nunca aprenderán a conducir”. Al ser un medio de transporte tan eficaz y de comprobado rendimiento, ha hecho que las compañías de taxis alrededor del mundo tiemblen.

En la India hace dos días la compañía fue expulsada del país al haber sido acusado uno de sus operarios de violación. En España las repetidas quejas, sobre todo de los taxis tradicionales, hicieron que ayer se tomara la determinación de cerrarle las puertas a Uber. En Colombia el gobierno tomó la determinación la semana pasada, y a raíz de la presión del gremio de taxistas encabezada por el incombustible Uldarico Peña, de sacarlos del país.

Dicen los que lo conocen que Travis Kalanick tenía previstos todos estos inconvenientes y que se presta a dar la pelea. Él asegura que un taxista gana con Uber el doble de lo que puede ganar en una compañía tradicional. “Nosotros nos quedamos apenas con el 20 por ciento de la carrera, el conductor se queda con el resto”. En Bélgica ya hizo reversar una decisión que se creía tomada y en países como el nuestro volverá a contraatacar. Los frentes se empiezan a abrir y no sólo entre sus enemigos están los gremios de taxistas europeos, asiáticos o suramericanos sino que en su propio país empieza a notarse la competencia.

Lift y Gett son su competidor más serio. Hace poco se difundió el rumor de que Kalanick había ordenado a sus empleados solicitar cinco mil servicios a esta empresa para después cancelarlos y provocar el caos. Aunque lo negaron los muchachos de Uber no aceptan con mucho agrado a la competencia ni los cuestionamientos. En una reunión efectuada hace unos meses Garret Camp, el segundo al mando, escandalizó a todo el mundo cuando dijo que iba a destinar un millón de dólares para investigar a los periodistas que estaban en contra de la aplicación.

La noticia explotó en las redes sociales pero se trataba de una simple broma. La ambición de Kalanick va más allá de consolidar Uber, desde ya se habla que para el 2035 la figura del conductor será reemplazada por un androide que manejará los taxis. Mientras llega esa fecha Travis, el niño que soñaba con ser espía, se divierte en las fiestas de famosos como Snoop Dogg y continúa consolidando el imperio de Uber alrededor del mundo.

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