El día que los brasileños se suicidaron

El día que los brasileños se suicidaron

Al parecer fueron decenas después del 'maracanazo'

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julio 08, 2014
El día que los brasileños se suicidaron

Hace apenas un mes y medio que el astro del fútbol brasileño Pele dijo en una entrevista con la FIFA que esperaba que en este mundial celebrado en su país no se repitiera el episodio en el que su selección, 64 años atrás, perdió la final 2-1 ante Uruguay con gol de Alcides Ghiggia, en el Estadio Maracaná.

"Ojalá nadie repita lo de Ghiggia en 1950. Lo que todos esperamos es que Brasil haga una buena Copa Mundial, llegue a la final y, de ser posible, se quede con el título. No quiero recordar lo que pasó en 1950", señaló Pele y recordó que para ese 16 de julio del 50 era apenas un niño y que nunca olvidará las lágrimas de tristeza de su padre.

Pero hoy, martes 8 de julio de 2014, Brasil no solo perdió la llegada a la final del Mundial, sino que salieron por la mayor goleada en esta copa, esta vez por los alemanes, que para rematar se juega en su país, y según expertos la mayor humillación de la historia del fútbol brasileño.

Lo que sucedió después de la final del Mundial de 1950 que se celebró también en Brasil se conoce como el Maracanzo y pasó tristemente a la historia como una de las mayores tragedias en la historia del fútbol mundial.

Segundo gol de Uruguay

Europa no se reponía del desastre en el que quedó luego de la Segunda Guerra Mundial. Fue por eso que Brasil quiso organizar su primer mundial, construir el estadio más grande del mundo y, por qué no después de tanto trabajo, coronarse como el rey del mundo. Ese país era el favorito para ser el ganador, inclusive fue aclamado por el mismo presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, que estaba convencido de la victoria local gracias al ambiente de fiesta y precelebración de la Copa de Copas por parte los brasileños. Se rumoró que Rimet guardaba en su bolsillo el discurso de felicitaciones en portugués. Pero para la prensa los dos equipos sudamericanos se encontraban en igual de condiciones y destacaban la calidad en la cancha de ambas selecciones.

El primer tiempo terminó empatado cero a cero, pero solo tuvieron que esperar dos minutos del segundo tiempo para que Brasil metiera un gol gracias al delantero Friaça. Pasaron 19 minutos después cuando fue el uruguayo Juan Alberto Schiaffino el que igualó el marcador, pero fue en el minuto 34 cuando el equipo charrúa, gracias a Alcides Ghiggia, que volteó el marcador a favor de su selección. Eso sucedió ante más de 200 mil aficionados que estaban embriagados por su espíritu triunfalista y que abarrotaban el entonces estadio más grande del mundo, el Maracaná, en Río de Janeiro.

Al que le tocó pagar los platos rotos fue al arquero Moacyr Barbosa, quien fue culpado por el gol definitivo que le dio la victoria a Uruguay y a partir de ese momento fue rechazado por los brasileños que incluso le negaban la entrada a lugares públicos y/o lo abucheaban. Una de sus frases en 1994 la recuerda el mundo del fútbol: “La pena máxima en Brasil es de 30 años, pero yo llevo cumplidos 50”. El exjugador falleció en el 2000 con el peso de esta condena que se la llevaría a la eternidad.

Y el dolor de la derrota en los aficionados brasileños no pudo ser mayor. Denominaron ese partido como una tragedia y una de las mayores vergüenzas de su selección (quizás hasta hoy).

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No se celebró la ceremonia final porque los organizadores temían una tragedia que minutos después, y a pesar de que los brasileños no vieron cómo uruguayos alzaron el trofeo, tocó a su país. Inmediatamente el juez dio el pitazo final, se empezaron registrar una ola de suicidios que ocuparían las primeras páginas de los diarios más importantes del mundo.

No hay una cifra exacta de muertos, pero fueron registrados en decenas, aunque muchos expertos, como el periodista brasileño Geneton Moraes Neto, autor de la obra “Dossiê 50, dicen que esos supuestos suicidios son, hasta el día de hoy, una leyenda urbana que ha trascendido generación tras generación.

En todo caso, fue tanta la decepción que generó esta derrota que la selección de ese país no volvió a jugar un partido internacional hasta el 28 de febrero de 1954 para enfrentarse con Chile en un partido de clasificación para el mundial de 1954. Un dato curioso que nació de esa “tragedia” fue que a partir de ese momento Brasil decidió cambiar el color de su camiseta blanca con cuello azul por la actual, amarilla con el cuello verde, conocida como la verdeamarela.

Sin embargo, los cariocas se tomaron la revancha con las victorias mundiales en 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002, con las que logró atenuar el trauma. Hoy, 64 años después del Maracanazo, Brasil pasa por una de sus mayores humillaciones en su historia del fútbol: fueron goleados 7 a 1 por Alemania en el mundial que organizaron, en el que construyeron los estadios más caros del mundo y en el que el presupuesto para la realización de semejante evento, según medios de ese país, se triplicó. ¿Será que al partido de hoy regresó convertido en un Mineirazo el fantasma del remoto 16 de julio del 50?

@Sebastiandiazlo

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