Más de 50 cuadernos de dibujo son los protagonistas de la exposición Cuadernos viajeros, resultado de un proyecto colaborativo que en esta disciplina y/o expresión artística se desarrolla entre las sedes Medellín y Bogotá de la Universidad Nacional y la Academia Superior de Artes (ASAB) de la Universidad Distrital.
La exhibición de las muestras -que tiene espacio en el Museo de Antioquia, en la biblioteca de la Casa del Encuentro, en el marco del Encuentro Internacional de Arte de Medellín expandido de 2015 (MDE15)- es tan solo la segunda de una serie de fases que contempla este proyecto de largo plazo creado por los profesores de artes Augusto Solórzano y David Lozano, de la Sede Medellín y Bogotá de la UN, respectivamente.
“La exhibición no es porque esté terminado el proyecto, sino porque es como una especie de avance que se presenta para seguir con el proyecto. De eso se trata, de hacer avances, mostrarle a la gente, retroalimentar el proyecto y continuar con el mismo”, explicó el profesor Lozano al ser interrogado por el alcance y la temporalidad de Cuadernos viajeros.
Con respecto al interés por concebir este proyecto, el profesor Lozano dijo que “el dibujo está presente como una forma de pensamiento y como una disciplina, tiene esas dos características. Uno puede pensar con el dibujo, es una forma de pensar. Bajo esa noción ampliada de dibujo, el dibujo de la contemporaneidad ha tenido su propio estatuto, ha tenido su propio ligaje. No como un medio para…, sino como un fin en sí mismo. Reconocer la importancia del dibujo en el arte contemporáneo fue lo que motivó el proyecto”.
La iniciativa, en la que participan 54 dibujantes de Medellín y Bogotá, busca, además de permitir la reflexión y una mirada crítica al dibujo contemporáneo, indagar las maneras en que se crea, produce y circula el dibujo como una experiencia autobiográfica a través del reconocimiento pluralista de las distintas formas de dibujar y de la promoción del encuentro.
Al respecto, el profesor Solórzano manifestó: “David y yo consideramos que hay un valor ético que le da un matiz especial al proyecto, pues reconocemos que antes que nada el dibujo es una tecnología del cuerpo que permite exteriorizar las ideas y que en cada dibujo hay algo autobiográfico que entra en diálogo con los otros en la acción del dibujar”.
Un diálogo a través del intercambio de dibujos entre personas que no se conocen, pues los dibujantes -entre quienes se cuentan artistas profesionales, docentes, egresados y estudiantes de distintos semestres, así como algunos otros interesados en el dibujo cuya profesión no son las artes- participan sin saber quién es la persona de la que proviene el dibujo que reciben.
La dinámica inicia con la realización de un dibujo a nivel individual en el cuaderno, el cual es recogido por el profesor que coordina el proyecto en cada ciudad: David Lozano en Bogotá y Augusto Solórzano en Medellín. Posteriormente, semana a semana, cada dibujo es objeto de un intercambio en el que los participantes responden, así mismo, gráficamente a su remitente sin saber de quién se trata, pues cada uno recibe de manera aleatoria un cuaderno que proviene de la otra sede.
“Importante es resaltar que el cuaderno utilizado es el tradicional y viejo cuaderno Norma de dibujo que fue utilizado en las escuelas de todo el país hace algún tiempo y que por extrañas razones dejó de producirse, quedando algunos ejemplares en reposo en viejas cacharrerías y papelerías. Una especie de dinosaurio en el que varias generaciones de dibujantes hicieron sus primeros pinitos en el arte”, explicó el profesor Solórzano.
Luego, se repite el procedimiento y los cuadernos vuelven a la ciudad contraria para que en ellos otro dibujante plasme una nueva imagen dando continuidad o rompiendo con la temática del dibujo procedente de Medellín o Bogotá, según sea el caso. De esta manera, se establece un diálogo a través del dibujo con un ser anónimo de quien cada participante solo sabe que proviene de una ciudad distinta a la suya.
“En cada nuevo dibujo el artista debe decidir si continuar con la línea que se va construyendo en el cuaderno o romper con ella generando nuevas posibilidades de sentido. Cada cuaderno es la construcción colectiva de sentido generando una lectura que interpela al lector a hallar las relaciones existentes entre estos”, manifestó Andrés Erazo, uno de los dibujantes de la Sede Bogotá.
A su vez, el profesor Solórzano destacó que “en ocasiones, aparece un detonante de sentido, un referente, que los dibujantes transforman con sus aportes. En todo esto cuenta la historia misma que va quedando registrada en el cuaderno y que es interpretada por el artista. En otras oportunidades hay rupturas temáticas que detonan nuevas cosas, por eso es tan importante el valor de lo contingente aquí”.
Y agregó: “este proyecto implica la construcción de un diálogo donde se reconoce al otro como un agente que aporta, que construye, que enseña y que aprende, todo esto mientras se formulan alternativas en torno a un arte sedimentado en lo colectivo”.
La programación que acompaña a la exposición en Medellín tiene en su haber la realización de laboratorios de creación, investigación teórica y momentos de encuentro entre los participantes y el público. Se espera también que, una vez finalizado el periodo de exhibición, los dibujos puedan ser llevados a otros lugares expositivos.
“La idea sí es hacer exhibiciones en diferentes espacios, pero que también haya escritura, enfoques críticos alrededor de lo que aparece allí en relación con el dibujo y también algún tipo de conversatorios que podamos hacer en relación con el dibujo”, concluyó el profesor Lozano.
