El batiburrillo petrista
Opinión

El batiburrillo petrista

Miniminas y su “decrecimiento económico”, minambiente y la megarrevisión de licencias. Minagricultura y la costosa marcha atrás, las amenazas de mininterior...

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septiembre 05, 2022
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Ganó el “rechazo” en Chile, la sensatez se impuso. Desde el día que se hizo público el texto de la nueva constitución que se sometería a plebiscito de salida, fue claro que se trataba de una carta de navegación al caos y la ruina de un país ordenado, próspero y reconocido como el que “más contribuye al bien común del planeta y de la humanidad” entre los países de Latinoamérica, según el ranking Good Country Index (GCI). La razón es simple: el texto tenía una exagerada carga ideológica de corte socialista, que afectaba sideralmente el principal motor económico que es la industria minera, reformulando su marco normativo desde la constitución, para afectar la libertad de empresa con un desmedido intervencionismo del estado y un asistencialismo que servía de acicate en detrimento de la propiedad privada, por no hablar de las trazas identitarias y los tópicos dinamizadores de fractura social, evidentes en el articulado. Un batiburrillo indigerible por cualquier país que aspire a ser gobernable, sostenible y sustentable.

Según el diccionario el significado de “batiburrillo” es “mezcla de cosas que no combinan bien, que no guardan relación entre sí”. También se acoge otra acepción: “En la conversación y en los escritos, mezcla de cosas inconexas y que no vienen a propósito”. Es un vocablo con una carga significativa aprovechable para definir lo de Chile y lo que hasta ahora viene siendo el gobierno que encabeza Petro. Sin duda un batiburrillo. Las señales de improvisación, repentismo, desconexión e involución en todos los ámbitos son muy claras,

Un ejemplo de esto lo vimos la semana pasada en el Congreso de Minería.  El sentido de oportunidad de la ministra de Minas la lleva a aprovechar su intervención pública ante industriales para revelar que apostará por el “decrecimiento económico”. Como llovieron críticas, de inmediato disparó Petro con un tuitazo en donde saca pecho con el libro de la "teoría del decrecimiento" de Serge Latouche que estudió en su “maestría en Lovaina” en 1995. Dato que fue desmentido como la obtención del título de la maestría. En las redes, varios citaron fragmentos de una entrevista concedida por Latouche, en la cual el economista francés dice que el término “decrecimiento” lo empezó a emplear en el 2002. Conclusión: ocurrió lo mismo que cuando invocó a Jacques Derrida para justificar, con la teoría del perdón social, la visita de su hermano a la picota. Adivinó.

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El sentido de oportunidad de la ministra de Minas la lleva a aprovechar su intervención pública ante industriales para revelar que apostará por el “decrecimiento económico”

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Siendo, como es, el crecimiento económico una meta y un indicador beneficioso para todo el mundo, y que por su justificación no debería generar rechazo- ni de derecha ni de izquierda- artificiosamente ha terminado por convertirse en un defecto. Supongamos que fuera cierto que la teoría de Latouche fuese una verdadera “mega tendencia”, entonces, ¿cuál es el plan de acción que se propone? Si el crecimiento económico que se traduce en el incremento en la producción de bienes y servicios en una economía de un periodo para otro no está en los planes del nuevo gobierno, ¿cómo es que van a mejorar la calidad de vida de la gente? Esta extravagancia del “decrecimiento económico”, justo cuando se está saliendo de la crisis generada por la pandemia con un déficit fiscal a cuestas, no solo es un despropósito, sino que jamás fue sometida a debate en campaña ni se nos dijo que sería una política pública a imponer. Para no hablar de lo que deben estar pensando en los estados miembros de la OCDE sobre la risible contradicción que entraña el que uno de sus integrantes apueste por exigir “decrecimiento económico” a los países más ricos. ¡Alipori!

Pero semejante desconcierto no lo genera solamente la ministra de Minas, en realidad es todo el gabinete, lo que pasa es que ella termina siendo un síntoma de la enfermedad. La ministra de ambiente no quiso quedarse atrás, anunció como gran cosa que el gobierno “actualizará” el código de minas para, entre otras cosas, exigir “licencia ambiental para la exploración (actividad que hasta el momento se rige por reglas ambientales, pero preservando el empresario su autonomía técnica) y fijar normas que exijan un “mayor consenso” entre empresas, estado y comunidad para los nuevos proyectos. ¿Acaso, no son suficientes los canales actuales, las reuniones previas, las audiencias especiales, la consulta previa? Preguntaron muchos. Ahí no paró la cosa, se oyó un silencio escalofriante en el congreso de mineros, cuando en tono amenazante María Susana Muhamad dijo que revisará las 7.226 licencias mineras vigentes y en ejecución.

Como si fuera poco, esto coincide con el escándalo generado por el no apoyo a la condena del régimen tiránico de Ortega en la OEA, uno de tantos desafueros que ya lleva Leyva, el video del embajador Benedetti ebrio, dirigiéndose a asistentes en un acto oficial, el de Prada, “MinInterior”, amenazando al congreso con marchas sino aprueba la reforma tributaria, cuando le dijo que en Colombia se pagaban muchos impuestos. “¿Perdón? Colombia está mucho más baja en materia de recaudos tributarios que el promedio de América Latina, no nos digan que aquí se pagan una gran cantidad de impuestos”, dijo el ministro de hacienda, como si se tratara de una competencia entre los países y como si se pudiera comparar la capacidad de pago de todos los miembros de la OCDE.

Qué decir de la ministra de Agricultura. Pasa de anunciar “dura reforma para redistribuir la tierra” a decir que “con las normas vigentes es suficiente para sus propósitos”, todo en un santiamén. Ocurre una masiva invasión de tierras en Cauca, Huila, Valle y Cesar, por parte de indígenas y campesinos, y ella se limita a decir que va a “propiciar diálogos”  y que "a los indígenas en el Gobierno y en el Congreso les estamos pidiendo que nos ayuden". !Como si la Ley no fuera obligatorio aplicarla! Se hace la desentendida cuando, sabe muy bien que hay una relación de correspondencia entre las ocupaciones ilegales y la expectativa que ella misma generó con sus anuncios reformistas de redistribución y gravámenes confiscatorios a tierras improductivas.

El mensaje de este batiburrillo es diáfano: “a decrecer se dijo”. Van a desestimular la inversión en los sectores que producen riqueza y perseguirán a todo el que genere empleo, si no comulga con sus ideas.

@sergioaraujoc 

 

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