Donde hay buen alimento, hay paz

Donde hay buen alimento, hay paz

Trescientas familias asentadas en Mocoa se sentaron en la mesa, en círculo, en familia, a comer uno de los platos típicos del Putumayo: el Tacacho

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diciembre 12, 2015
Donde hay buen alimento, hay paz

Dijo Lawrence: “prefiero la falta de pan, a la falta de vida.”

Trescientas familias de los asentamientos Nueva Esperanza y 15 de Mayo en Mocoa se sentaron en la mesa, en círculo, en familia, el pasado 15 de noviembre, a comer uno de los platos típicos del Putumayo: el Tacacho. Este acto empieza con un ritual a los elementos y sigue el compartir del alimento -- una preparación especial con plátano, carne y chicharrón, herencia de los ancestros indígenas -- en hojas de plátano.

En este encuentro las familias que viven separadas por disputas de tierras y por el conflicto que genera vivir exiliados en un territorio nuevo, apiñados en pequeñas casas, se vuelve a sentir la importancia del alimento compartido. Con amor. Cocinado con abundancia.

 Nueva esperanza y 15 de mayo en un banquete del amor

Desde Platón, el Banquete significa un acto erótico: un acto de amor, de encuentro y, sobre todo, de ritual. Así lo entendimos en la Legión del Afecto regional Mocoa, cuando propusimos un banquete de la abundancia, con plato típico de la región y para más de trescientas personas, todas sentadas en una mesa redonda, en familia, compartiendo y entendiendo que se trata de un ritual. El acto comienza con un mandala en el centro de la cena, con flores, agua y fuego. Este símbolo en el centro de la cena generaba de entrada una sensación de delicadeza, estética y calma. Se sentía lo sagrado del alimento.

Foto: Carlos Orlas

Foto: Carlos Orlas

Los comensales

Las familias de estos dos territorios son oriundas del Cauca, Huila, Caquetá y Bajo Putumayo. Se asentaron a las afueras de Mocoa, en los barrios 15 de mayo y Nueva Esperanza, luego de salir desplazadas de sus tierras a principios del 2002, en plena arremetida militar y paramilitar auspiciada por el Plan Colombia. Allí viven, cultivan peces y alimentos.

15 de Mayo y Nueva Esperanza vivían, anteriormente, en el mismo sector. Los primeros se fueron a “invadir” unas tierras mejores donde se pensaba construir una represa sobre el Río Mocoa, en la salida a Pitalito. La represa no se construyó y en la zona inundable se asentaron 120 familias un 15 de Mayo  del 2002. Desde ese momento se genera una distancia silenciosa entre estas dos zonas, un celo de una sobre la otra. Poco a poco se ha ido sanando esa distancia y con el apoyo de la Legión del Afecto se ha logrado un acercamiento propiciado por un alimento digno y servido con amor.

Foto: Carlos Orlas

Foto: Carlos Orlas

El ágape como hecho social de paz

Creemos que la guerra en Colombia genera y perpetúa el hambre. Hambre y sed de justicia. Y física hambre. O sea que el alimento es símbolo y a la vez realidad. Por eso el ágape no es un refrigerio común y corriente: es más bien la disculpa para el encuentro y el inicio de una búsqueda por superar el hambre, por construir comedores populares con alimento digno. Solamente se necesita solidaridad y conciencia de que la paz comienza por una sonrisa, como decía Gandhi, y la sonrisa comienza por estar bien nutrido. “Barriga llena, corazón contento”, decimos en Antioquia. Aunque vale la pena parodiar la famosa frase cristiana y decir: “no solo de pan vive el hambre”.

Cuantitativamente se alimentaron más de 400 personas, de manera orgánica, sin plástico, con hojas de plátano curadas con humo de fogata. Cualitativamente se alegró el corazón de dos comunidades que se encontraron otra vez en la ancestralidad del alimento abundante y brindado con amor.

El acto termina con un abrazo colectivo, danzas, música y sonrisas. Porque como decimos en este Viaje a Pie llamado legión del afecto, “lo afectivo es lo efectivo”.

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