El equilibrio entre el espíritu y el oído que se les olvida a las iglesias

El equilibrio entre el espíritu y el oído que se les olvida a las iglesias

Testimonio ciudadano de convivir con las expresiones religiosas de iglesias por medio de megáfonos que irrumpen en la tranquilidad de los no fieles en cuarentena

Por: Carlos Javier Alarcón Merizalde
junio 12, 2020
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El equilibrio entre el espíritu y el oído que se les olvida a las iglesias

Debido al confinamiento para prevenir el COVID-19, y al igual que todos los demás sectores de la sociedad, las iglesias y centros religiosos tuvieron que buscar la manera de seguir funcionando y llegar a sus feligreses. Tal vez más que nunca, e independientemente de las creencias, en estos difíciles momentos el consuelo espiritual es importante para todos. Hay que tener en cuenta que justamente la Semana Santa llegó en el momento en que iniciábamos con las medidas de cuarentena, siendo un duro golpe para muchos fieles.

Con esta real necesidad, diferentes alternativas fueron usadas desde esos días para llegar a las personas, por ejemplo las predicas virtuales por Facebook, transmisiones en vivo por Youtube y otras varias a las que la tecnología actual permite acudir y que de una manera significativa han logrado cumplir el cometido de ayudar a mantener viva la fe y de ser un apoyo para los creyentes. También se acudió a alternativas no digitales para tratar de llenar el vacío de las actividades de Semana Santa y aquellas en las que la congregación es esencial, entre las cuales una de las más empleadas, el menos en Medellín que es desde donde se escribe este texto, fue la de realizar los servicios religiosos por medio de megáfonos y altavoces, ya sea desde la terraza de una vivienda como en la Comuna 13, o en espacios comunes en unidades residenciales como en el sector del Poblado, o desde la misma parroquia como el caso del Concilio Vaticano II del Barrio Alejandro Echavarría, famosa en el sector por su estratégica ubicación y por sus potentes altavoces ubicados en el techo y que apuntan a los 4 puntos cardinales.

Ignoro como se esté manejando actualmente el tema en otros sectores, pero quiero referirme al caso particular de esta última parroquia que desde que inició el confinamiento hasta la fecha, dos veces al día y durante los 7 días de la semana, realiza los servicios religiosos a través de los mencionados parlantes, llegando infortunadamente a convertirse en una molestia y foco de contaminación auditiva. Además de los acostumbradas misas de mediodía y seis de la tarde, ocasionalmente se transmiten otros servicios, como aquellas misas que ofrecen algunos feligreses que tristemente han perdido algún ser querido durante la cuarentena. Como he mencionado anteriormente, todas estas actividades son necesarias para los creyentes y están en todo el derecho de que puedan acceder a ellas, pero lo cuestionable es hasta qué punto es aceptable afectar a personas ajenas a estos servicios religiosos o que simplemente se ven perjudicadas por las condiciones auditivas del alto volumen que se maneja desde la Parroquia Concilio Vaticano II.

Desconozco el nivel de volumen y decibeles del sonido que procede de los parlantes, pero alcanza a llegar nítido a dos cuadras de distancia. Solo sé que es excesivo cuando aún con ventanas cerradas y oídos tapados, se escucha perfectamente desde mi vivienda, la cual se ubica más o menos a cuadra y media de la parroquia. No con esto quiero ser despectivo ni dirigir a otros ámbitos mi argumento y posición, solo quiero que se tenga en cuenta que considero que no hay justificación para que se manejen estos niveles de ruido teniendo la posibilidad de acudir a otras alternativas que no afecten la salud de fieles y no fieles, ya que dicho sea de paso, posiblemente también se esté vulnerando la libertad de cultos y creencias, ya que el sonido ingresa todos los hogares y llega a los oídos de todas las personas, no solamente a los de las interesadas. Dudo mucho que los integrantes de esta comunidad religiosa tengan alguna intención de molestar a alguien, creo todo lo contrario, pero a veces las intenciones se quedan rezagadas y el impacto de nuestras acciones van más allá del objetivo inicial.

De esta manera planteo el análisis de estas y otras situaciones similares, que parten de una necesidad real pero que llegan fácilmente a convertirse en problemáticas que hay que atender y abordar con respeto y con el fin de que todos podamos buscar el bienestar sin tener que alterar el de los demás.

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