Pese a los tiempos que corren ahora por Europa, tiempos de pandemia y de tormentas que arrasan vidas, pequeños poblados y frentes marinos este mes de octubre, el 29° Festival de Biarritz América Latina se llevó a cabo sin inconvenientes, como cada año, sin contaminaciones, y no solamente salió bien, como sus organizadores lo esperaban a pesar de las restricciones por coronavirus, sino que tuvo un final feliz, en especial para el cine de Colombia.
El cortometraje Teoría social numérica de Paola Michels fue galardonado con el premio al Mejor Cortometraje, que le otorga una dotación ofrecida por France Télévision, mientras que la coproducción La fortaleza de Jorge Thielen Armand (Venezuela, Colombia, Francia, Holanda) fue galardonada con el Premio del Jurado en la categoría de largometrajes de ficción, que le otorga una dotación de 3000€ para la distribución de la película en Francia.
El cine de América Latina trajo nuevamente a Francia las noticias de lo que pasa y lo que no pasa en esa parte del continente. Con La fortaleza es la decadencia de una ciudad en un país como Venezuela, que se pega en la piel del personaje principal, perdido y en desvarío, que no tiene otra salida que salir de ahí, hacia un lugar en la selva amazónica en donde intentar construirse un motivo que le permita seguir viviendo.
En Teoría social numérica de Paola Michels, una realizadora colombiana instalada hace varios años en Argentina, es en el manejo de archivos fotográficos transformados en pixeles el que nos indica el encuentro del tiempo analógico de los ancestros con el tiempo digital de los descendientes. Al final, la tecnología digital no elimina nuestro pasado, sino que permite recomponerlo y reconstruirlo a nuestro gusto. El tiempo digital no conserva la intensidad de la foto revelada y fijada en el papel.
Se podría hablar de las 30 películas que se proyectaron este importante festival de cine latinoamericano en Europa, dar una opinión sobre cada una de ellas, pero como el pasado termina por atraparnos en la ficción y en lo real, mejor recordar otros otoños del Festival de cine de Biarritz al lado de personajes como el caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado “Quino” y el escritor chileno Luis Sepúlveda.
Quino había venido al Festival de Biarritz en octubre de 2003. Luis Sepúlveda lo hizo en octubre de 2015.
Foto: MH Escalante
Quino se fue de este mundo el 30 de septiembre de 2020 (primeros días del festival). Luis Sepúlveda seis meses antes, el 20 de abril, en Oviedo, una ciudad española no muy distante del país vasco francés.
Quino estuvo en el festival cuando aún se conocía con el nombre “la Cita” de Biarritz. Era su primera década de existencia como evento único dedicado al cine y a la cultura de América Latina. Quino era el invitado especial y había venido para inaugurar una exposición de dibujos y de paso responder a la pregunta de estudiantes de colegios, universidades y público en general reunidos en el Auditorio del Casino de Biarritz: ¿Cuál es el origen del nombre “Mafalda”?
Grabado ya en la historia del comic mundial, Quino decía que ese nombre venía de la marca Mansfield “unos electrodomésticos de los años sesenta muy conocidos en Argentina”, pero como para dar varias pistas añadía que ese origen era realmente portugués y que también era el nombre de un barco, el “Mafalda”, que transportaba migrantes italianos pero que había naufragado cerca de las costas argentinas por allá a comienzos del siglo XX…
Difícil aquella vez no sonreír ante la figura de hombre serio y austero que proyectaba el dibujante Quino, de cuyo lápiz salieron oficinistas frustrados, burócratas nacionales, dictadores criollos, presidentes de multinacionales, policías, jubilados, guardianes de parques, viejas esposas, fieles esposas, y sobre todo Mafalda y su pandillita, Miguelito, Manolito, Felipe y Susanita, la insoportable niña que el mundo entero ha detestado alguna vez…
Trece años más tarde, en el mismo auditorio de Biarritz, el escritor de novelas y cuentos Luis Sepúlveda hablaba de sus años de adolescente en Santiago de Chile. Era en octubre de 2015 cuando recordaba al presidente Salvador Allende de quien fue su guardaespaldas como joven militante socialista, el tiempo de una cortísima democracia que se terminó con un golpe de Estado, la muerte de Salvador Allende y el exilio en Suecia del futuro escritor.
Sin saber que sólo tenía cinco años de vida por delante, Sepúlveda hablaba aquella vez de querer contar la historia de su país sin amargura y en cambio con “amor y humor” ya que el patetismo decía, no era una forma estilística que se acordaba a su personalidad.
De ahí que durante una buena hora hiciera reír al público de Biarritz recordando la historia de Santiago y Aconcagua, la pareja de bebes cóndor que Salvador Allende obsequió a Fidel Castro en 1971, al final de la única visita oficial a Chile que realizó el líder cubano.
Sepúlveda recordaba que, aunque se trataba de dos pichones de cóndor que todavía no se habían entrenado al vuelo, Santiago el cóndor macho había alcanzado a escaparse de la caja en cartón en que lo trasportaban ellos hasta el aeropuerto.
En un intento de vuelo entre el piso y el techo de una tienda de barrio, el novelista latinoamericano más traducido en Francia cerraba la narración de la historia con un final trágico. El bebé cóndor había por fin realizado que era un cóndor, pero había alcanzado a medio volar hasta una casa humilde en donde alguien lo atrapó y lo desplumó de un tajo creyendo que se trataba de una gallina que había caído del cielo. Santiago el cóndor no pudo llegar jamás al aeropuerto de Santiago para de ahí haber despegado en avión rumbo a La Habana junto a su compañera de vuelo Aconcagua.
La majestuosidad del Océano Atlántico a lo largo del litoral del país vasco francés, pero al mismo tiempo la fuerza tenebrosa que emana de él por la capacidad de destrucción que desarrollan sus olas es el paisaje de todos los otoños en la ciudad de Biarritz. El mismo paisaje que seguramente contemplaron esos dos viajeros que eran Quino y Luis Sepúlveda, dos amigos del Festival de Biarritz, los dos desaparecidos en este inolvidable año 2020.
Por ello será que la temática del recuerdo en el agua, la selva, el mar, la montaña, los espacios vacíos a la intemperie y la muerte que ronda siga siendo el alma del cine latinoamericano. Nada más presente en este cine que el recuerdo de lo que ya no somos o el recuerdo de los que ya no están.
Palmarés 29º Festival de Biarritz América Latina - La cita del cine y la cultura latinoamericana (28 sept - 4 oct 2020)
Ficción
- Abrazo a la mejor película, con una dotación de 7000 euros para su distribución en Francia: Ofrenda de Juan Mónaco Cagni - Argentina
- Premio del Jurado, con una dotación de 3000 euros para su distribución en Francia: La fortaleza de Jorge Thielen Armand - Venezuela, Colombia, Francia, Holanda
- Premio del público, en la categoría de ficción: Selva trágica de Yulene Olaizola – México
- Premio del Sindicato Francés de la Crítica de Cine: Chico ventana también quisiera tener un submarino de Alex Piperno – Uruguay / Argentina / Brasil / Holanda / Filipinas
- Premio al mejor documental: El otro de Francisco Bermejo – Chile
- Premio al mejor cortometraje: Teoría Social Numérica de Paola Michels – Colombia
