El pasado 9 de julio, en la emisión del mediodía de Noticias Caracol, John Marulanda, presidente de Acore, se refirió a los mercenarios colombianos que participaron en el asesinato del presidente de Haití como unos "muchachos engañados" y como unos "idiotas útiles". Daba grima verlo pronunciar estas palabras.
- ¿Muchachos? Los más jóvenes tienen cuarenta años.
- ¿Engañados? Todos son militares de élite, formados en entrenamientos de alta resistencia para combates. Además, son expertos en inteligencia militar y en manejo de tecnologías de punta en armamento y explosivos. ¿Como quién puede engañar a esa clase de muchachos?
- ¿Idiotas útiles? Marulanda no se dio cuenta de que hablaba de las fuerzas armadas de Colombia. ¿En retiro? Sí, pero a fin de cuentas "soldados de la patria", expresión acuñada por Uribe.
En una oportuna columna de opinión, Olga Gallón propone la muy sensata posibilidad de que lo tales "muchachos" e "idiotas" sean miembros de las Águilas Negras que han empezado a volar a otros países de América Latina a hacer lo mismo que vienen haciendo en Colombia desde hace doce años.
Así mismo, también se pregunta la columnista: ¿bajo órdenes de quién? De verdad, ¿cómo es posible que en menos de 24 horas la policía y las fuerzas armadas del país más pobre del mundo hayan capturado a los mercenarios, mientras los gobiernos colombianos de los últimos doce años, con uno de los ejércitos, policía, e inteligencia más fuertes y sofisticados del continente, no haya ni siquiera acusado a uno de ellos por los crímenes cometidos contra líderes sociales, reclamantes de tierra, sindicalistas?
Mientras los "muchachos engañados" y los "idiotas útiles" son mirados con benevolencia, a los (¡esos sí!) muchachos que manifiestan y protestan en las calles se les acusa de terroristas urbanos y se pide tratarlos como criminales.