Los días en Cuba de Mateo Gutiérrez, acusado de ser MRP el grupo terrorista que causa pánico en Bogotá

Los días en Cuba de Mateo Gutiérrez, acusado de ser MRP el grupo terrorista que causa pánico en Bogotá

La Fiscalía lo señala de haber viajado a la isla para aprender de explosivos. Su mamá, quien viajó con él y el señor que los hospedó, cuentan lo contrario

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noviembre 17, 2017
Los días en Cuba de Mateo Gutiérrez, acusado de ser MRP el grupo terrorista que causa pánico en Bogotá

Mateo Gutiérrez tenía 15 años cuando viajó a Cuba por primera vez. Era muy jóven para ir solo, y lo acompañó su mamá, Aracelys León Medina. Un hermano de la mamá estudiaba en La Habana y fue un viaje familiar. Era el 2013. Hicieron el viaje típico: Fueron a Holguín, a Cayo Coco, Cayo Guillermo. En uno de los vuelos internos Aracely recuerda a medio avión riéndose de Mateo, que le quitó el sombrero vueltiao a su tío y comenzó a caminar por el pasillo mientras fingía un hablado paisa.

En cada lugar que visitaban se quedaban en una casa de hospedaje - lo más parecido a un hostal - y así conocieron a Fabelo, Mariaelena, a Tatiana y otras diez personas que se convirtieron en amigas de Mateo y su mamá.

El viernes 13 de enero del 2017 Mateo volvió a Cuba, y otra vez su maleta la empacó su mamá. Viajaron juntos, pues Mateo nunca ha salido del país sin ella. Ya no tenían familia allá, tenían que alquilar un espacio dentro de una casa para poderse quedar, y les recomendaron contactar a Tony López. La casa de su anfitrión es de tres pisos: en el primero vive López y su esposa Joaquina, en el tercero la hermana de esta y en el segundo está el apartamento remodelado donde durmieron Mateo y Aracely.

El plan era visitar a esos amigos del primer viaje, y devolverse el lunes 16, pero en la primera conversación Tony López le contó a Mateo que iba a haber una brigada de solidaridad con unos argentinos y chilenos. Es lo que acá se conoce como un campamento de verano donde iban a tener cursos académicos en una finca, clases culturales cubanas y unas horas diarias de trabajo en la tierra recogiendo fríjoles. Mateo quizo participar, llamó a Colombia y le pidió a su papá la plata para poderse quedar un mes en las afueras de La Habana.

Antes de devolverse para Colombia Aracely llevó a Mateo y a Gastón, uno de los argentinos, para que compraran guantes. En los días antes de despedirse compartieron todo el tiempo juntos. La tarde del sábado la pasaron caminando por el malecón, visitaron el Museo de la Revolución y en la noche fueron a un restaurante en el centro. Celebraron por lo alto con una de las mejores langostas que han probado en su vida. El domingo recorrieron las calles del primer viaje para ver cómo había cambiado La Habana en cuatro años, con especial interés por la renovación del Capitolio. El almuerzo fue en un paladar - uno de los restaurantes locales donde se paga con plata cubana, por lo que se demora más en pedir pero es barato y exquisito - y en la tarde visitaron librerías y a un par de amigos del primer viaje.

Aracely voló a Colombia el lunes y Mateo se internó en el campamento de verano - que es el tiempo que la Fiscalía dice se pasó en un probable curso para poner bombas - y salió a las dos semanas. Antes de pasar los últimos días en La Habana, Mateo viajó hasta el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago, para ver dónde están los restos de Fidel. Luego tomó bus a la capital y se hospedó en casa de varios compañeros. Tenía una cita pendiente con Martí y Castro el 27 de enero en la Marcha de las Antorchas.

Manifestación marcha de las antorchas

Antes de volver a Colombia el 12 de febrero volvió a verse con Tony López, con quien se encariñó profundamente. La amabilidad y fraternidad con que este cubano trata a los invitados teje lazos duraderos. Pero ahora la Fiscalía quiere usar ese vínculo como prueba sobre la responsabilidad de Mateo en varios petardos en Bogotá. La última prueba que aportaron, y que los medios vendieron como explosiva, fue una carta de Mateo a Tony López.

El cubano, cuando leyó que estaban usándolo como argumento para probar el terrorismo de Mateo, se indignó. José Antonio Tony López Rodríguez conoció Colombia como diplomático cubano en el 2000, y participó en los fallidos diálogos de paz de Pastrana y de Uribe. En los dieta años que vivió acá tuvo cercanía con prestigiosos personajes de la vida pública, así como con los comandantes de las guerrillas: fue facilitador de los diálogos entre ambos por casi una década. Pero en el artículo de este domingo salió señalado de haber pertenecido al G-2, la inteligencia cubana.

Desde hace ocho años - cuando volvió de Colombia - Tony López se jubiló. Desde entonces está dedicado a estudiar para el doctorado y a escribir para varios medios, entre ellos Las 2 Orillas. Pero sus ratos de disfrute provienen de recibir la gente en su casa, de poder dialogar, compartir, así como lo hizo con Mateo Gutiérrez en enero de este año. En una de las conversaciones le aconsejó que no volviera a Colombia: el peligro era profundo y latente. Así lo confirma la carta que Mateo guardaba como un tesoro en el patio cinco de La Modelo, donde pasa sus días esperando que desestimen su condena, y desde donde aparentemente podrá continuar estudiando sociología.

@jjjaramillo2

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