Donde aún sobreviven los muertos
Opinión

Donde aún sobreviven los muertos

Las dos exposiciones de Beatriz González en Bogotá tienen en común el horror que se vive en Colombia

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febrero 25, 2023
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Beatriz Gonzalez presenta "Bruma" en el espacio Fragmentos. Foto: Museo Nacional

Beatriz González tiene hoy en día dos exposiciones en Bogotá una que se llama Bruma en el espacio Fragmentos que es la continuación de un trabajo conjunto con Doris Salcedo en el cementerio central y otra, que se titula Contrafiguras en la Galería Casas Rigner. Las dos tienen en común el horror que se vive en Colombia. La descripción ya borrosa de un presente continuo. Esa identidad que es parte de nuestro imaginario colectivo que son dolorosas: la violencia descarnada y sus víctimas. Los victimarios no aparecen. Todas son el resultado de una situación perversa e inevitable por otros cien años de soledad.

En días pasados hubo un conversatorio en la galería donde la artista habló sobre su obra de mal gusto y realizó una charla con José Ruiz quien se ha dedicado a estudiar las gráficas Molinari. Gráficas populares que estuvieron o están en muchas de las casas de los colombianos. Molinari, cuenta Ruíz, fue un español que llegó a Cali y fundó el taller donde reproducía imágenes europeas, pero saturaba los colores porque el gusto era distinto. Hizo una y mil veces La Última cena pintada por Leonardo da Vinci entre 1494 y 1498 en el convento dominico de “Santa Maria delle Grazie” en Milán. Esta imagen reproducida se colgaba en la puerta de cada casa del país porque según anota la artista “tenía una capacidad protectora”.

Beatriz Gonzales cuenta que como era de la provincia vivía con sus tías y cuando iba a estudiar arquitectura, el bus urbano pasaba por la calle 12 con carrera 7 donde había y - todavía existe- este tipo de almacenes donde venden las imágenes religiosas. A ella le llamaban mucho la atención. Años después, allí mismo encontró las imágenes de Molinari que la inspiraron mucho por su mal gusto.

La historia comienza cuando en el XVII Salón de Artistas celebrado en 1966, Marta Traba convence al jurado que la artista debe participar con la pintura de Los Suicidas del Sisga donde recibió un “premio menor” según dice Beatriz González. Mientras Marta Traba anotaba en ese momento “Ella determinaría un nuevo modo de ver el arte colombiano”.

En ese momento Beatriz González decía: “Me siento bien, muy vinculada a la historia de una provincia, y no a las satisfacciones universales en la búsqueda de una verdad de los artistas internacionales”. Así cambió la tela y el óleo por la pintura comercial y la lata de los muebles populares que encontraba en el pasaje Rivas un lugar céntrico en Bogotá donde se venden cosas usadas. Y de allí comenzaron sus cunas y muebles. Y su cambio radical de las técnicas.

Ya desde hace unos años insiste en pintar y dibujar y ahora, con insistencia en papel de colgadura – que se encuentra en ambas exposiciones- la repetición exhaustiva de cadáveres que llevan a su propio entierro. Además, es la muerte violenta de campesinos. La guerra del campo donde la injusticia es la reina y donde viven los indefensos.

Obras de Beatriz González en la exposición Contrafiguras de la Galería Reigner

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