El colombiano, Mineducación de Bolsonaro que ataca el comunismo en las aulas

El colombiano, Mineducación de Bolsonaro que ataca el comunismo en las aulas

Ricardo Vélez filosofo de la Javeriana que vive allí hace 40 años tiene la misión de extirpar la ideología marxista y de genero de colegios y universidades

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marzo 03, 2019
El colombiano, Mineducación de Bolsonaro que ataca el comunismo en las aulas

Ricardo Vélez  salió de Colombia  huyéndole a las balas que en 1978 les quitaron la vida a 18 profesores de la Universidad de Antioquia. Ese mismo año el presidente Turbay le daba vía libre a su estatuto de seguridad que desencadenó una oleada de violencia y arbitrariedades estatales, mientras en Medellín se cocinaba la sangrienta guerra del narcotráfico. No quería correr la misma suerte de sus colegas. Puso su carta de renuncia sobre la mesa del rector, agarró su maleta y se subió al primer vuelo que saliera hacia Sao Paulo.

Sin embargo, Vélez, quien también fue vicerrector de posgrados en la Universidad de Medellín, sabía que su refugio era la academia. No era la primera vez que se iba para Brasil. En 1974 ingresó a la Universidad Católica de Río de Janeiro para hacer una maestría en Filosofía por recomendación de su esposa brasilera, y ahora era él quien le pedía volver al país del fútbol y la samba para sacar adelante el doctorado que tanto anhelaba.

Y Brasil lo recibió con los brazos abiertos. Encontró trabajo como profesor de Filosofía y Pensamiento ibérico y brasileño en las universidades más prestigiosas, entre ellas la Federal de Río de Janeiro o la Universidad de Sao Paulo, en donde conocería a Olavo de Carvalho, un astrólogo, filósofo y el intelectual de cabecera de Jair Bolsonaro. Fue gracias a Carvalho que el presidente brasileño supo de Vélez, a quien terminó nombrando ministro de Educación, contra todo pronóstico, por recomendación expresa de Carvalho.

“Ricardo Vélez Rodríguez conoce al Brasil más que cualquier brasileño”, fue la defensa de Carvalho después de conocerse el nombramiento del ministro de Educación. Tanta es la influencia del filósofo y astrólogo, quien vive en un bosque de Virginia, Estados Unidos, que incluso el día que Bolsonaro aceptó su victoria a través de un video dirigido a sus seguidores tenía sobre la mesa de su escritorio el libro “Lo mínimo que se necesita saber para no ser un idiota”, escrito por Carvalho.

Carvalho y Ricardo Vélez estrecharon su relación alrededor de su pasado y la doctrina que hoy domina en Brasil. Ambos fueron militantes de izquierda y se formaron bajo las ideas del comunismo marxista. Vélez, filósofo de la Javeriana, mantuvo el pulso de los movimientos sociales en Medellín cuando dictó clases en la Universidad Pontificia Bolivariana con solo 25 años. Sin embargo, tras su primer viaje a Brasil en el 74, su pensamiento político y filosófico había cambiado.

Cortó relaciones definitivamente con el marxismo cuando escribió su tesis doctoral en la Universidad Gama Filho, de Río de Janeiro. En 1982, el filósofo Antonio Paim, quien dirigió su trabajo, lo convenció de la doctrina en la que él es uno de sus mayores exponentes: el liberalismo brasileño. Incluso, en esos mismos años, le escribió una carta al general Figueiredo, entonces presidente de Brasil y un duro militar que cayó junto a la dictadura, pidiéndole apoyo para adelantar una profunda investigación sobre el pensamiento político en el país para combatir el adoctrinamiento marxista: “Yo salí de las entrañas del marxismo, me liberé de eso y quiero hacer un estudio… ¡Ayúdeme!”.

Esa admiración por el gobierno militar y el liberalismo brasileño lo acercaron más a la línea dura de Carvalho, uno de los primeros en decir que la dictadura cometió el error de torturar y no asesinar: “Mira, ¿cuántos comunistas había en Brasil en ese entonces? ¿20.000? Matas a 20.000 personas en ese entonces, y habrías salvado a 70.000 brasileños al año", fue su respuesta durante una entrevista con la publicación norteamericana Americas Quarterly. Hoy Carvalho, un comunista converso como él mismo se denomina, se ha convertido en uno de los mayores exponentes de las ideas de Trump dentro de la derecha radical brasileña.

Carvalho logró que Bolsonaro cambiara de ministro. Todo estaba listo para que el líder católico Mozart Neves asumiera la cartera de Educación; sin embargo, al ver que la comunidad cristiana liderada por Eder Macedo y quienes le dieron el triunfo no compartían la designación,  Carvalho puso a rodar el nombre de Ricardo Vélez para manejar la educación de Brasil.

El nombramiento de Vélez, quien manejará un presupuesto anual de USD 30.000 millones –el más alto de América Latina– fue una sorpresa tanto en Colombia como en Brasil. A pesar de su recorrido académico, nunca había figurado en la esfera pública porque nunca se acercó a ningún gobierno. Aunque todavía estaba dando clases en la Universidad Federal de Ouro Preto, Vélez estaba prácticamente retirado de las aulas y su último gran logro había sido convertirse en profesor emérito de la Escuela de Comando y del Estado Mayor del Ejército en Brasil.

Entró pisando fuerte dentro del ministerio y al tercer día del nuevo gobierno, Vélez eliminó la secretaría de diversidad que se encargaba de ver los temas de diversidad, derechos humanos y relaciones étnicas raciales. El cambio pedagógico en Brasil llegó para eliminar el pensamiento del educador Paulo Freire e imponer un nuevo camino en donde no hay espacio para los homosexuales o los negros.

Cuando llegó a Brasil en 1979, Vélez tuvo miedo y se sintió marginado de la academia. Sus ideas, según él, hicieron que fuera relegado de las investigaciones en las universidades o dirigir proyectos de grado. Pagó un precio. Sin embargo, el filósofo colombiano marginado en la academia brasileña, encontró un espacio para vengarse: el Ministerio de Educación, desde el cual se propone imponer el pensamiento de la derecha radical que pasa por extirpar cualquier rastro de comunismo marxista, cómo él lo hizo con su propia vida hace 35 años.

 

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