"El gobierno venezolano propició el acercamiento entre Santos y el ELN": Antonio García

"El gobierno venezolano propició el acercamiento entre Santos y el ELN": Antonio García

El jefe militar del ELN revela con detalles la historia de las conversaciones con el gobierno y el estado actual de la construcción de la agenda que permitiría iniciar la negociación.

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enero 18, 2015

*Esta entrevista también fue publicada en Marcha Noticias de Argentina

La clandestinidad en la que la totalidad de los mandos y miembros del ELN se encuentran obligaron a que esta entrevista se diera via internet. Un diálogo entrecortado pero de ida y vuelta, aunque para ello hubiera que esperar horas o días para recibir las respuestas. Una conversación mediada por mecanismos básicos de encriptación, condiciones que impone la fuerza guerrillera como parte de una cadena de “postas” informáticas que garanticen la seguridad del entrevistado.

¿Cómo se dio el primer encuentro con el gobierno del presidente Santos?

Santos nos buscó. Sucedió hace dos años, a finales de agosto de 2012, justo cuando oficializaron el acuerdo de La Habana con las farc. Fue el gobierno venezolano quien propició la ocasión: aprovechó una cita que nos brindó para escuchar nuestra lectura sobre la realidad vivida en Colombia y nuestra visión sobre la paz en el momento.

¿Cuál fue la reacción de ustedes?

El gobierno colombiano conoce de sobra nuestra disposición para el diálogo, pero nosotros no queríamos apostarle a la incertidumbre, pues Santos tiene un discurso ambiguo, habla de paz y de guerra al tiempo. Pero ante la sugerencia del presiente Chávez aceptamos escuchar a los emisarios del gobierno de Santos.

¿Qué resultó de ese cara a cara?

Escuchamos sus puntos de vista, que no eran nuevos y que tienen que ver con lo que ellos llaman criterios para establecer un diálogo con la insurgencia: confidencialidad, diálogo directo y en el exterior. Varios de esos criterios no los compartimos, pero de todas formas acordamos que en un mes nos veríamos de nuevo.

¿Cómo se inició ese diálogo, qué tema trataron en primer orden?

Como sucedió en otras ocasiones, esta tampoco fue distinta. El mes de plazo se transformó por obra de ellos en siete, y la siguiente jornada de trabajo acordada para dentro de cuatro semanas se pudo realizar con 8 meses de retraso. El inicio de la exploración tuvo un alargue o incumplimiento de treinta y dos semanas. Es decir, en total hubo una pérdida de 15 meses, que no es culpa nuestra. Pese a eso, el gobierno en ocasiones dice que este proceso “marcha lento” o “con retardo” por culpa nuestra. Para nosotros la lección quedó aprendida: el gobierno no tiene prisa ni urgencias por la paz, así diga lo contrario.

¿Cuántas reuniones directas entre las partes se han realizado hasta ahora?

Van cerca de 15 reuniones y tres largos ciclos de intercambio durante un año. Cada ciclo toma, en promedio, dos o tres semanas de trabajo continuo. Las reuniones son citas algo operativas. Son útiles para desatrancar asuntos de la agenda y detalles operativos.

¿De los que ya mencionó como parte de la agenda común, cuáles han sido los temas más empantanados?

Todos. Aunque suene raro, esto es así como resultado de una lógica de imposición con la cual el gobierno llega a cada cita. El Gobierno veda, impide acercarnos a temas como son: Fuerzas Armadas, economía, Estado, soberanía nacional, cuestiones todas vinculadas a la génesis del conflicto. Son tantas las prohibiciones, que surge una pregunta: ¿de qué vamos a dialogar? Es evidente que la pretensión del gobierno Santos es someternos. Una intención sin preocupación por la solución de los problemas del país. La única materia que les interesa, es la de las armas y la rendición. Pretenden desconocer, como dijo Nelson Mandela, que el uso de las armas no es un asunto moral sino un asunto estratégico. Esta máxima del luchador sudafricano es aplicable a Colombia, donde el uso de las armas por parte de la insurgencia impide el total manejo y abuso del poder, mantiene vigente y garantiza la posibilidad de un camino de solución y búsqueda diferente para la cotidianidad de millones de connacionales.

Además de Venezuela, ¿qué otros países contribuyeron al encuentro y al avance de la conversación?

Varios gobiernos sirvieron de conducto para que se hiciera contacto, bajo la condición de cumplir una fase exploratoria, directa y en el exterior. Ahora, luego de casi dos años de contactos, hay tres tipos de países vinculados a este proceso: garantes permanentes, garantes rotativos, y países acompañantes.

¿Puede precisar cuáles son los países en cada una de esas instancias y funciones?

El acuerdo de confidencialidad establecido nos impide hacer esa precisión. Muy pronto, este pormenor será público. Sí podemos adelantar que para nosotros es fundamental que el continente esté vinculado a la paz de Colombia, y por esta vía, reducir las posibilidades de conflictos armados en la región.

Considerando la historia de Latinoamérica y las insurgencias, ¿temen a la injerencia de los Estados Unidos?

No es descartable. La historia nos alerta sobre este particular. Consideramos que el interés fundamental de los Estados Unidos por la paz de Colombia recae en desmovilizar a la insurgencia y proyectar una imagen de guardián contra el narcotráfico. Espera poder contar con la totalidad de las Fuerzas Armadas colombianas para apuntalarlas en su avance en el continente, tras los recursos naturales y el control del territorio. Además, no puede olvidarse que al enfrentar una posibilidad de diálogo y negociación como la que estamos sorteando, para saber cómo actuar, tenemos que traer a colación la coyuntura mundial, y aún más allá, preguntarnos por el futuro del mundo, del continente y por el futuro de nuestro propio país y de las amenazas que ya son evidentes y los tipos de guerra que ya se preparan. El esfuerzo por la paz de hoy debe ser por ponerle fin al actual conflicto y evitar los futuros en el continente. En esto hay una relación que debemos tener en cuenta.

Teniendo en cuenta los resultados negativos de anteriores procesos de diálogo, ¿cree que este intento sí saldrá airoso? ¿Con qué certezas se presentan a este nuevo intento?

Sólo el tiempo dará su veredicto. Son las transformaciones con las que proceda el establecimiento las que hablarán de su real voluntad de cambio. Por nuestra parte, sabemos, podemos enumerar cinco certezas:

  1. La insurgencia no va a negociar por la sociedad, ni la llegada al acuerdo de paz garantizará que la vida cotidiana sea menos traumática que la vivida con el conflicto.
  2. Una solución política del conflicto colombiano será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del conflicto. De tal reconocimiento se desprende el carácter de las mismas medidas o reformas que es necesario cumplir para remover las causas del conflicto, entre las cuales hay entre otras, una importante: el cambio de la doctrina militar que orienta el accionar de las Fuerzas Armadas.
  3. Para que la negociación que apenas estamos redondeando en su estructura formal gane dinámica, es fundamental que el Estado deje a un lado su insuperable lógica de que la contraparte va a incumplir.
  4. La paz no es un problema de simulacro político y manejo mediático, con una dosificación que el establecimiento va entregando a la sociedad de acuerdo a los intereses del Estado o del mismo Ejecutivo. No puede ser así. Es necesario un manejo abierto de las Mesas de paz, que motive y haga partícipe en estos procesos al conjunto nacional.
  5. Es fundamental una democratización de la sociedad colombiana. Es indispensable que el estado y que la clase política reconozcan el carácter político del conflicto. Un sine quanom para nosotros, para poder arrancar y ganar confianza en las posibilidades de un diálogo.

El eln es una fuerza alzada en armas, ¿por qué esa insistencia en remarcar la naturaleza política del conflicto?

Mientras no acepten esta premisa, las soluciones que definan serán erróneas. Aceptar esa definición “como político” determina un diagnóstico que no es el que usa y favorece el poder y la clase política. Diagnóstico que desprende un tipo de medidas e impone al conjunto social las reformas que el país necesita para superar la situación de conflicto. No podemos aceptar que el carácter del conflicto es ideológico, como sucedió en la Guerra Fría, porque no lo es. Tampoco que tiene por motivación el enriquecimiento ilícito, y por tanto, que su motor es el narcotráfico, porque esta no es la realidad ni es nuestro quehacer. Menos, que su naturaleza descansa en el terrorismo. No, su naturaleza es política pues así permite afirmarlo el contexto en medio del cual surgió y en el cual se prolonga por cincuenta años.

Hay una diferencia de caracterización del conflicto entre el Estado colombiano y el eln de mucho tamaño. ¿Puede obviarse eso en favor de la paz?

En la distancia como adversarios, en la conversación y su transcurso, este tema no encuentra solución. Pero es una necesidad buscarle una solución, por eso la sabiduría de la sociedad podrá contribuir en superar esta dificultad, pues ahí radica la génesis del conflicto armado y por tanto el nacimiento de la insurgencia hace más de cinco décadas.

¿Cuál considera que es el resultado, el acumulado histórico, tras cincuenta años de existencia insurgente del eln? ¿Si mira hacia atrás qué ve?

Lo hecho por nosotros no lo ha realizado ningún Estado del mundo: 50 años sosteniendo una fuerza peleando, creando mecanismos para construir una economía propia, unas formas de convivir con la sociedad en distintas partes del país. Recuerde que todo Estado tiene ingresos propios vía impuestos que garantizan su funcionamiento. En nuestro caso, nosotros no tenemos tales pagos garantizados, sin embargo nos hemos sostenido y aquí seguimos.

Al volver la vista atrás y mirar nuestra continuidad y realidad actual, veo una comunidad, un proyecto de vida donde están conectadas varias generaciones. Aquí hay valores, principios. Hemos construido una forma de ver y luchar por la vida, la nuestra y la de nuestro pueblo, con un sueño de país que no es local sino continental y mundial. Por esta causa decimos que a la hora de una posible negociación, no nos pueden tratar con el rasero del Derecho normativo sino que tienen que recurrir al Derecho consuetudinario. Recuerden que tenemos nuestras propias leyes, nuestros centros de atención para todas las personas que hacen parte de nuestras estructuras o están cercanas a las mismas, así como nuestra política educativa. Con nuestra visión sobre la vida, con los principios y ética que la sustentan, formamos a nuestros hijos y a la comunidad cercana; esos mismos niños y jóvenes que nos acusan de reclutar en contra de la normativa internacional, pero que en la vida cotidiana el Estado persigue y acosa.

“Con el acuerdo de paz pretenden institucionalizar todo lo que es funcional al modelo neoliberal”
(Segunda parte de la entrevista realizada por Brecha de Argentina)

 ¿Cuál es la agenda concreta que ya está acordada entre el eln y el gobierno?

Hasta ahora, los puntos que se han ido trabajando y aún faltan concluirse son: 1. Participación de la sociedad. 2. Democracia para la paz. 3. Transformaciones necesarias para la paz (aún sin tratar). 4. Víctimas. 5. Fin del conflicto armado (aún sin tratar). 6. Implementación del acuerdo y refrendación de los mismos.

Aún con dos aspectos decisivos pendientes, ¿cuál es el margen de avance en cada punto?

En el primero, participación de la sociedad, el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve. Del segundo, democracia para la paz, la discusión y definición de qué debe hacerse para darle vida a una democracia plena, real, aspecto que le corresponde asumirlo a la sociedad en pleno. En el tercero, transformaciones necesarias para la paz, los aspectos por transformar los debe identificar la misma gente, tomando en cuenta que la paz no tomará forma y contenido un día después de firmar los acuerdos. Para el cuarto, víctimas, es fundamental superar en conjunto: el desplazamiento y sus causas, verdad, justicia, reparación, no repetición, perdón y no olvido.

¿”No olvido” refiere al punto de las víctimas?

Es preciso mirar el conjunto. El desplazamiento (qué lo originó, sus causas), identificar por qué la Justicia no actuó y por qué existe y persiste el inmenso porcentaje de impunidad que reina en Colombia; la Corte Penal Internacional -CPI- como evidencia de la inoperancia de la Justicia nacional, reparación (más allá de lo económico y de lo punitivo, pues lo esencial es cómo darle cabida a las víctimas dentro de la sociedad, y que tal realidad no se repita), no repetición, perdón... Y sí, no olvido, pues es la única manera de proceder para que el cúmulo de violaciones a los derechos humanos que los más pobres del país han vivido, no llegue a repetirse: son temas, enfoques y reivindicaciones que deben abordarse de manera directa con las víctimas, no con nosotros.

¿El tema del narcotráfico no está entre los puntos hasta ahora tratados?

Cuando el eln tuvo el interés para trabajar por la superación de este fenómeno pocos se interesaron. Nosotros hemos sido claros y explícitos en que nada tenemos que ver con el narcotráfico, no tenemos ni hemos tenido cultivos, ni laboratorios, menos rutas o negocios, tampoco distribución de ningún tipo. Entendemos que es un fenómeno que ha permeado a la sociedad y al Estado, y el eln estará dispuesto a hablar sobre el tema cuando la sociedad pueda tratarlo en su conjunto. Por otro lado el Estado le dio la franquicia de ese negocio a los paramilitares y usarán sus utilidades para agredir a las comunidades y hacer contrainsurgencia. El Estado fue un aliado de los paramilitares.

Pero hubo ensayos de otros caminos para alcanzar acuerdos, por parte de grupos guerrilleros que se desmovilizaron...

Por qué no preguntar mejor, ¿qué habría pasado en el país, como efecto del paramilitarismo, si toda la insurgencia hubiera firmado acuerdos de paz hacia los años 90 del siglo XX? Tras veinte años de los acuerdos de paz firmados por el M-19 y otras guerrillas, está demostrado que no eran la solución para las demandas de justicia y vida digna, y que tales acuerdos no resolvieron las demandas de justicia reinantes en Colombia.

¿Cómo calificaría al gobierno de Santos y su interés por la paz?

La política de paz de Santos es de pacificación, de sometimiento. El poder quiere aumentar tranquilo las ganancias; resalta que con el acuerdo de paz pretenden institucionalizar todo lo que es funcional al modelo neoliberal. Asumen convencidos que cuentan con una ventaja militar y que la pueden aprovechar políticamente. El Gobierno anda con el afán de mostrar resultados ante el mundo, y de tapar que tienen una incertidumbre estratégica: la guerra cuesta mucho, no tienen con qué sostenerla en el largo plazo, y su mismo desarrollo bloquea o desestimula la llegada de nuevos capitales a invertir en el territorio nacional.

¿Esa incertidumbre rompió la estrategia de no negociar y la luna de miel entre el expresidente Uribe y el presidente Santos?

El diseño de la negociación que impulsa el Gobierno parte del hecho de abrirle un nicho (así lo llaman) a la insurgencia para su reintegración social, sin considerar al conjunto social. No entienden que la negociación no es con la insurgencia sino que ésta debe ser con la sociedad en su conjunto. Es un diseño sin una pedagogía de paz que considere a toda la nación sin partidismos, que aclare el origen y la responsabilidad histórica de la confrontación, que cree y consolide un ambiente para el diálogo y que estimule el interés y la participación del conjunto nacional por el tema de la paz. Además, el Gobierno quiere actuar como arte y parte, pues ante la demanda de reformas inmediatas y evidentes pretende fungir como garante.

Entonces, ¿qué pretende el eln de estas negociaciones?

Establecer una agenda que abra y permita a la sociedad colombiana, por si misma (nosotros no podemos negociar en su nombre), identificar y definir el país que sueña y que es posible hacer realidad. Un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos. Nosotros no tenemos afán de firmar cualquier acuerdo. Pues, dada su trascendencia puede perjudicar al país. Hacer un correcto uso del tiempo en la construcción de una agenda y su diseño para una solución es esencial en cualquier diálogo. Con la previsión de un acuerdo que precise las reformas necesarias por definir y reglamentar y por hacer realidad ahora mismo, no después de firmada la paz. Esto es importante anotarlo y diferenciar. Mientras el gobierno ofrece confianza, nosotros demandamos certezas.

Los delegados del gobierno insisten en que todo será cumplido. Nosotros demandamos realizaciones inmediatas, medibles. Que la sociedad pueda gozar de inmediato transformaciones en su vida cotidiana, como garantía de que sí hay un cambio en el establecimiento. No solo repetir promesas.

¿Qué ejemplo puede mencionar de eso que define como indefinición gubernamental?

Ante demandas nuestras referidas a la ausencia de democracia real, ellos ofrecen garantías que ya están en la Constitución pero que no se cumplen. Lo correcto sería evaluar por qué no se cumple el mandato de la Constitución. Es decir, para el gobierno en Colombia hay democracia y para nosotros no es así. ¿Cómo nos pueden ofrecer como garantía una Carta de Derechos que ellos mismos violan constantemente? ¿De qué democracia hablan cuando el activismo social y la oposición es perseguida y asesinada?

¿El eln considera que no hay democracia en Colombia?

Cuál democracia, cuando la política ha sido privatizada por el capital particular y cuando los derechos básicos son negados en las puertas de los hospitales. Cuando la gente continúa muriendo por falta de alimento y al desempleo lo quiebran en las cifras oficiales, pero, la realidad reafirma su drama cada día. El Gobierno parte del supuesto de que está es una sociedad democrática. Esto es un claro error.

¿No es contradictorio afirmar esto ante la inminencia de una Mesa de negociación?

No hacerlo sería un error y una indisposición para la paz de fondo. No alcanzan a reconocer, pese a todas las evidencias, que este es un Estado de minorías que no representa a la sociedad en su conjunto. Un Estado sin legitimidad que tiene que acudir al autoritarismo para poder someter el descontento social. No aceptan o no quieren reconocer que aquí no hay espacios para una vida plena de participación ciudadana. Los niveles de injusticia que reinan son inocultables. No entienden que la ausencia de democracia es lo que da pie a la insurgencia y que sin democracia será muy difícil aclimatar la paz.

¿La posibilidad de conformar un nuevo partido político, o el acuerdo para una participación en política de quienes se alzaron en armas, no sería una solución?

Está a ojos vista que la política ha sido privatizada por lo grupos de poder. En especial, por los económicos. Los partidos tradicionales, supuestas correas de transmisión de los deseos sociales ante el Estado, son simples operadores del poder y de los grupos económicos. La sociedad debe tener la palabra.

¿Por qué a pesar de los intentos por dialogar, el conflicto no mengua?

El Gobierno de manera constante amenaza. No es posible la paz cuando se pretende golpear y asesinar cada día a la insurgencia. Podría decirse que a diferencia de otros países, no existe aquí una política de Estado frente a la paz. Este gobierno, así como los anteriores, no tiene una política de paz propiamente. Están parados en los manuales de negociación, por eso apenas repiten la premisa de que la insurgencia está derrotada. Una postura que supuestamente les permitiría un acuerdo rápido, en tanto la insurgencia estaría urgida de firmar y salvarse.

¿El eln considera válido comenzar a hablar de posconflicto?

No aceptamos esa denominación traída con acomodo. Dicha posibilidad es un ilusionismo, eso no es posible. Ninguna sociedad vive sin conflictos, su necesidad es aprender a vivirlos y saber resolverlos sin necesidad de matarnos.

¿Cómo cree que va a afectar este proceso la coyuntura electoral 2015?

Ya lo afectó. El gobierno utilizó la paz para polarizar al país con propósitos partidistas. Pero hay que resaltar que la paz no puede ser objeto de los intereses privados, la paz debe ser un proyecto colectivo. Por eso, en las elecciones que vienen sería muy importante que la paz sea bandera de todos los movimientos y partidos, constituyéndose en una manera de vincular a todas las regiones a esta coyuntura de solución política del conflicto.

¿Qué tiempo le dan a esta negociación?

Nadie puede determinarlo pues las variables son muchas. Para nosotros, ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos. Como hemos dicho, basados en hechos reales no en supuestos; para facilitar el desarrollo de cualquier agenda estamos dispuestos a trabajar con la intensidad y dedicación que sea requerida.

 

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