El camino del olvido o la reivindicación de Deisy

El camino del olvido o la reivindicación de Deisy

Ella fue abusada, intentó recordar para sanar hasta que desistió, solo quería olvidar

Por: Natalia Calao
enero 24, 2018
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El camino del olvido o la reivindicación de Deisy

Deisy tenía 16 años cuando su tío abusó de ella por primera vez. Mientras la violaban no gritó. No se resistió. No dijo nada esa noche ni al otro día. Ni ningún otro día durante los tres años que duró el abuso. Un día Deisy empacó su maleta y se fue para nunca más ver a su victimario. Tenía entonces un camino para seguir viviendo: enrolarse en uno de esos grupos de apoyo a las víctimas que pululan por todo el país. Total y ella había ido a parar a casa de su abusador por las amenazas que recibió su familia en la vereda donde vivían. Deisy hacía parte de los casi ocho millones de víctimas que ha dejado como triste herencia la guerra de este país y era una de las siete mujeres entre diez que son abusadas sexualmente cada año.

Decidió entonces que cada semana iba a ir a abrazarse con otras mujeres igual de víctimas, igual de lesionadas, igual de violentadas. A veces además de abrazarse, tejían o bailaban o reían o lloraban. Y siempre, siempre, cada semana escuchaba como un mantra sentencioso la frase de "recordar es volver a pasar por el corazón", "contar la historia una y otra vez hasta que ya no duela". Pero Deisy empezó a sentir que no quería recordar. Deisy no quería contar su abuso como una historia interminable. No quería tener que contarle a todas sus parejas porqué en la mitad de algunas noches se despertaba sudorosa y asustada.

Deisy por el contrario lo que quería era olvidar. Deisy tal vez “era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado” como decía García Márquez. Decía también que la memoria es caprichosa y que uno solo recuerda lo que quiere recordar. Por fortuna.

Yo diría entonces que también se vale que uno pueda elegir aquello que quiere olvidar. El problema es que después de 60 años de una guerra heredada de generación en degeneración, muchos asuntos se han sobrevalorado, la memoria es uno de ellos, sumado a que en este hambriento capitalismo casi todo se puede comprar y vender y la memoria por supuesto, es uno de esos productos a los que muchos le han sacado réditos.

Pero hay un paso bien difícil que hay que dar antes de llegar al olvido. Se trata del bien ponderado y manoseado Perdón. Trending topic por estos días. Necesario, tortuoso y esquivo, el perdón es la condición sine qua non del olvido. En el cuento de la vida, el perdón se presenta como un giro narrativo de alto impacto. Nadie está esperando que una víctima salga a decir que perdonó a su victimario. Y nadie le cree a un victimario que sale a pedir perdón. Aquí en este punto hay una trampa ideada por algún demonio oscuro y sembrada en la tierra fértil que es el ser humano, y es que el dolor genera placer. Por eso la dificultad para perdonar y eso que desconocemos contiene a su vez la clave.

Resulta que el perdón transforma a la víctima en victoriosa. Así las cosas, el perdón se instaura como “el triunfo” y ahí en ese giro narrativo, al dar vuelta en esa esquina, es cuando se puede acceder al olvido. En un “país hecho a tiros” y sangre en el que muchos políticos se especializaron en vender odios para ganar votos, el olvido bien podría erigirse como un derecho más, necesario para reconstruirnos.

Deisy ahora es feliz. Se casó. Dos veces de hecho, tiene dos hijos y un jefe amable. ¿Qué creyeron? Que había sucumbido a un estrés postraumático, que se había sumido en una depresión profunda. Pues no. Resulta que, aunque la guerra esté plagada de historias tristes los finales felices también existen y merecen la pena ser contados. Resulta que en medio de una guerra infinita las historias normales de la gente normal abundan y son bonitas. Resulta que yo creo que el olvido también es un camino posible, justo y necesario.

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