
El primer disco que grabaron era casi todo instrumental, y en 1957 conquistaron el corazón de varias jovencitas de la capital antioqueña. El contrabajo de Quintero marcó el ritmo del disco, un acetato que ni siquiera tenía la información de los integrantes de la banda, pero que causó una revolución musical en Medellín. Querían tocar rock and roll, rockabilly y twist, pero en ellos lo que había era cumbia, jazz y diciembre. Las próximas grabaciones cambiarían totalmente y la fusión de los sonidos musicales se mezclaría con la voz de Gustavo Quintero, quien por más intentos, no pudo dejar de ser la voz líder de los grupos a los que perteneció. Sin embargo, el grupo se disolvió rápidamente con la llegada de nuevos integrantes con egos desbordados y terminaron detonando a los teen-agers.
