El sábado 7 de junio de 2025 será una fecha que recordarán una nueva generación de colombianos que jamás habían presenciado el intento de asesinato de un precandidato presidencial en nuestro país. El atentado, del que fue víctima el joven senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quedó registrado en imágenes y videos que, a la velocidad de los hechos, circularon por todo el mundo.
El escalofrío que causó la noticia en Colombia, luego de hacerse público los momentos de terror que vivieron los presentes al evento donde resultó herido de gravedad el joven político, deja ver el recrudecimiento de la violencia en nuestro país, en donde un adolescente en medio de una multitud dispara sin piedad alguna sobre la humanidad de un joven que desde niño también le tocó sufrir los embates de la violencia tras la muerte de su madre, Diana Turbay, periodista que fue asesinada en medio de un rescate cuando se encontraba secuestrada, por un grupo de narcotraficantes.
De momento es muy prematuro sacar conjeturas sobre el intento de asesinato del que fue víctima Miguel Turbay, afirmar que obedece a discursos incendiarios del actual gobierno sería muy irresponsable, como al igual sindicar a cualquier sector político de la nación. Lo más importante que debe garantizarse es la independencia de poderes y permitir el avance de las investigaciones que conduzcan a los determinadores intelectuales, de este cobarde atentado que ha conmocionado al país.
Este brutal ataque en contra de Uribe Turbay, no puede interpretarse como una polarización política en Colombia, debido a que los partidos y movimientos en nuestro país, no se caracterizan por una férrea defensa de sus principios ideológicos, aquí lo que estamos acostumbrados los colombianos es de ver cómo la mermelada hace cambiar de toldos políticos, a quienes tienen la obligación de dirigir los designios de la república.
Sería muy sensato recomendar, prudencia o moderación, a quienes gobiernan a través de sus cuentas de X, cualquier salida en falso podría desviar el curso de las investigaciones que adelantan las autoridades, y crearían un injustificado pretexto en algunos sectores que desearían incendiar el país. Al igual es oportuno que la sociedad se sume a las voces de condena sobre este atentado que no solo quiso acabar con la vida del joven precandidato, sino que atenta directamente en contra de quienes, a través de la participación política, hacen su contribución en el robustecimiento de las reglas democráticas.
Hoy Colombia lamenta la situación que está viviendo Miguel Uribe y su familia, como al igual los familiares y compañeros de los miles de líderes sociales, y defensores de derechos humanos, que han sido asesinados por algún poder oscuro que le incomoda la paz de la nación. Es por ello que expresamos nuestra solidaridad con Miguel, exigiendo insistentemente a las autoridades avanzar con celeridad y desmantelar los enclaves de los actores violentos que mediante el uso de las armas, pretenden silenciar las voces políticas, y sociales, que hacen de Colombia una nación poderosa, que jamás se dejará intimidar por quienes ven en el asesinato una forma de mantenernos callados.
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