El recién posesionado ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, cada vez se enreda más con las explicaciones que da sobre la caída del helicóptero.
Que dizque mal tiempo en la zona, y ese día no se veía una nube por ningún lado. Que se pudo haber chocado contra una ladera, pero todavía no nos han mostrado la bendita ladera. Que pudo haber sido el “Clan Úsuga”, pero el problema es que los hombres de alias “Otoniel” y las Farc son la misma cosa en casi todo el país a la hora de traficar con drogas.
Seamos francos: las Farc son capaces de cualquier cosa y el derribamiento de un helicóptero no sería la excepción. Tampoco nos dejemos engañar con el cuento de que desde el 20 de julio están en un cese unilateral del fuego. Ya en oportunidad pasada se cansaron de romper la tregua. O si no, preguntémosles a los 10 militares que asesinaron en abril pasado en el municipio de Buenos Aires (Cauca). Así son las Farc. Qué le vamos a hacer. Eso fue lo que nos tocó.
Flaco favor le hace el ministro Villegas al país con el anuncio de investigaciones de media hora. No lo queda bien que salga a descalificar a la oposición porque sugiere que el helicóptero fue tumbado. Desde luego que lo ideal es una indagación a fondo sobre lo que sucedió en Carepa.
Mientras tanto permítale a la mayoría de colombianos seguir manejando la hipótesis de que pudieron haber sido las Farc. La teoría no es para nada descabellada. Así de fácil: el mundo entero sabe –y esto lo dice por ejemplo Estados Unidos– que el cartel de cocaína más grande del mundo tiene nombre propio, las Farc, y que la zona del Urabá es una de las principales salidas de la droga del país hacia los mercados internacionales.
Eso es cierto. ¿Qué necesidad tiene el doctor Villegas de ponerse bravo? El mismo Gobierno había anunciado con bombos y platillos una guerra a muerte contra el “Clan Úsuga”. Y lo estaba haciendo de maravilla. El problema –parece– es que en sus cálculos no estaba el hecho de que las Farc y la banda de “Otoniel” son indisolubles, son la misma cosa.
Ya las Farc lo han advertido en varias oportunidades: le jalamos al cese unilateral del fuego siempre y cuando las fuerzas del orden no ataquen a nuestros guerrilleros. Y siempre cuando –y esto ya es aporte mío– los operativos oficiales no atenten contra nuestros intereses.
Esos intereses para las Farc no es cosa distinta a la droga, o, como dicen por ahí, el combustible que alimenta todas las guerras. Doctor Luis Carlos Villegas: es hora de llamar las cosas por su nombre. Basta ya de tirarles salvavidas a los guerrilleros cada vez que cometen una embarrada –sigo desescalando el lenguaje y no utilizó el término acto terrorista–.
¿Acaso en 2003 no salió un grupito conformado por los que sabemos a tratar de decir que no fueron las Farc las que volaron el Club El Nogal de Bogotá con la dolorosa cifra de 36 muertos y más de 200 heridos? ¿Acaso no fueron las Farc las que en mayo de 2012 atacaron la caravana del ex ministro Fernando Londoño Hoyos y asesinaron a dos de sus escoltas?
Entonces vengamos ahora con que los que sugieren que el helicóptero de Carepa fue tumbado obran de mala fe. No, señor ministro. Al contrario, esa gente que usted califica de mala fe sólo pretende que ese tipo de actos –como los de Urabá– no ocurran de nuevo. ¿Será que a alguien le satisface que hayan muerto 16 de los mejores colombianos? Desde luego que no. Al contrario, esos 16 policías son héroes.
La paz la quieren todos los colombianos. Que de eso a nadie le quede duda. Pero no la paz a punta de mentiras y de taparles a las Farc. Si eso es así, mejor sigamos como estamos. Ya vendrá el día en que hagamos mejor las cosas.
