De regreso a casa

De regreso a casa

La historia de un viaje durante la pandemia. Crónica

Por: Andrés Fernando Carreño Viviescas
mayo 18, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
De regreso a casa

El capítulo anterior me sirvió nuevamente para darme cuenta que la inmediatez también atrae y aunque no gané un premio Simón Bolívar, recibí el aliento de mis amigos para seguir escribiendo. La situación ha cambiado, quiero escribir y sé muy bien por dónde empezar.

Salir

Hasta que amanece. Un café, una arepa y un par de huevos. Listos para el viaje la maleta, el morral y un mensaje escueto que decía: “Hijo, ¿vas a venir?”. La respuesta es “sí”. Los nervios, el cansancio y un boleto directo. Una sonrisa, hago fuerza y a salir. Todo parece ir al ritmo de un vals, pero esta obra no puede finalizar así. Cuando bailamos cambiamos pasos porque sí, no seguimos el guion y, como soy terco, insistí… viaje en cuarentena, ¡oh sí! Qué mal estuvo eso, pero no es necesario recriminar mi hecho. Hice algo menos bueno por no hacer malo lo que parece ser bueno, es decir, viajar sin avisar. Junté entonces mis permisos y monté al ruedo de un desconocido que me llamaba "amigo mío". Contaré lo sucedido en el trayecto de lo recorrido, pero no acusen si los aburro o les resulto divertido.

Viajar

Run run que te vi, fue más el miedo que tenía antes de salir. Los retenes son como esas cárceles que uno se impone en la mente: “no lo hagas”, “no puedes” y “se van a reír de ti". El policía que se agacha y run run que me fui. 

¡Basta! El inhóspito camino frecuentaba mi paciencia, lo túneles, las luces y otra vez el vals en mi cabeza. Llegamos a un restaurante, de cierta delicadeza, los chocatos, el almuerzo y la mesa que no se endereza; la policía estaba allí, atrapar un culposo no puede hacerse con la barriga vacía, hay que tener culpa dentro de sí mismo para culpar a aquel que también culpa a sentido. Mi crónica parece un trabalenguas, pero es porque no quiero ser advertido, ya me entenderán cuando cuente lo sucedido.

Instar es de épocas modernas, así llegamos con el desconocido, un pueblo que dice retener pero que no exige lo impartido. El sol está encima de nosotros y no parece que quiera caer, por su lado la luna. Amanece y anochece a la misma vez. Pasamos por Bucaramanga, por Girón también. Dejamos atrás a Lebrija y en Floridablanca esperé, esperé, esperé. En Piedecuesta la tierra sucumbía una tragedia del día de ayer, se aleja Barranquita que por cariño nombre.

Fotografía: Tomada del proyecto personal “¿Qué pasa Villanueva?” titulado “De regreso a casa”. Vehículo cualquiera. Mayo 2020

Empezó a llover, eran como las seis, cucho andaba porque sabía del cierre envejecer, así fue, pagué y en una parada me quedé, que dicha, había colombianos, pero con la letra uve. Algunos sostenían niños, niñas, bebes, otros tenían hambre, sueño y ganas de beber. No tenían la misma suerte por ser de otra madre que al parecer, la misma fue, lucharon conmigo hasta que llegaron la diez.

Miren que curiosa es la vida, me dijo el que me vino a recoger "yo pago por las curas y a otros usted se las da de comer" ¡Ay amigo Sangileño! Pido disculpas, excúseme, siempre que recuerdo, que de Málaga a Aratoca no pude hacer el intento, espero llegues a San Gil porque, de aquí pa allá también voy, ya voy llegando a mi tierrita, toc toc toc.

Llegar 

Mano, muchas gracias, mi villa llena de progreso te recibe, a ti, a mí y a la salud que nos preside, ya huelo a agua vida, escribo mientras llueve, llora todo lo que puedas tierrita que el consuelo te mereces, ¿escuchan eso? Asi llueva, truene y relampaguee, otra vez la burra al trigo, el café, la arepa, y los huevos mijo.

Fotografía: Archivo personal: Iglesia de Villanueva Santander. Mayo 2020.

Quizás es la crónica más rara, hasta cara de cuento le doy, pero si no lo hago de esta manera, mañana les escribo con dolor, a media noche les escribí mientras encerrado estoy ahora, no es Barranca, es Villanueva, discúlpeme, mi señora. Son 15 días de duelo a partir de hoy, 15 días que reservo, 15 días que te doy, para que respondas mi mensaje sino libre estoy, me preocupa el virus, pero de la corrupción.

El próximo capítulo me servirá nuevamente para darme cuenta que de la inmediatez se aprende y aunque no gane un premio Simón Bolívar, recibiré el aliento de mis amigos, vecinos, familia y gente. Como si fuera el juego del escondite, cuente hasta 10: salí, viajé y llegué. Un, dos, tres, por Andrés.

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