Al llegar a la región cafetera el fefe de la Casa de Nariño se encontrará una grave crisis de orden institucional y social en Armenia, la capital del departamento, muy similar a la que afecta a Cartagena, La Guajira y Montería, donde la peste de la corrupción ha devastado el sistema de gobierno y gestión pública con graves impactos en el bienestar de la comunidad y en la convivencia social.
En Armenia y su área metropolitana se ha impuesto una especie de apartheid institucional que desconoce el “derecho al Estado” de sus habitantes, pues quienes imponen sus intereses son los más poderosos y aquellos que saben implementar conductas ilegales o criminales en perjuicio de los derechos y garantías de los más débiles.
Armenia fue recientemente objeto de un asalto criminal de sus recursos presupuestales y del Programa de Valorización ejecutado por una banda asociada a la maquinaria electorera del liberalismo de propiedad del Jefe de los chanceros y otros juegos oscuros.
Las denuncias de la comunidad y de prestantes líderes obligaron a la Fiscalía a realizar las investigaciones judiciales correspondientes para contrarrestar la impunidad y como resultado de tal acción hoy están en la cárcel una exalcaldesa (con Casa Yarumito por cárcel), su marido, el alcalde en funciones, otros funcionarios y contratistas inescrupulosos que al parecer transfirieron cifras millonarias de la valorización a las arcas de la mafia imperante en el gobierno local.
La acción judicial y penitenciaria ha creado un vacío institucional sin antecedentes, pues las soluciones utilizadas hasta el momento lo que han hecho es complicar más las cosas. Por ejemplo, el nombramiento de un alcalde encargado por parte del gobernador no resultó como se esperaba.
Por otro lado, el Cura Osorio, gobernador del Quindío, funcionario obligado por ley a solucionar la crisis, el problema de Armenia le ha quedado grande. Se le salió de las manos o se hace el loco. Sus cálculos politiqueros lo han destapado como otro factor contaminante de la vida pública que pretende pescar en el río revuelto de la anarquía institucional y política local.
Esto es lo que lleva a solicitar al presidente Duque que mañana tome en sus manos, como ocurrirá en Cartagena, el nombramiento de un alcalde en propiedad para Armenia, al margen del repugnante tráfico de la politiquería corrupta, que recibió un sonoro repudio en la reciente consulta anticorrupción, la cual contó con su apoyo, pues en la región fueron casi 200 mil votos en respaldo del sí a las siete preguntas del temario del plebiscito contra el cáncer de la robadera.
Dejar este problema en manos de la ineptitud y la picardía no coincide con el discurso de transparencia que ha anunciado en su primer mes de gobierno el jefe de la Casa de Nariño.
